Ernestina o el fin de la autonomía
La llegada de Godoy a la máxima oficina de la Fiscalía, más que un disfraz coordinado para la autonomía, será su rechazo rotundo


Ernestina Godoy llegará a la Fiscalía General de la República a rematar su pretendida autonomía. Su biografía lleva tiempo anunciándolo. Revisemos las señales.
La abogada por la UNAM fue diputada de la Asamblea Legislativa —un cargo eminentemente político— antes de ser nombrada procuradora capitalina e, inmediatamente, fiscal autónoma. Así de contundente fue la primera llamada.
Años más tarde, al presentar a su primera camada de secretarios de Estado, Sheinbaum Pardo la describió como la mejor fiscal que haya tenido nuestro país. Así de categórico fue el segundo guiño.
Finalmente, después de ejercer como Fiscal soberana de esta ciudad capital, Sheinbaum la nombró en su principal puesto de asesoría: abogada presidencial. Tercera llamada.
La designación de Godoy al frente del órgano encargado de investigar delitos federales y llevarlos ante tribunales era tan previsible como evidente. Incluso —o precisamente— si eso implica borrar la autonomía de un trazo.
Aprovechando el viaje al pasado, conviene recordar que la designación de Godoy Ramos como Fiscal General de la República se concretará con complicidad opositora. No olvidar que fue la impericia rival la que la castigó hace dos años por hurgar en el cártel inmobiliario, negándole la ratificación como Fiscal capitalina.
Aquel impedimento terminó convertido en escalón.
Llegó al Senado y, tras la solicitud de licencia que dejó en su lugar a Karen Castrejón, del Partido Verde —prueba de que aquel escaño nunca fue la primera opción para Ernestina—, avanzó hacia la Consejería Jurídica.
La siempre torpe intervención opositora terminará por sentar a Godoy en la Fiscalía grande.
Gracias a ellos, al obradorismo disciplinado de Godoy y a la coordinación leal que brindó a Sheinbaum cuando era jefa de gobierno, Ernestina será la primera Fiscal General de la República.
La primera mujer y la primera después de barrer bajo la alfombra la pretendida autonomía. La inicial tras el derrumbe de la nostalgia por lo que alguna vez quisimos y nunca se materializó: instituciones capaces de plantarse frente al poder político, insubordinación ante el mando público y eficacia para resolver la comisión de delitos.
El soñado refugio conceptual terminó convertido en nido de inmunidad o madriguera. Y fue Gertz el primero —que no el único— en atrincherarse en tan singular fortaleza.
La llegada de Ernestina a la máxima oficina de la Fiscalía, más que un disfraz coordinado para la autonomía, será su rechazo rotundo. Con su arribo se extinguirá una era y el realismo tomará su merecido lugar: Sheinbaum cargará con el costo político de sus subordinados —a quienes llamará coordinados—.
No podría ser de otra manera. Godoy no encarna la figura aislada que pretende la ley, sino un engrane menor de la causa que la precede, una pieza del movimiento de regeneración del que es fundadora.
El inminente nombramiento de Godoy en la Fiscalía es el anuncio que precede al rearme. Sí, durante un año, los nombramientos de Claudia Sheinbaum cayeron como naipes dispersos —la UIF, CNI, NAFIN, BANCOMEXT, el Senado—, con el derribo de Gertz las cartas cayeron en cascada: Fiscalía, Agencia de Investigación Criminal, FEMDO, Oficialía Mayor.
En seguridad, Sheinbaum Pardo tiene sobre la mesa el póquer entero.
Con ello, además, la Presidenta ejecuta su primer movimiento transexenal: Godoy Ramos presidirá la Fiscalía hasta la primera mitad del mandato de quien reciba de sus manos el bastón de mando.
Tras las buenas noticias que supone la salida de Gertz, la toma de riendas por parte de la Presidenta y el final de la simulación, quedará pendiente hacer que la ley empate con la verdad. Habrá que murmurarle al texto constitucional que su intención fue valiosa pero que en aquello quedó.
La ley propone, pero la realidad dispone.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma










































