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COLUMNA
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La guillotina

Me acuerdo del impudor de los ricos ante las imágenes de la boda de Jeff Bezos y Lauren Sánchez en Venecia

Jeff Bezos y Lauren Sánchez salían el sábado de un hotel en el tercer día de la celebración de su boda, en Venecia.

Las grandes celebraciones del rey Luis XVI animaron la Revolución Francesa. Tanto oro y esplendor se sostenían en el trabajo y la sangre de un pueblo humillado. Me acuerdo del impudor de los ricos ante las imágenes de la boda de Jeff Bezos y Lauren Sánchez en Venecia. Desde luego, mejor celebrar bodas que bombardear hospitales y templos, y hay que reconocer, además, que se necesita valor para casarse con alguien que soporta el apellido hispano y maldito de Sánchez. El rey Luis acabó en la guillotina. No soy partidario del verbo matar, aunque confieso que le doy la razón a Voltaire cuando nos invita a no dejarse engañar demasiado: “Está prohibido matar; por lo tanto, los asesinos son castigados, a menos que lo hagan en gran número y bajo el sonido de las trompetas”. Los magnates de Estados Unidos encuentran un hueco para el amor, aunque extiendan por el mundo los sonidos de sus trompetas.

Pacifista militante desde los tiempos en los que Felipe González engañó a los españoles para ponerlos de rodillas ante EE UU y la OTAN, hago esfuerzos para no hacerme partidario de la guillotina. Robespierre nos enseñó que el fundamento único de la sociedad civil es la moral. Conviene no traicionarse por indignación. Además, cuando las cosas se ponen en marcha, uno no sabe cómo acaban. Robespierre acabó tan guillotinado como Luis XVI. Así, mejor contenerse.

Mientras los intereses de sus trompetas suenan sobre Gaza, Irán y Europa, es verdad que resultan vergonzosas las imágenes de esta élite de millonarios que bailan sin pudor en Venecia. Trump, Trump, tarantrump. Pero recordemos que se debe estar contra la guillotina por ética propia. No es que no haya gentes que merezcan un castigo rotundo. Es que sus víctimas no nos merecemos perder la dignidad. Entrar en el odio es tirar la toalla. Mejor que la guillotina, busquemos juntos una forma de resistencia ante el impudor de los millonarios y de sus políticos marionetas.

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