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tribuna
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Sánchez debe comprobar la profundidad del cesto de cerezas

Ojalá el asunto de Santos Cerdán sea un punto de inflexión en esa política de aislamiento y silencio que el PSOE ha adoptado en los últimos meses

Santos Cerdán (a la izquierda) y Pedro Sánchez tras la votación de investidura en 2023.
Cristina Monge

Está más que estudiado y comprobado: la corrupción no es un fenómeno de manzanas podridas, sino de cerezas que se enganchan unas a otras revueltas en un cesto. Es decir, raramente un fenómeno de corrupción puede darse solo por una persona, sino que habitualmente necesita de la complicidad o colaboración, por acción u omisión, de otras más. De ahí que cada vez que aparece un caso de corrupción sea necesario tirar de la cereza para ver cuántas más te llevas con ella, o dicho de otra manera, cuántas voluntades han sido necesarias para que la fechoría haya podido llevarse a cabo. Esto es lo que el PSOE debería haber hecho tras conocer los asuntos que rodeaban al tándem Ábalos/Koldo y lo que no puede dejar de hacer ahora, cuando el sucesor de Ábalos en la Secretaría de Organización del partido parece haber formado parte de la misma trama en la que presuntamente participaba el ministro.

Con la solemnidad y el tono grave que exige la situación, el secretario general del PSOE ha salido del caparazón en que ha estado más de 40 días escondido para, ahora sí, dar la cara ante los medios, preguntas incluidas. Ojalá el asunto de Santos Cerdán sea un punto de inflexión en esa política de bunkerización, aislamiento y silencio que el PSOE ha adoptado de unos meses a esta parte, confiando en que los suyos entenderían que todo es parte de una cacería. Del resto de la ciudadanía los socialistas se habían olvidado.

El PSOE ha aprendido, a fuerza de experiencia, que es muy difícil garantizar que no haya corruptos en una organización grande que maneja tanto poder, pero la diferencia está en cómo reacciona esa organización cuando los casos aparecen. La dimisión de Santos Cerdán de todos sus cargos era la única opción posible.

Hace bien el secretario general en perimetrar este asunto y encapsularlo, diferenciándolo así de otros casos que nada tienen que ver con este. De esta manera centra la gravedad donde está y deja claro que es algo distinto a otros asuntos que pivotan sobre el Gobierno, como la investigación sobre la actividad profesional de Begoña Gómez, sobre la que el juez instructor no consigue armar un argumentario contundente. Si algunas de estas investigaciones desembocan finalmente en un caso, lo sabremos, pero hasta la fecha, el análisis riguroso obliga a diferenciar unos asuntos de otros.

La auditoría anunciada sobre las cuentas del PSOE era obligada. Tras los audios, indicios y conversaciones conocidas a través del informe de la UCO, tanto los militantes del Partido Socialista como el conjunto de la ciudadanía necesitamos conocer qué ha pasado. El anuncio del secretario general en esa comparecencia a pocas horas de conocerse el informe de la UCO probablemente no podía ir más allá. Sin embargo, con el paso de los días, sería importante ampliar las medidas a tomar. Sus socios, además, se lo van a exigir, según han ido anunciando.

En primer lugar, es importante hacer extensible la auditoría externa a aquellas áreas del Gobierno que han podido ser víctimas de estos actos de corrupción, incluyendo también información sobre la otra parte, esa que nunca aparece cuando se trata de corrupción en contratos públicos. ¿Qué tienen que decir las empresas citadas en el informe de la UCO?

Una vez comprobada la profundidad de la cesta de cerezas y los daños ocasionados, se le abrirá al presidente del Gobierno una oportunidad de oro para demostrar que está dispuesto a plantar batalla frente a la corrupción. Hace más de un año, y tras los cinco días de reflexión, el presidente del Gobierno anunció un ambicioso plan de regeneración democrática que ha quedado muy por debajo de las expectativas. De hecho, sería cuestionable incluso si lo presentado merece tal nombre. Ahora tiene Pedro Sánchez, secretario general del PSOE y presidente del Gobierno de España, la oportunidad, la segunda oportunidad, de mostrar que ha entendido la gravedad del momento y tiene la valentía necesaria para poner en marcha un auténtico programa de regeneración a la altura del desafío. Pocos legados tan importantes puede dejar un presidente cuando llegue el momento de abandonar La Moncloa.

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Sobre la firma

Cristina Monge
Imparte clases de sociología en la Universidad de Zaragoza e investiga los retos de la calidad de la democracia y la gobernanza para la transición ecológica. Analista política en EL PAÍS, es autora, entre otros, de 15M: Un movimiento político para democratizar la sociedad y co-editora de la colección “Más cultura política, más democracia”.
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