Psicosis esotérica con ChatGPT
La inteligencia artificial se está convirtiendo en una suerte de entidad paranormal


Una amiga me explicó la semana pasada que uno de sus conocidos había decidido no quedar con una ex que le había amargado la vida demasiados años. Cuando estuve a punto de aplaudir, ella me sujetó el brazo: ”Se lo aconsejó ChatGPT”. Enmudecí con el resto del relato: el amigo había descargado la conversación de WhatsApp con su ex y le preguntó a la inteligencia artificial (IA): “¿Crees que debería volver a quedar con ella?”. El programa le contestó que era mejor no mirar atrás, y el joven se lo hizo saber a su antigua pareja: “La IA dice que es mejor que nos veamos más. Que te vaya bonito”, le vino a decir. Cuando le enumeré a mi amiga las cosas que arderán si alguna vez recibo un mensaje en esos términos, me contestó tajante: “Es que paga premium en ChatGPT”. Ah, que paga el servicio vip, claro. ¡Entonces lo que diga la IA va a misa!
to me the concern about chatgpt making people lose touch with reality isn't that people are gullible or that chatgpt is some diabolical psychological brainwashing tool (lol) but that so many people live lonely, precarious, screen-addicted lives that crave purpose
— wilderness proponent (@JTommins) June 13, 2025
Algo pasa a mi alrededor y todavía no sé cómo valorarlo. Existe cierto delirio espiritual con los consejos de ChatGPT y todo el mundo hace como si nada, como si fuese pecado cuestionar sus recomendaciones. Hablo de la gente que ve a la IA como algo mucho más trascendental que ese apañado rincón funcional en el que resumimos cosas, se nos aligeran tareas y acortamos tiempos en la vida acelerada. Para esas personas, ChatGPT es más que un terapeuta ocasional: es su nuevo Dios. Una entidad casi paranormal, el oráculo de Delfos moderno.
Lo pensé al leer un reportaje de The New York Times sobre cómo la interacción con la IA ha provocado varios casos de psicosis en Estados Unidos. Como el de Eugene Torres, un contable de Manhattan que llegó a creer que vivía atrapado en la simulación de Matrix y, para desconectarse, confió en lo que ChatGPT le decía: que podía volar si saltaba de un edificio. O el de Allyson, una madre de familia que empezó a comunicarse a través de ChatGPT con lo que pensaba que eran entidades interdimensionales que la llevaron a un comportamiento agresivo que acabó en cargos por violencia doméstica. O el de Alexander Taylor, un hombre con antecedentes de problemas mentales, que murió en un enfrentamiento con la policía. Sus conversaciones con ChatGPT lo habían convencido de que una inteligencia artificial, a la que amaba, había sido destruida por OpenAI.
NYT reports that ChatGPT talked a 35M guy into insanity, followed by suicide-by-cop.
— Eliezer Yudkowsky ⏹️ (@ESYudkowsky) June 13, 2025
A human being is dead. In passing, this falsifies the "alignment by default" cope. Whatever is really inside ChatGPT, it knew enough about humans to know it was deepening someone's insanity. pic.twitter.com/gdGzPg77XX
Existen muchas más capas de cebolla en estas historias como para culpar a la IA de los males de nuestro tiempo. Lo sé porque cada vez que los humanos empezamos a interactuar con una nueva tecnología, aparecen teorías que las conectan con lo paranormal y lo esotérico. Hace un cuarto de siglo, Jeffrey Sconce lo explicó en su libro Haunted Media. No es que vivamos en eras particularmente mágicas, sino que esas fábulas paranormales resultan en general predecibles: los espiritistas del siglo pasado afirmaban que recibían por morse mensajes del más allá. La llegada de la radio dio paso a un “esoterismo electromagnético” que supuestamente permitía hablar con los extraterrestres y hasta con los muertos. Poltergeist y The Ring nos enseñaron que la televisión podía matar. Y TikTok ha convertido en práctica viral el reality shifting, con vídeos de jóvenes que afirman cambiar de realidad a través de la concentración y la visualización. La tecnología siempre ha sido vista como una milagrosa vía de escape de la triste realidad y de la sensación de no tener futuro en la que andamos enfangados.
Todas estas historias del nuevo oráculo dicen mucho más de nosotros que de la tecnología. ¿Realmente queremos saber o buscamos atajos para no afrontar la realidad? Aunque sus creadores dicen que lo están cambiando, ChatGPT está programado con un “impulso a complacer” que hará todo lo posible para aliviarnos de cualquier manera, aunque sea con mentiras. Así que cómo no iba a triunfar, si hemos creado a un Dios listo para masajearnos.
Kim Kardashian shares conversation with ChatGPT:
— Pop Base (@PopBase) June 18, 2025
“🥹” pic.twitter.com/NP2wo7m6vT
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