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Moverse sin perder la ciudad

La motocicleta se consolida como la vía más ágil, económica y eficiente para sobrevivir al tráfico urbano en México

El País

En las avenidas donde la paciencia suele evaporarse antes que la gasolina, surge una pregunta que muchos habitantes de ciudades como Ciudad de México, Monterrey o Guadalajara se repiten a diario: ¿cómo moverse sin renunciar a la ciudad? Las cifras de movilidad apuntan hacia una respuesta contundente. Las motos han dejado de ser un capricho juvenil para convertirse en una herramienta eficaz para sortear el flujo urbano. Millones de personas optan por dos ruedas porque han descubierto que no solo acortan distancias: también afinan el ánimo.

El cambio cultural tiene un protagonista evidente. ITALIKA, la marca mexicana que encabeza el mercado, ha impulsado esta transición con algo más que motores: con una gama que captura la diversidad de trayectos y estilos de vida. Desde modelos de trabajo pensados para jornadas largas y ahorro sostenido, hasta motonetas ágiles que sortean el tráfico con naturalidad; desde deportivas para quienes buscan diseño y potencia hasta doble propósito que permiten abandonar el asfalto cuando la ruta lo pide. Su catálogo es una cartografía de personalidades posibles.

La economía respalda la tendencia. Una moto puede consumir hasta 70% menos gasolina que un automóvil y requiere un mantenimiento más ágil y accesible. Para quienes hacen cuentas —y quienes simplemente quieren gastar menos—, el ahorro es inmediato. Los planes de préstamo flexibles de ITALIKA facilitan, además, que el salto hacia la movilidad en dos ruedas sea un trámite sencillo en lugar de una inversión inalcanzable.

Pero el atractivo no es solo financiero. Rodar implica recuperar tiempo en ciudades donde cada minuto parece disputado. Un trayecto habitual de 90 minutos puede reducirse a 20. Y en ese espacio recuperado aparece una forma concreta de libertad: el viento, el sonido del motor, la sensación de avanzar incluso cuando la ciudad parece detenida.

A ello se suma un beneficio silencioso: al consumir menos combustible y ocupar menos espacio, las motos aportan a una movilidad más sostenible. En urbes saturadas, moverse más rápido sin dejar una huella mayor es una paradoja bienvenida.

La próxima vez que el tráfico convierta la tarde en una espera interminable, la escena es fácil de imaginar: un conductor en una ITALIKA deslizándose con fluidez mientras el resto permanece detenido. No se trata de una fantasía optimista, sino de una posibilidad cotidiana que ya forma parte del paisaje urbano mexicano.

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