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Por qué los jóvenes eligen moverse en moto

Ante el encarecimiento de la vida urbana y la saturación del transporte público, los jóvenes mexicanos encuentran en las motocicletas una alternativa ágil, económica y con identidad propia

El País

En las grandes ciudades del país, donde el tráfico parece un fenómeno natural más —como la lluvia o el polvo—, los jóvenes mexicanos han girado la cabeza hacia una solución tan vieja como actual: la moto. La franja de 18 a 35 años lidera este viraje, cansada de perder horas en traslados y de pagar más de lo que puede sostener un bolsillo en formación. Dos ruedas, un tanque modesto y la idea de que la movilidad no tiene por qué ser sufrimiento diario.

El factor económico es decisivo. Para estudiar, trabajar o emprender en oficios donde la rapidez se convierte en ingreso, la motocicleta ofrece una ecuación convincente: menor costo de adquisición, mantenimiento accesible y un consumo de combustible que no asfixia. ITALIKA, con su catálogo amplio y planes de préstamo, ha empujado este fenómeno al brindar acceso a modelos pensados para quienes cuentan cada peso sin renunciar a la seguridad y al equipo de protección. Ese apoyo ha permitido que millones de jóvenes conviertan la moto en una herramienta real de crecimiento personal y laboral.

En ciudades como Ciudad de México, Monterrey o Guadalajara, la escena se repite: avenidas inmóviles, transporte público saturado y una sensación colectiva de tiempo perdido. Ahí la moto opera como un antídoto: sortea congestionamientos, encuentra estacionamiento sin drama y reduce de forma drástica los trayectos diarios. La mejora en la calidad de vida no es teoría: menos estrés, más horas útiles y una movilidad que acompaña el ritmo acelerado de quienes trabajan, estudian o hacen ambas cosas mientras emprenden algo más.

Pero la moto no es únicamente una respuesta logística. Para muchos jóvenes representa una forma de identidad: el diseño, las posibilidades de personalización, la comunidad creciente de rodadas y clubes. Las dos ruedas han dejado de ser solo un vehículo para convertirse en un lenguaje estético, una pequeña declaración de independencia. Avanzar con el viento en la cara, buscar rutas alternas, escapar del tedio urbano… ese componente emocional pesa más de lo que aparece en los informes de movilidad.

La elección de moverse en moto no es una moda pasajera. Es una respuesta inteligente a los desafíos cotidianos de la vida urbana: economía, eficiencia, libertad y un compromiso cada vez mayor con la seguridad vial. En ese trayecto, cada joven lleva algo más que un casco y un destino: carga proyectos, aspiraciones y una forma distinta de habitar la ciudad. Y ahí van, abriéndose camino entre el tráfico como quien prueba un futuro posible.

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