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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La corrupción golpea de nuevo

La crisis por las supuestas mordidas del secretario de Organización del PSOE daña la credibilidad del partido y del Gobierno

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, tras su comparecencia en Ferraz, este jueves.
El País

Siete años después de asentarse en La Moncloa, Pedro Sánchez compareció este jueves muy afectado para pedir perdón —hasta ocho veces— por haber confiado en su secretario de organización, Santos Cerdán, como antes lo hizo en José Luis Ábalos. Hay poco margen para la interpretación en las últimas informaciones que la Guardia Civil ha entregado al Tribunal Supremo dentro de la causa sobre la presunta corrupción en el Ministerio de Transportes en la época de Ábalos. Se trata de conversaciones grabadas por el exasesor Koldo García con dos secretarios de organización del PSOE, el propio Ábalos y su sucesor en ese cargo, Cerdán, en las que hablan de repartos de dinero y favores presuntamente corruptos. Un escándalo de enormes proporciones que ha derivado en una de las más agudas crisis de la legislatura.

La respuesta del presidente Sánchez fue pedir disculpas a los ciudadanos en una comparecencia insólita en la sede de su partido. También anunció la apertura de una investigación y cambios en la ejecutiva del PSOE, tratando de circunscribir el escándalo al partido y salvar al Gobierno. No pareció una respuesta suficiente ante la dimensión del caso.

Cerdán se vio obligado a dimitir fulminantemente. La Guardia Civil considera que hay indicios de que el número tres del PSOE, al igual que el imputado Ábalos, participaba en una trama de cobro de comisiones vinculadas a obras públicas. Lo considera esencial para desbloquear los negocios ilícitos de la trama alrededor de Koldo García y lo relaciona directamente con la gestión de al menos 620.000 euros en mordidas. Ante esta información, el juez instructor ha sugerido a Cerdán que declare voluntariamente el 25 de junio antes de tomar la decisión de imputarlo. Tras acceder a esa declaración, dimitió de todos sus cargos orgánicos en el PSOE y entregó el acta de diputado. Era la única e inaplazable salida, a pesar de que sigue negando cualquier ilegalidad.

La calificación técnica de los posibles delitos corresponde a los tribunales, pero políticamente es irrelevante ante una complicidad tan obvia como revelan las grabaciones. Así lo entendieron este jueves el PSOE y su secretario general, Pedro Sánchez, conmocionados ante las revelaciones y después de meses defendiendo a su secretario de organización.

La implicación de Santos Cerdán en la trama es un boquete en la línea de flotación del PSOE, que llegó al Gobierno con una promesa de regeneración vinculada a la lucha contra la corrupción. Y especialmente en la figura del presidente del Gobierno: Cerdán no era solo el secretario de organización, sino un hombre de confianza absoluta de Sánchez. Junto con Ábalos, ya imputado, es el segundo secretario de organización implicado en el escándalo.

La comparecencia inmediata de Sánchez ante los ciudadanos, tras semanas de mutismo, era obligada. Esta es una crisis que los socialistas han agrandado innecesariamente despreciando las sospechas hasta este jueves mismo, lo que revela un inquietante desconocimiento de las actividades de algunos de sus cuadros más importantes. El presidente aseguró que se había enterado a la vez que el público, reconoció la gravedad de los indicios y expresó su “enorme indignación y profunda tristeza”. Prometió una auditoría externa de las cuentas del PSOE para comprobar irregularidades y cambios en el Comité Federal. Pero el disgusto y la sorpresa no sustituyen las muchas explicaciones, precisas e inmediatas, que tendrá que dar el PSOE ante un caso que no ha hecho más que empezar su andadura judicial y cuyos protagonistas se sitúan en el corazón de la organización durante la última década. La respuesta a este escándalo, completa y convincente, aún está por llegar. Y sus consecuencias políticas: Sánchez está abocado a contactar con sus socios de investidura para que vuelvan a darle un voto de confianza después de este escándalo. Si no lo hace será evidente su debilidad. Y es muy posible que el PSOE acabe pagándolo electoralmente.

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