José Luis Salazar, autor de ‘Sonautas’: “¿Qué es más anticapitalista y más revolucionario que querer escribir un libro o leer?”
El ganador del Cuarto Premio de Novela Juvenil de Universo de Letras, UNAM 2024, habla de su libro, considerado una sobresaliente obra experimental muy cercana a la ciencia ficción contemporánea


José Luis Salazar (Estado de México, 35 años) ha escrito una novela que desafía a cualquier lector que se acerque a sus páginas. Aunque está considerado como un libro de literatura juvenil, Sonautas (UNAM, 2024) plantea reflexiones de vida que confrontan a cualquier persona sin importar su edad de formas muy complejas, usando, además, un lenguaje que va más allá del escrito. Entre recursos visuales muy simples, pero potentes y simbólicos, y guiños a una generación que creció con los primeros avances tecnológicos que revolucionaron la comunicación con la llegada del internet, Salazar usa el sonido como un vehículo para experimentar la realidad.
Hay colores, sensaciones, humor, y una profundidad que aparece de pronto, entre risas y paisajes de colores. Para el autor, un joven serio, taciturno, pero con frases luminosas, llenas de un optimismo ineludible, dedicar años a la escritura de este libro y más años todavía de lecturas han sido un ejemplo de resistencia. “A ti, a quien me lee, necesito pedirte que me creas”, dice en una de las páginas el protagonista de Sonautas. Un chico de 17 años que vive solo en un departamento con su abuelo, un hombre errático con su propio pasado sobre sus hombros, incapaz de comunicarse con su nieto y mucho menos de demostrarle cariño. En medio de profundos diálogos entre el protagonista, y su diario virtual, la historia comienza cuando una amiga cercana desaparece y él, acompañado de sus amigos, se empeña en una búsqueda que les hace replantearse todo cuanto conocen del mundo y de ellos mismos.

Pregunta: Ha ganado un premio muy específico que coloca su libro en la categoría de “literatura juvenil”. ¿Cómo asume usted esa etiqueta?
Respuesta: Sí, el Cuarto Premio de Novela Juvenil de Universo de Letras de la UNAM. Entiendo que es un esfuerzo bianual en el que Sonautas ha sido la cuarta premiada y las últimas dos se circunscriben en esta colección Hilo de Aracne que es una colección pensada en los jóvenes. De pronto a mí me parece que esa categoría separa a un público muchísimo más amplio y yo, por ejemplo, me puse muy nervioso cuando supe que alguien de 17 o 18 años la tuvo en sus manos. Al final la literatura es literatura, sin etiquetas, y creo que los temas que se abordan desde una metáfora de especulación o ficción también describen la realidad.
P: ¿Ha podido leer las anteriores obras premiadas?
R: Sí, empecé a leer Clara como un fantasma, de Alejandro von Düben, y me llama la atención que ese libro, Canción de protesta [de Adolfo Córdova y Daniela Rea] y la mía, de alguna manera tratan en cierta medida y en ciertas seriedades y matices de que alguien no está, de alguien que ha desaparecido. Quiero matizar eso, porque las desapariciones se inscriben en contextos muy políticos y muy serios. En contextos en los que piensas que extrañas a alguien nada más. Y quizás la parte más horrible, negativa y fea que nos puede ofrecer el país no se ve tan reflejada [en Sonautas], pero está ese testimonio de ‘extraño mucho a esa persona. No sé dónde está y la quiero encontrar’.
P: Hay en su novela un lenguaje de tiempos donde iniciaba el internet y el auge de las computadoras. ¿Cómo ha jugado con esos elementos para expresar lo que siente su personaje?
R: Sí, he escuchado un par de comentarios sobre ese formato, pero pienso que una vez que tú firmas el contrato de la especulación ya sientes que es como un parque de diversiones. Lo que quise fue representar el escándalo que tiene el personaje por dentro, representarlo en todos los guiños que tiene en el libro.
P: ¿Es entonces un libro de ciencia ficción?
R: No sé si es de ciencia ficción porque no meto ningún elemento de ciencia per se, pero sí es como una ficción especulativa, de pensar en otras posibilidades. Y creo que para las personas que leen esta clase de fantasías y las personas que escriben esto, pues es como muchas veces ocurrió así en un México de 2007 donde de pronto volteabas a la tele tú como adolescente y todo lo que veías era un inicio muy oscuro de México con la llamada guerra contra el narco. De alguna manera yo cuando tenía estas reflexiones en esos tiempos prefería encerrarme en mis propios mundos como una coraza, mi mundo de música, de páginas de internet, de videojuegos, a querer validar esto que está ocurriendo afuera y validar era poner atención. En algún momento pensé en hacer un pequeño esbozo porque dije, él no tiene la capacidad de entenderlo como yo no tenía la capacidad de entenderlo, pero lo que tiene la capacidad de entender es que va a voltear completamente a otro lado, pero no desde la decisión sino desde la inocencia.

P: La relación entre el protagonista y su abuelo es de una complejidad muy realista, e incluso plantea cuestionamientos al machismo y a esa aparente incapacidad de los hombres a mostrar sus emociones. ¿Cómo fue la construcción de esta relación tan clave para entender el libro?
R: Al empezar a construir al abuelo se me facilitaba mucho entrar a ese personaje, quizás porque usaba todas mis imposibilidades emocionales. Yo también entiendo que en algún momento de mi vida, más antes que ahora, tenía estas imposibilidades, mi propio abuelo tenía posibilidades, mi papá tenía imposibilidades, hombres que adoro y amo con todo mi corazón tenían todos estas imposibilidades. No sé si tenga mucho o nada que ver con la novela, pero yo a mi papá le empecé a decir, te quiero y él como que se hacía para atrás, como que había ahí un halo de confusión. Y a los tres meses, mi papá me lo decía igual. Entonces pensé, ¡ah! Lo aprendemos. ¡Lo podemos aprender!
P: Tiene varios cuentos anteriores y ha trabajado el borrador de este libro en un taller literario que duró varios años. ¿Cómo fue dar el paso a concretar esta novela?
R: En algún momento intenté con una historia antes, por ahí que tengo, que no sé dónde está ahora, pero nunca floreció. De ahí lo que sí hacía mucho eran esos cuentos, historias que trabajé y llevé a un taller, y lo disfrutaba. Igual disfrutaba mucho ir a leerlas al taller al que asisto con Gabriel Rodríguez Liceaga, donde leemos lo que escribimos, historias que compartimos, pero en un momento la vida te saca un poco. Es decir, ¿qué es más anticapitalista y más revolucionario que querer escribir un libro, que querer leer, incluso? Porque cuando lees no produces nada, eres como el Cordyceps del mundo moderno, los vectores, porque de alguna manera se sientan y no favorecen nada al sistema, no favorecen a otras personas. He dicho en otras entrevistas que lo que yo quería era poner un poco la música al servicio de la literatura. Y no al revés. Y de pronto resultó que la literatura acá en realidad se pone al servicio de la música y es completamente al revés: es poner la música al servicio y disposición de la manipulación, creación y destrucción de la literatura.
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