Detenidos y torturados para inculparlos en el asesinato de Regio Clown y B-King
Denuncias de los familiares y documentos en poder de EL PAÍS constatan que agentes de la Fiscalía del Estado de México arrestaron en varias ocasiones y golpearon a cuatro colombianos, que siguen presos por un presunto delito que no tiene relación con el crimen de los músicos

La Fiscalía del Estado de México capturó en repetidas ocasiones y torturó a finales de septiembre a cuatro colombianos a los que pretendía vincular con la desaparición y el asesinato de dos músicos de aquel país, B-King y Regio Clown, ocurrido semanas antes, según denuncias de los familiares y constatan documentos judiciales a los que ha tenido acceso este diario. La familia de una de las personas arrestadas, Yuli Felicidad, asegura que la Fiscalía asume erróneamente que era de ella uno de los coches en los que se habría transportado a los músicos el día de su desaparición. Los otros tres detenidos, denuncian sus familias, están presos porque son compañeros de trabajo del esposo de Felicidad, y siguieron la camioneta de la Fiscalía cuando se llevaron a la mujer detenida.
La dependencia mexiquense no ha comunicado públicamente los arrestos de estas cuatro personas, aunque fuentes cercanas a la investigación confirman que, efectivamente, fueron detenidas e interrogadas por el caso de los músicos asesinados. Sin embargo, finalmente fueron presentados ante el juez por un presunto delito de extorsión que nada tenía que ver con el crimen por el que fueron detenidos. La Fiscalía mexiquense asegura que tiene evidencias múltiples que permitirán su vinculación a proceso, aunque declinaron hacer comentarios acerca de las denuncias de abusos y torturas.
Esta acusación contra el Ministerio Público mexiquense da un nuevo giro de tuerca al caso. B-King y Regio Clown fueron vistos por última vez en la adinerada zona de Polanco, en Ciudad de México, el 16 de septiembre, después de haber actuado en el sur de la capital dos días antes. De acuerdo con la versión de la Fiscalía de Ciudad de México, ambos abordaron de forma voluntaria un vehículo por aplicación al salir de un gimnasio de la cadena Smart Fit en Polanco y se dirigieron hacia la zona de Iztapalapa, para luego ser llevados por otro vehículo al Estado de México.
Seis días después, el 22 de septiembre, las autoridades mexicanas confirmaron que sus identidades coincidían con las de dos cuerpos desmembrados encontrados el 17 de septiembre en el municipio de Cocotitlán, cerca de los lindes entre el Estado de México y la capital mexicana. Desde entonces, la pesquisa alrededor del suceso ha dejado un rastro de especulación sobre lo que ocurrió con los músicos y si está implicado el crimen organizado. La Fiscalía capitalina tiene constancia de que el coche que transportó a los músicos rebasó la frontera estatal y entró al vecino Estado de México. “Es allí donde se cometieron los homicidios”, aseguró esta semana Bertha Alcalde, la fiscal de Ciudad de México.
Para los cuatro colombianos que denuncian abusos y torturas por parte del Ministerio Público del Estado de México todo empezó el 24 de septiembre, dos días después del hallazgo de los cuerpos de los músicos. Un familiar de Yuli Felicidad cuenta que esta se encontraba regresando de Texcoco a su casa, en Tepetlaoxtoc, en el Estado de México. Iba manejando su vehículo. A dos cuadras de su domicilio, dos policías de la Fiscalía mexiquense, estacionados junto a una casa en ruinas, le hicieron señas para que se detuviera. Le preguntaron si sabía quién vivía ahí. Ella les respondió que no, que siempre estuvo desolada. Le pidieron que se identificara y le revisaron el coche. Pasó más de una hora y no la dejaban irse. No le permitieron usar su celular cuando recibió una llamada y la bajaron de su automóvil a la fuerza. Era su marido quien le marcaba. Felicidad alcanzó a contestar. Le gritó que la estaban deteniendo en la vieja casa abandonada cerca de su domicilio.
Tras la alerta de la mujer, su esposo e hija llamaron a unos amigos y compañeros de trabajo porque creyeron que había sido secuestrada. Yonier Mantilla, Leandro Quintero y Juan Fernando Córdoba, todos colombianos, así como otros dos compañeros mexicanos, que también están detenidos. Todos trabajaban en una empresa dedicada supuestamente a los préstamos y que las fuentes consultadas aseguran que practicaban los préstamos gota a gota, que van acompañados de intimidaciones o agresión física en caso de impago. Pudieron dar con la ubicación de su colega por los rastreadores portátiles que tenían instalados los coches de la compañía.
