Leticia Merino: “Hay que cambiar la ley de aguas que dio concesiones a los grandes capitales sin regulación”
La investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y coordinadora de la Agenda Socioambiental 2024 alerta de que el actual sistema de manejo de aguas vuelve más vulnerable a la población frente a los estragos del cambio climático


La socióloga Leticia Merino es una de las voces más autorizadas para hablar de los problemas ambientales que sufre México. Ha mantenido un compromiso —personal y profesional— de décadas en la lucha contra la devastación de la minería, la deforestación o la inseguridad alimentaria, que golpea a las poblaciones más empobrecidas del país. Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y coordinadora de la Agenda Socioambiental 2024, la académica alerta en esta entrevista de que el actual sistema de manejo de aguas, vigente desde inicios de los años noventa, vuelve más vulnerable a esa población frente a los estragos del cambio climático y exige que se cambie, porque otorgó concesiones a los grandes capitales sin regulación.
Pregunta. México lleva varios años de sequía y las temperaturas aumentan también año con año. ¿Cómo calificaría usted la situación del país en términos ambientales?
Respuesta. Muy grave. Hay una serie de problemas ambientales muy fuertes. El tema del agua, pero además este problema se complica debido al sistema de manejo del agua, el sistema de concesiones que se instaura después de 1992 con [el expresidente] Carlos Salinas de Gortari. Ese sistema creó el mercado de derechos de agua y lo que ha pasado es que los grandes agricultores, como los productores de aguacate, tomate o cultivos que se dedican a la exportación, acaparan gran parte del agua, además de que no la pagan porque se considera de uso agrícola.
P. ¿Cómo ha afectado a la población ese sistema?
R. Hay una muy mala distribución del agua, muy desigual, muy injusta. No considera ninguna obligación a los grandes usuarios del agua para controlar la contaminación. Como resultado, tenemos alrededor de la mitad de las cuencas o más sobreexplotadas, también con un altísimo nivel de contaminación, muy grave en distintos ríos que se consideran zonas de emergencia ambiental y no hay realmente prácticas de restauración de cuerpos de agua.
P. México es un país muy vulnerable al cambio climático, ¿cómo valora usted las políticas relacionadas con los compromisos climáticos?
R. Con los compromisos climáticos México hace el esfuerzo. Pero México no es de los grandes emisores como Estados Unidos o Canadá. Creo que el tema del país, para hablar en el léxico de cambio climático, no es el tema de mitigación, sino el tema de adaptación.
P. ¿Y cómo se debe adaptar México?
R. No se adapta. La adaptación implicaría mejorar el manejo del agua, racionalizar, priorizarla en función de intereses de seguridad hídrica, de seguridad alimentaria, no de privilegiar la agricultura de exportación o la minería.
P. México es el quinto país con más diversidad del mundo, es decir, que el territorio alberga más o menos el 12% de la biodiversidad planetaria. ¿Usted diría que esta riqueza está en riesgo ahora?
R. Los bosques mexicanos son cada vez más vulnerables por sequías. Las sequías y el aumento de temperaturas incrementan la presencia de plagas y enfermedades forestales. El abandono de la política forestal genera que las plagas suben de latitud porque aumenta la temperatura. Se presentan plagas en bosques donde no había, bosques que no tienen inmunidad como nosotros con la Covid.
P. ¿Está perdiendo México la batalla contra el cambio climático?
R. Se exacerba el deterioro en muchas regiones por esta orientación extractivista e hiperproductivista de exportación a costa del medio ambiente y a costa de las poblaciones locales. Muchas de las tierras colectivas, que mal que bien eran un soporte para el cuidado de los ecosistemas, se han vendido. En Yucatán se ha perdido el acceso a la tierra y se han implantado grandes proyectos agropecuarios. En México afecta la falta de regulación, la falta de priorización del tema ambiental.
P. ¿Qué impacto tiene esta falta de políticas ambientales en las poblaciones más vulnerables?
R. Mira, yo creo que el Gobierno trata de hacer mucho en el tema ambiental, particularmente la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente, que es la encargada de vigilar y sancionar, pero tiene un promedio de cinco inspectores por Estado. Imagínate un Estado como Chihuahua, que es la mitad de España, con cinco inspectores para ver costa, el tema forestal y la industria, con salarios de 750 dólares al mes. Entonces, por más ganas que tengas, pero con ese presupuesto, no se puede hacer mucho.
P. ¿Cree que hay voluntad política?
R. Creo que hay voluntad en el Gobierno, pero no hay la priorización que requiere lo ambiental frente a otras cosas. Y la falta de regulación y el abuso lo sufren las poblaciones urbanas y rurales ya precarizadas de por sí. Sin vigilancia ambiental, sin promover actividades más sustentables, la vulnerabilidad ambiental aumenta y la sufre la gente más pobre. México está en una situación muy delicada.
P. ¿Considera que el medio ambiente es una prioridad para este Gobierno?
R. Sinceramente, creo que no. Creo que hay más comprensión de los temas ambientales por la trayectoria de Claudia Sheinbaum y más valoración que en el gobierno anterior, porque [el expresidente] López Obrador ni entendía ni le importó. Creo que Claudia toma un poco de distancia y tiene como cabeza del tema ambiental una persona sumamente prominente, muy conocedora del tema, que fue directora de la CEPAL, la doctora Alicia Bárcenas, pero no hay recursos.
P. ¿Cuáles deben ser las medidas urgentes que se deben tomar para evitar las consecuencias del cambio climático?
R. Una medida por la que la ciudadanía nos hemos movilizado por 10 años es el cambio de la ley de aguas, que abrió la puerta a los grandes capitales sin regulación. Es fundamental priorizar este derecho humano al agua y a la alimentación; prohibir transgénicos, el uso de glifosato, porque en México están permitidos 80 insecticidas que están prohibidos en Europa y en otros países latinoamericanos.
P. En el caso del agua son muchos y poderosos los intereses que hay detrás. ¿Cree que hay voluntad política para cambiarla?
R. Se logró cambiar la ley de minería cuando pensábamos: “Híjole, nunca se va a lograr por la plata que tienen las corporaciones mineras”. Creo que el movimiento sigue estando. La gente que está al frente de Conagua quizás es más honesta que la anterior, pero hay muchísimas mafias en el territorio en torno al control del agua.
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