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La gran revolución del Potro pasa por reparar los baches en México: “No es tan sencillo como parece”

El regio Manuel Cantú ha logrado decenas de miles de seguidores en redes por cubrir los hoyos de las carreteras, uno de los grandes dolores de cabeza para los gobiernos y los mexicanos

Rodrigo Soriano

El miedo ya había rondado antes por la mente de Don Nico, un heladero de Salvatierra, Guanajuato. El 7 de octubre, sacó el celular de su bolsillo para denunciar en redes el mal estado de las calles del municipio, como ya había hecho otras veces. Aquel día fue diferente. Un pistolero a bordo de una motocicleta le dio tres plomazos. Todo quedó grabado en directo. “Te amo. Ya me mataron corazón”, le dijo por teléfono a una familiar antes de quedar tirado en medio de un inquietante silencio. Don Nico perdió la vida cuatro días después en el hospital. La historia conmocionó a Manuel Cantú, El Potro, un activista regiomontano que desde años trata de mejorar las carreteras de su comunidad. Cantú llevó su camioneta cargada de costales de asfalto unos días más tarde al lugar del crimen. Sacó sus herramientas y cubrió el gran bache. “Tomé la decisión de que fuera una protesta en silencio a favor de los que nos dedicamos al activismo, para que se tome conciencia de que no es una actividad tan sencilla como parece. Es una actividad que requiere de mucho valor”, afirma por videollamada.

Cantú (Monterrey, 40 años) cubre su cabeza con un gran sombrero norteño. Es abogado penalista de profesión, un trabajo que ha compaginado desde hace 16 años con su activismo: “Siempre busco cómo mejorar la comunidad”. Dice que cursar las maestrías y el nacimiento de sus dos hijos le limitaron el tiempo entremedias, pero que unos años después se puso manos a la obra. Comenzó a grabarse reparando los baches de su ciudad, y tres años después ya acumula casi 100.000 seguidores en Instagram y cerca de 380.000 en Tiktok (donde sus videos suman 4,8 millones de me gustas). Los hoyos en las carreteras se han convertido en uno de los grandes dolores de cabeza de los mexicanos, y la problemática ha sido reconocida por las autoridades de los diferentes niveles de gobierno, que reciben quejas diarias de los vecinos por todo el país.

La historia de la lucha del Potro contra los baches comenzó hace tres años en una noche lluviosa en Guadalupe, una ciudad al sureste de Monterrey. Viajaba a una cena familiar con su camioneta y pochó una de las llantas al pasar por uno de los grandes hoyos. “Me dio coraje, frustración. ¿Por qué me encuentro con eso en una avenida principal si pago mis impuestos? […] No solo es que se poche una llanta, pones en riesgo tu vida”, lamenta. Días después vio en un espectacular publicitario que anunciaba la venta de costales de asfalto en frío. Le llamó la atención un escrito: “Hecho 100% en Nuevo León”. “Acá somos muy exigentes en el tema de la industria. Dije ‘ese producto debe ser bueno para que se atrevan a poner un panorámico’”. Comenzó entonces a hacer las primeras pruebas sin subirlas a redes. Al principio el tapado quedaba con algo de hundimiento, pero sentía que la cosa mejoraba: “Me fui preparando más hasta dejarlo perfecto”.

Hace un año, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció el programa Bachetón con el objetivo de conservar las carreteras federales con acciones como el tapado de hoyos. “Cuando se hacen encuestas por parte de Inegi y se pregunta cuál es el problema que más afecta a la ciudadanía, el primer punto que sale son baches”, reconocía la mandataria. El organismo de estadísticas dice en una encuesta de junio sobre Seguridad Pública que el 82,9% de los mexicanos identifica como un problema a los baches en calles y avenidas. La cifra creció desde marzo, cuando el porcentaje era de 81,4%.

No solo quedó en el plano federal. Hace dos semanas, la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Clara Brugada, presentó el programa de pavimentación Cualli Ohtli (Buen Camino, en náhuatl), que busca intervenir 250 kilómetros de vías de octubre a mayo del año que viene, con una inversión de 2.600 millones de pesos. En agosto, Brugada reveló que las autoridades atendieron más de 200.000 baches en los últimos meses, sin mayor concreción.

Notificaciones en el celular

Para Cantú, las autoridades no abordan del todo el asunto del bacheado, aunque es consciente de que existen temas más urgentes. Cree la problemática es sistémica, que no tiene una sola respuesta, y considera que una de las soluciones pasa por la vida política. “El que gobierna, el que administra los recursos, es un reflejo de cómo está la sociedad. Si elegimos bien y como sociedad nos vamos fortaleciendo, esos recursos van a estar en nuestra estructura y en los temas de donde deberían de ir”, expone.

Su teléfono no ha dejado de sonar en los últimos meses. Compartió su número en sus redes para que los vecinos la avisaran cuando vieran los hoyos y desde entonces separa un momento de sus días para atenderlos. Dice que criba los avisos dependiendo de la concreción del mensaje y de la urgencia que prevé. “Ya tengo la experiencia de observar, conozco las vías de mi Estado, y sé dónde es prioritario atender un megabache. Tengo mucha credibilidad. Si les digo voy para allá, es voy para allá”, asegura.

Cuando empezó a tapar los hoyos pagaba todo el material, pero con el aumento de seguidores vino el aumento de apoyos. Ahora, afirma, él paga en torno al 70% y sus donantes el otro 30%. “La gente empezó a donarme los bultos de asfalto [de 25 kilogramos]. No doy mi cuenta bancaria personal, mejor pido que los dejen pagados en la empresa y yo paso por ellos”. Nunca ha desglosado las cuentas mensuales de su activismo, pero afirma que cada megabache puede llegar a tener un desembolso de entre 6.000 y 10.000 pesos solo en el coste de material: “Faltaría sacar [el coste de] si rentáramos la herramienta, si cobrara la gasolina… Algún día lo voy a sacar“. Y asegura que no ha tenido problemas con las autoridades en sus intervenciones. “Creo que ya me conocen con el tiempo, saben bien qué lo que hago es sin estar echándole al gobierno [molestar], como dicen coloquialmente. Mi intención siempre es apoyar“, expone.

La decisión de viajar al lugar donde Don Nico fue balaceado no fue inminente. “Fue difícil. Lo estuve cavilando, pensando todo un día completo”, revela. Pero sentía que tenía que hacer ese homenaje. Aquel día, su mujer lo mira reflexionar más de la cuenta. “Oye, Manuel, te veo pensando. Esa es tu esencia, por lo que tú empezaste este camino. Si hay algo más fuerte que tú que te está diciendo que vayas, yo te acompaño”, le dice. Comienza a sentir algo, miedo, frustración, muchas emociones. “¿Sabes qué?, vamos a darle ahí donde fue la bronca”, dice.

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Sobre la firma

Rodrigo Soriano
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Ciudad de México. Estudió Periodismo en la Universidad de Valencia y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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