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Navidad
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ocho razones a favor y nueve en contra de regalar dinero a los niños por Navidad

Puede ser práctico y un acierto seguro meter unos billetes en un sobre, pero pocas veces esa transacción se convertirá en un recuerdo navideño

Regalar dinero a los niños por Navidad

Quizás recuerdes la época en la que los novios hacían una lista de regalos de boda en unos grandes almacenes y te tocaba ir en persona a mirar el catálogo o los trastos y decidir si les comprabas la sopera, los cubiertos de plata o las copas de marfil. Con inocencia, pensabas que cada vez que ellos montaran un banquete y usaran esa vajilla resplandeciente se acordarían de tu generosidad y brindarían por ti. Aunque todos sabemos que, en la mayoría de los casos, la pareja cambiaba ese importe recolectado por tarjetas regalo o se compraba lo que quería en los mismos almacenes. Por eso, aunque le quitara todo el romanticismo, empezó a ser mucho más práctico que en la invitación de boda figurara el número de cuenta, y todos felices.

Dicho esto, los regalos de Navidad para los niños, ¿tendrían que beber de esta misma practicidad? ¿Sería mejor darles dinero? ¿O mantenemos la tradición de los catálogos, las cartas y los paquetes envueltos alrededor del árbol?

En el mundo estresante de hoy, todo tiene pros y contras, y aquí te doy razones para que te conformes con lo que ya haces o para que se imponga otra costumbre familiar.

A favor de la practicidad y el dinero en efectivo

1. Es muy práctico para todo el mundo. Se acabó romperse la cabeza pensando qué les gustará, haciendo colas y escondiendo paquetes. Rápido y fácil. Así solo tienes que estresarte por las comidas y cenas familiares, la conciliación durante varias semanas, el precio de todo y el frío que hace.

2. Aciertas seguro, porque los críos (sobre todo los adolescentes) cambian de gustos y de caprichos a cada momento. Pueden pedir algo en la carta y justo después de entregarla al paje escribirían una totalmente distinta. El dinero satisface cualquier deseo cambiante que tengan.

3. Es más ecológico y limpio, porque no se llena la casa de papel de regalo rasgado en mil pedazos (que siempre hay un trozo que va debajo del sofá y se queda allí hasta febrero). Por no hablar de las cajas y plásticos del propio regalo. El planeta te lo agradecerá.

4. El dinero ni se estropea, ni necesita pilas, ni hay que montarlo ni cambiarlo.

5. A los niños les das el comodín de las rebajas. Tu dinero, que ahora será su dinero, valdrá mucho más en las rebajas. Mejor inversión que la Bolsa.

6. Les enseñas a administrarse su propio dinero, hacerse cargo de lo que cuestan las cosas y luego apechugar si no les gustan o no era lo que ellos realmente necesitaban y se han dejado llevar por el impulso.

7. Es un recurso ideal para familiares que viven lejos o que no conocen los gustos de los niños. Los billetes son fáciles de enviar o de gestionar en diferido y acertarán más que encargar un “pongo” que solo molesta.

8. En vez de regalos de compromiso para salir del paso, donde toca poner buena cara, aunque te parezca que no han acertado en nada, el dinero le da la máxima libertad a quien lo recibe.

En contra del sobrecito rápido

1. No hay carga emotiva, sino una simple transacción, como el que paga con Visa en un TPV. Ya de paso, llévate a los niños al cajero y sacas los billetes delante de ellos, para que sea todavía más una transacción bancaria sin sentimientos.

2. Se empieza con el sobrecito de dinero y se acaba haciendo un triste Bizum… El Grinch y el dinerico han arruinado la Navidad.

3. Se pierde el cariño de pensar en la otra persona, el esfuerzo de imaginar qué le gusta y conseguirlo, porque, en el fondo, un regalo envuelto son también horas de amor envueltas, una metáfora física de que te importa alguien.

4. Sin emoción, no hay recuerdo. Haz memoria por un momento y llegarán a tu cabeza bien esas mañanas navideñas en las que abriste una caja que contenía tu muñeco deseado, la consola imposible de tener, la bicicleta o el patinete que ya se intuían con el envoltorio… Y ahora intenta recordar alguna de las ocasiones donde te han dado un vale o un sobrecito con dinero. Nada, ¿verdad? ¿Cuántas fotos tienes de ese momento, tú de niño con pijama, enseñando un billete? Ninguna, porque es algo que no merece la pena ni fotografiar.

5. Cuando al día siguiente en clase lleven algún juguete para enseñar a los colegas, tu hijo se sentirá poco integrado solo con su billetito.

6. Te cargas la estética de la mañana de regalos. Levantarte y encontrar los paquetes envueltos, intentar adivinar qué hay dentro, agitando la caja e intentando descifrar el ruido misterioso… Es todo un ritual familiar. Abrir sobres, por mucho dinero que contengan, parece que estás mirando facturas al lado del buzón mientras baja el ascensor.

7. El dinero es algo cuantificable y, por lo tanto, puede traer enfados entre hermanos o decepciones para hijos únicos si la cantidad no es la esperada o uno ha recibido más que el otro. Con un regalo físico, no te estarán los niños leyéndote el código de barras con un escáner para comparar precios.

8. Mientras haya niños pequeños es difícil mantener una narrativa navideña coherente cuando unos reciben juguetes y otros vales y dinero.

9. No queda tanto para que los niños se hagan adolescentes, y los encuentros navideños sean más una sucesión de comilonas en familia que unas mañanas llenas de sorpresas. Aprovecha la magia mientras dure, quizá haciendo menos regalos, y luego por rebajas ya compensaréis.

Y tú, ¿eres más de detalles o de transacciones? Elijas lo que elijas, ¡feliz Navidad!

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Sobre la firma

Martín Piñol
Escritor, humorista, guionista de televisión y profesor de escritura y comedia. Autor de 35 libros, varios de ellos premiados y traducidos, escribe como colaborador en la sección Mamás&Papás de EL PAÍS desde 2016. En lo relativo a la crianza, no es ni pediatra ni psicólogo ni experto en nada, pero tiene dos hijos y se fija mucho.
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