De puteros y triángulos
Las mordidas apestan, pero el putiferio pagado por todos debería tumbar no solo a los puteros. El ministro y su machaca estaban a sueldo de un Gobierno que ha hecho del feminismo su bandera


Del “triángulo tóxico” con el que Pedro Sánchez pretende cerrar con el pus dentro la puñalada mortal que sus elegidos a dedo han asestado a su partido y su Gobierno, no puede negarse que los dos catetos llamados Ábalos y Koldo son hombres de su tiempo. Y no meto en este saco de mierda en concreto a la hipotenusa de nombre Santos Cerdán porque, al cierre de esta edición, no había pruebas fehacientes de su afición al putiferio pagado con fondos públicos. Aquí y ahora, el carné de putero no tiene siglas ni edad ni profesión en el frontis. Cualquier taxista de Madrid y Barcelona sabe que, durante eventos tan dispares como el Fruit Attraction o el Mobile World Congress, va a hincharse a llevar de putas desde destripaterrones de azada a ingenieros de lo que quiera que sea la nube. Por no hablar de los cochazos con chófer y escolta 24 horas que esperan fuera a que su señorito culmine la faena. Así que, ahora y aquí, que un ministro y su machaca para todo, corruptos ambos, celebraran sus mordidas escogiendo mujeres como quien escoge reses de tienta, por lo que sea, me suena.
Sucede, sin embargo, que, en este caso, el y tú más ya no sirve. No en esto. Lo de las mordidas apesta. Pero lo del puterío pagado por todos tumba, o debería tumbar, no solo a los puteros. Porque ese ministro, ese machaca y ese otro lado del triángulo que ni sabe ni contesta estaban a sueldo del partido y del Gobierno que han hecho del feminismo su bandera. Mientras muchos de quienes se dan golpes de pecho disfrutan cual gorrinos en charca regodeándose con la vida, la imagen y los nombres de las mujeres del folletón del trío —Jessica, la sobrina; Anaís, la del disco duro; Carlota, la que se enrolla que te cagas; jojojo, guiño, guiño— la ministra de Igualdad ha salido, aquí te pillo, aquí te mato, con llevar la abolición de la prostitución al Congreso en septiembre. La sola idea de que el diputado Ábalos pueda votarla, da igual a favor que en contra, o que abstenerse, debería llevar a Sánchez en hacer algo más que pucheros y amenazas a terceros antes de que el “triángulo tóxico” se le pueda convertir en polígono de cien lados. Qué asco todo.
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