El Gobierno paraguayo asegura que Hernán Bermúdez, exjefe de policía de Tabasco, quería instalar una red criminal en el país
El titular de la Secretaría Antidrogas de la nación sudamericana señala que México detectó movimientos financieros del presunto líder criminal en el país desde el 5 de marzo


El caso Hernán Bermúdez sigue dando que hablar, tras su detención en Paraguay el viernes en la noche, alimentando la especulación en México sobre las consecuencias de su captura. Jefe de la policía del Estado de Tabasco entre 2018 y 2024, Bermúdez, presunto líder durante esos años de una organización criminal en la región, enfrenta ahora un proceso de extradición, que, salvo sorpresa, debería acabar con sus huesos en México, donde las autoridades locales le acusan de asociación delictiva, extorsión y secuestro exprés.
Este lunes, el titular de la secretaría antidrogas paraguaya, Jalil Rachid, ha dado algunos detalles más del camino que llevó al arresto de Bermúdez, apodado El Abuelo o Comandante H, en la zona metropolitana de Asunción, la capital. “El 5 de marzo, México identifica algunos movimientos de esta persona aquí en Paraguay y, a partir de ese momento, se comparten informaciones con la Secretaría Nacional de Inteligencia. Y ahí nosotros pudimos dar con esta persona, y frustrar cualquier actividad que él pudiera emprender en Paraguay”, ha explicado.
Rachid ha añadido que “hay ciertos elementos que nos hacen suponer que él pretendía instalar una red criminal acá en Paraguay. Un sobrino de él ya había sido aprehendido aquí un par de meses antes”. Rachid ha detallado que el sobrino, Gerardo Bermúdez, fue detenido por un asunto de apuestas a finales de julio en el país. El funcionario no ha aclarado qué otros elementos les hizo sospechar sobre las posibles intenciones del Comandante H en el país sudamericano, a donde ingresó en algún momento del primer trimestre del año, de manera ilegal.

Bermúdez figura en el centro de una de las tramas de corrupción más relevantes en estos momentos en México. El exjefe policial llegó al frente de la secretaría de seguridad estatal en 2018, por decisión del entonces gobernador, Adán Augusto López, de Morena. Tres años después, López fue nombrado al frente de la Secretaría de Gobernación federal, convirtiéndose en uno de los funcionarios más poderosos del país. Bermúdez permaneció en su puesto y aprovechó su posición para consolidar la prevalencia en el Estado de su organización criminal, La Barredora.
Al principio, La Barredora y el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), marca criminal presente en buena parte de la geografía nacional, trabajaron juntos en la región. Delitos como tráfico de drogas, extorsión y robo de combustible o huachicol, aparecían en su hoja de servicios. Pero con el paso del tiempo, la sociedad criminal se dividió, dando origen a una ola de violencia que ha teñido de sangre al Estado. Es en ese contexto, finales de 2019 y los años siguientes, cuando el aparato de inteligencia militar empezó a dudar del Comandate H, sospechas que un par de años después eran ya certezas.
Más allá de lo obvio -el hecho de que un jefe policial aprovechara su posición para liderar actividades criminales-, el caso ha crecido por la relación entre Bermúdez y su primer jefe, Adán Augusto López, peso pesado en Morena, muy cercano al expresidente Andrés Manuel López Obrador –los dos son tabasqueños–, que incluso contendió por la candidatura del partido guinda a la presidencia el año pasado. Derrotado en la carrera a Palacio Nacional, López reconstruyó su poder en el Senado, donde dirige la bancada de la formación.
El caso supone un desafío para la dirección del partido y para el propio Gobierno, que dirige Claudia Sheinbaum. La presidenta ha pedido que se investigue a quien se tenga que investigar, marcando una línea roja contra la corrupción. El futuro del caso Bermúdez transita el área gris donde su administración podría definirse. Toda rareza en los pasos siguientes de la investigación podría entenderse como un intento deliberado de contener la acción de la justicia.
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