Quintero llegó a la ubicación y se encontró, junto al coche de Felicidad, a los funcionarios de la Fiscalía, que le dijeron que en la camioneta no había nadie cuando la encontraron. Quintero llamó al esposo de su amiga para decirle que ella no estaba ahí. Cuando preguntó a los oficiales dónde estaba, estos le quitaron la billetera y le dijeron que debía acompañarlos para tomarle la declaración. Lo esposaron y le subieron a la camioneta. No le explicaron el motivo y lo llevaron a la Fiscalía de Texcoco. Allí, según los documentos y las fuentes consultadas, agentes mexiquenses lo asfixiaron con una bolsa y lo golpearon en el rostro mientras le preguntaban qué tenía que ver con el asesinato de los músicos. Él les dijo que no sabía nada. La tercera vez que lo intentaron ahogar se desmayó. Lo reanimaron con alcohol y lo volvieron a golpear.

No fue el único caso de abusos. Mantilla, Córdoba y los dos mexicanos llegaron directo a la dependencia ministerial en el Estado de México tras la alerta de la familia de Felicidad. Los arrestaron en esa oficina. A los colombianos les quitaron los celulares, las carteras y sus tarjetas de residencia permanente. Ninguno fue registrado en su ingreso. Uno a uno, como Quintero, fueron llevados a la misma habitación y torturados. Entre golpes e intentos de asfixia, a Felicidad y Mantilla les mostraron una foto de un coche marca Mercedes Benz de color plomo, y les intentaron forzar a que lo reconocieran. Ninguno lo había visto antes.
El Mercedes es el mismo automóvil que transportó a B-King y Regio Clown el 16 de septiembre y que fue localizado, el 24 de septiembre, en el cateo a la casa abandonada donde Felicidad y Quintero fueron detenidos, según detalla la familia de ella y consta, en el caso de él, en el Registro Nacional de Detenciones. El coche fue trasladado a una agencia ministerial, donde se buscó huellas dactilares e indicios de quiénes los acompañaron en sus últimos momentos de vida. Sin embargo, hasta ahora no ha trascendido información oficial que confirme si los músicos estuvieron en el sitio donde hallaron el automóvil.
En un lapso de cinco días, del 24 al 29 de septiembre, el Registro Nacional de Detenciones evidencia que Quintero, Mantilla y Córdoba fueron detenidos al menos en dos ocasiones, mientras que en el historial de Felicidad solo figura una detención, el 29 de septiembre, a pesar de que esta fue arrestada cinco días antes. En ese tiempo, fueron llevados de ida y vuelta entre la Unidad Especializada en Combate al Secuestro (UECS) y la Fiscalía de Asuntos Especiales. Los familiares de estos colombianos han denunciado que en ese tiempo les crearon hasta cuatro carpetas de investigación, en tres de ellas acusándolos de homicidio, en otra de narcomenudeo y en una de cohecho, un delito que implica ofrecer un beneficio a un servidor público para que realice u omita un acto relacionado con sus funciones.
Los familiares han relatado que el 28 de septiembre sus allegados firmaron su salida por una carpeta de cohecho. Cuando se disponían a irse, les emitieron una orden de aprehensión por presunta extorsión. El registro marca la detención de los cuatro el 29 de septiembre a las 21.10, en la avenida Miguel Hidalgo. “A unos metros de la panadería Esperanza”, según especifica el documento, en la colonia San Sebastián, en Toluca. Es la dirección exacta de la Fiscalía de Asuntos Especiales del Estado de México. También han denunciado que sus allegados fueron arrestados sin debido proceso y encarcelados en el centro penitenciario y de reinserción social (Cereso) de Texcoco.
Sin avances en la investigación
Los familiares de los cuatro colombianos detenidos creen que el objetivo fue usar a sus allegados como chivos expiatorios por la desaparición y muerte del cantante y del DJ. Las Fiscalías no han dado a conocer nueva información sobre los avances en el doble homicidio de los músicos. Una de las hipótesis, aunque sin confirmación oficial, apunta a un posible conflicto por venta de droga, al parecer tusi, más conocida como la cocaína rosa, una droga de élite. Según expertos en seguridad, el 2C-B (tusibi en inglés, por su acrónimo) es comercializado en Ciudad de México por las organizaciones criminales Unión Tepito y La Chokisa.
No existe una confirmación oficial que apunte a alguna organización criminal en concreto. A pesar de que en el sitio donde fueron encontrados los cuerpos, también se halló una narcomanta con un mensaje amenazador y las iniciales “FM”, atribuidas presuntamente a la Familia Michoacana. El entorno del cantante coincide en que probablemente se trató de una retaliación contra el DJ por no haber pagado derecho de piso para el menudeo de drogas, con la mala suerte de que B-King se encontró “en el lugar equivocado”.
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