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Medio siglo moviendo los hilos del circo: la magia de los títeres celebra aniversario en Ciudad de México

‘El circo de las marionetas de la esquina’, del argentino exiliado en México Lucio Espíndola, invita a carcajadas a grandes y pequeños

El circo de las marionetas
Carlos S. Maldonado

En el centro del escenario rodeado de tres pequeñas carpas de circo está Emiliano Leiva Ramírez, hombre joven, alto, vestido con su elegante capa de color rojo y pajarita al cuello, quien con voz grave y ceremoniosa anuncia con reverencia a “una gracia, una figura hermosa”: la trapecista Ariadna. Entonces una delicada marioneta desciende al escenario y hace equilibrios sobre la cuerda con estilo, como una verdadera circense suspendida de sus hilos. Estamos en los ensayos de El circo de marionetas de la esquina, un espectáculo que cumple 50 años de carcajadas y de preservar un arte que llegó a México en los cajones de un exiliado argentino.

Leiva no es solo el presentador de una función que durante julio y agosto abrirá el telón los fines de semana en La Titería, el teatro de marionetas localizado en Coyoacán, ese bonito barrio de artistas localizado al sur de Ciudad de México, sino que también ha aprendido el delicado oficio de crear marionetas y está a cargo del diseño y confección de los títeres de la compañía. “No se trata de que sean bonitos, sino de que sea un personaje que te pueda comunicar lo que sucede en la obra y que tú como espectador puedas imaginar que mueve los ojos, la boca, las manos, creer que está vivo”, comenta el artista.

Y vivas parecen estas marionetas que se mueven en el escenario entre las carpas de circo. Vivas como el mago chino Talán, que también es presentado con gran respeto y devoción por Leiva. “¡Bienvenido, maestro!“, dice, y la pequeña marioneta llega al centro de la carpa de circo con su ropa tradicional china, de hermosos bordados que brillan con las luces. ”¡Taraaaaán!“, se presenta Talán moviendo sus larguísimos bigotes morados. Lo hace en mandarín, mientras Leiva traduce al público. El chino hace un truco que genera asombro en los espectadores, porque para algo han contratado a magos que los ayudan con estas escenas.

La compañía Las Marionetas de la Esquina en La Titería.

Amaranta Leiva y su madre Lourdes Pérez son quienes mantienen vivo este hermoso espectáculo y la compañía de títeres. Leiva escribe obras, pero también se encarga de supervisar los ensayos. Lourdes, de 80 años, además de confeccionar los hermosos trajes de los títeres, mantiene sobre el escenario su ojo crítico, porque ella es heredera de una tradición creada por su marido, el artista argentino Lucio Espíndola, fallecido en 2022.

Dejemos un momento el escenario de tres carpas y retrocedamos en el tiempo. Corrían los duros años de mediados de los setenta y Argentina era machacada por la sanguinaria dictadura de la Junta Militar liderada por los siniestros Emilio Massera, Jorge Rafael Videla y el brigadier Orlando Agosti, quienes organizaron una científica cacería, aniquilamiento y desaparición de disidentes. Lucio Espíndola había levantado su proyecto de títeres en la Patagonia argentina, con el que pretendía explorar las posibilidades físicas y expresivas de las marionetas de hilo. Así surgió el espectáculo de El circo de las marionetas. Pero Espíndola era un hombre crítico y a las dictaduras no es solo que no le gusten las críticas, sino que aborrecen el humor. Lo detuvieron, lo torturaron, pero tuvo la suerte de liberarse.

El artista dejó Argentina, en un exilio de toda la vida en México. Viajó a Guadalajara con sus cajones cargados de marionetas, donde vivía un amigo también artista, y luego supo que en la capital había un grupo de títeres con mucha fama, Los Mascarones, al que pertenecía Lourdes Pérez. “Era una agrupación icónica en ese momento, 1968, época de la rebeldía de la juventud. Éramos un teatro de calle, agitador”, explica Pérez, quien más tarde, al estar embarazada de su hija Amaranta, decidió que también quería hacer presentaciones para niños. “En la dinámica del grupo no funcionó, porque no interesaba la parte infantil, pero siempre pugnaba porque hubiera cosas para niños”, comenta. Fue entonces cuando apareció en escena Espíndola para dar talleres a la agrupación y se prendió del proyecto, pero también de Pérez. Juntos crearían lo que hoy es La Titería.

Humberto Camacho, titiritero en el taller de Las Marionetas de la Esquina.

“Yo siempre hago el chiste de que veía a los títeres y lo veía a él y me enamoré de los dos, porque entonces trabajábamos con muñecos de guantes, era otra cosa. Esto otro me deslumbró, porque realmente son títeres de una hechura magnífica. Lucio era un gran constructor. Son preciosos”, dice Pérez, quien enseña en su teléfono móvil una imagen del titiritero en su taller. Imposible no recordar el cuento de Pinocho, con la esperanza de que Espíndola le ordenara a su obra: “¡Habla!"

Volvamos a nuestro escenario de tres carpas. Amaranta Leiva es ahora la directora de Marionetas de la esquina y la encargada de que el espectáculo brille. Esta mañana gris y fría del verano chilango ella da el grito de inicio de los ensayos y recomendaciones específicas a los cinco actores que dan vida a las 15 marionetas del espectáculo en el que también ellos participan. Aquí se cuida cada detalle: que el León ruja su furia felina, que la foca se mueva con su pesadez de mar o que el levantador de pesas demuestre músculo.

La compañía ha logrado levantar este teatro único en la capital, con un escenario bien montado, gracias a apoyos públicos, pero también a su empeño porque siga esta tradición. Han hecho giras por Estados Unidos, Canadá, Latinoamérica y España. En Ciudad de México, cada fin de semana representarán El circo de las marionetas de la esquina, que el grupo define como una de las obras de títeres más emblemáticas de América Latina. Dice Amaranta Leiva: “A la gente le maravilla y a mí eso me da mucha esperanza. Los niños y los adultos seguimos creyendo en las historias, necesitamos que nos metan a otro mundo, uno mágico”.

Ensayo de la obra ‘El circo de las marionetas’.

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de EL PAÍS México. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica, temas de educación, cultura y medio ambiente.
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