Colegio de México y Universidad Hebrea de Jerusalén

La decisión de la directiva del Colegio de México tiene muchos matices, amargos y detestables para mí, válidos y necesarios para la comunidad del Colegio. Se apilan preguntas en mi cabeza. Busco respuestas; predominan las dudas y las interrogantes.

La Universidad Hebrea se fundó en 1918. El Colegio abrió sus puertas en 1940. Ambas comparten historias: bregar por el conocimiento, difundirlo y enriquecer a la sociedad con sus aportaciones. Destaco también que, tanto una como otra, fueron edificadas por migrantes.

La directiva del Colegio de México le haría un favor a la sociedad si respondiese las siguientes preguntas: ¿La Universidad de Jerusalén apoya las matanzas en Gaza?; la dirección del Colegio, ¿conoce el currículo social y las tendencias políticas de sus ex colaboradores israelíes?; ¿sabe la directora cuántos de ellos apoyan la situación actual?; los miembros del Colegio que llevaban cinco, diez o más años colaborando con sus pares, ¿qué piensan?; la directora del Colegio ¿sabe cuántos profesores de la Universidad acuden a las marchas en contra del gobierno israelí y sus ministros fanáticos?; ¿cuántos artículos han publicado en conjunto?; ¿cuántas investigaciones se interrumpieron?; ¿quiénes guardarán el dinero?; ¿qué opina la señora directora del Colegio, Silvia Elena Giorguli Saucedo de las acciones de Hamas y sus socios islamistas?; ¿cuántos artículos han firmado Giorguli et al con Hezbolá, Qatar o alguna Universidad iraní?; ¿no sería prudente, tras conocer el caso de las mujeres iraníes escuchar la voz del Colegio al respecto?

Tanto en el Colegio como en la Universidad, el amor por la sabiduría, como decía T. S. Eliot, es la meta. Comparto mi dolor e indignación por la muerte de tantos y tantos inocentes, gazatíes e israelíes. No entiendo la torpeza del Colegio al romper todos los vínculos con la Universidad.