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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sánchez, como González o Rajoy, no dimitirá

Las bases más aguerridas del PSOE sostienen que, ni en trances más difíciles, ningún presidente abandonó el poder

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, con el expresidente Felipe González en julio de 2015.
Pablo Ordaz

Hacía semanas que quería llamar a Pepe Caballos, un socialista sevillano del barrio del Cerro del Águila que tiene 71 años y que durante mucho tiempo ―casi toda la vida, para ser exactos—fue uno de los que cortó el bacalao en el PSOE andaluz, cuando Felipe González era Felipe, Alfonso Guerra era Alfonso y, por tanto, el PSOE andaluz era el PSOE. Los tiempos han cambiado mucho ―no hace falta más que escuchar lo que sueltan por esas bocas González y Guerra―, pero Caballos sigue en contacto con los socialistas de infantería y quería preguntarle cómo están viviendo a título particular el torrente de noticias vergonzosas que protagonizan un día sí y otro también José Luis Ábalos, Santos Cerdán y sus malas compañías.

―¿Cómo están los vietcong, siguen en sus puestos o ya han perdido la fe en el PSOE?

La pregunta tiene su razón de ser. Hace ahora dos años, una semana después de que “contra todo pronóstico” Pedro Sánchez salvara la cara en las elecciones adelantadas de julio de 2023, hicimos un reportaje apresurado en Madrid, Barcelona, San Sebastián y Sevilla para tratar de encontrar una explicación a la resistencia del PSOE frente al bloque del PP y Vox. Caballos forma parte de una clase de políticos en vías de extinción, aquellos que no solo disponen de un discurso coherente con sus ideas, sino que saben expresarlas de manera didáctica, con contexto, referencias, un par de cucharadas de humor si es necesario y, también si se tercia, su dosis de picardía:

―Mira, aquí ser socialista es como ser del Sevilla o del Betis. Puedes enfadarte con tu equipo, y criticar la forma en que el presidente del club hace las cosas, pero como mucho dejas de ir al campo ―o de votar en este caso― pero nunca dejas de ser de tu equipo. El andalucista Pedro Pacheco decía que en realidad lo que el PSOE tiene son vietcongs. Solía contar: ‘Tenéis un montón de vietcongs, que tú no los ves, que están escondidos, no hacen ruido, y de buenas a primeras empiezan a salir y te la lían’. Y la verdad es que la realidad es esa. Nuestra gente sigue estando ahí. Nuestros barrios y nuestros pueblos están llenos de gente así, que aunque no esté afiliada se siente socialista, y cuando pasan ciertas cosas, se levanta y reacciona.

―Ya, pero ahora hasta Felipe González y Alfonso Guerra, no digamos Emiliano García Page, piden que Pedro Sánchez se vaya.

Aquí Caballos se alinea con lo que defiende el ministro Óscar Puente, ya sea en la sede de Ferraz, en un programa de televisión o ―con la vehemencia que dictan los tiempos y sus sistemas de comunicación― en su cuenta de la red social X.

El resumen es: aquí no dimitió nunca nadie. Ni los del PSOE ni los del PP. Ni dimitió Felipe González cuando era presidente del Gobierno y se enfrentó a casos de corrupción graves, como Filesa, o fue señalado como el señor X de la guerra sucia contra ETA; ni lo hizo Mariano Rajoy, quien no tuvo más remedio que abandonar el Gobierno cinco años después –cinco—de que este periódico publicara las pruebas de la corrupción del PP plasmada en los papeles de Bárcenas.

Caballos dice que el único peligro real es que alguno de los socios del Gobierno decida finalmente, por los motivos que sean, quitarle el apoyo parlamentario, pero que los viejos vientcong siguen en sus puestos, que algunos fueron cayendo, por la edad o el desencanto, pero que otros y otras se van incorporando, ya no con la fuerza de la memoria ―la del franquismo y la de la libertad que trajo la democracia―, sino con las banderas de la diversidad, la ecología o el siempre anhelado y nunca logrado “frente común de la izquierda”.

Mientras, en el tumulto de las redes, Vox amenaza con la expulsión de ocho millones de inmigrantes. Puente contesta:

―¿Incluidas las que les limpian la casa o cuidan a sus padres? ¿Incluidos los que les recogen la cosecha?

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Sobre la firma

Pablo Ordaz
Es reportero de EL PAÍS. Sevilla, Madrid, San Sebastián, México, Roma. Le hizo la última entrevista a Camarón y la primera al papa Francisco.
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