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El tabú de la sexualidad infantil y la masturbación en adolescentes

Entender la diferencia entre sexualidad y erótica es una de las claves para que padres y madres sepan reaccionar cuando sus hijos llegan a la adolescencia y les pillan autoestimulándose

Masturbación en niños y adolescentes
Cristina Bisbal Delgado

La sexualidad infantil y el placer que los menores sienten en sus genitales ante su propia exploración sigue suscitando controversia e incomodidad en la mayoría de los adultos, que lo convierten en un tema tabú, generalmente “por el desconocimiento provocado, precisamente, por el miedo que da la falta de información”, explica la sexóloga y educadora sexual Nayara Malnero. Sin embargo, los niños son seres sexuales. “Para ellos estimularse los genitales quiere decir que sienten placer en una parte de su cuerpo, que recibe un estímulo, que les gusta y que por eso van a volver a hacerlo”, señala la también psicóloga.

“Los órganos genitales están provistos de muchas terminaciones nerviosas que al ser tocadas producen sensaciones gratificantes que el menor tiende a repetir”, coincide Mari Carmen Hernández Sánchez del Río, pedagoga, formadora en educación sexual para el profesorado de etapa Infantil y autora del libro Educación sexual para niños y niñas de 0 a 6 años (Narcea Ediciones, 2008). “Desde el punto de vista fisiológico”, prosigue, “los tejidos del pene y del clítoris están suficientemente formados e inervados por fibras nerviosas como para que, desde el primer año de vida, sean posibles las erecciones espontáneas o como respuesta a toques y caricias realizadas con cariño”.

“Es corriente que los bebés varones tengan erecciones mientras la madre los amamanta. Algunos adultos se sienten alarmados ante estos detalles y temen que pueda ser indicio de anomalías o perversidades precoces”, subraya Hernández. “Pero lo cierto es que la cálida y blanda proximidad del cuerpo de la madre y el intenso estímulo neurológico que comporta la succión (en los labios confluyen abundantes terminaciones nerviosas sensoriales) se conjugan para enviar mensajes al cerebro que son interpretados como placenteros y que activan los reflejos sexuales”, explica. “También en las niñas lactantes sobreviene la lubricación vaginal, lo que indica que esta pauta no se limita a uno de los sexos, aunque la erección es más visible”, puntualiza. Hernández sostiene que ese tipo de autoestimulación no puede calificarse como masturbación, porque ambas acciones no tienen la misma intención.

“La sexualidad infantil es autoerótica, ya que no se proyecta hacia ningún objeto sexual en particular. En la infancia no se proyecta la sexualidad a los demás. Es un período de completo autocentrismo”, continúa la pedagoga. Para Hernández, es un grave error intentar entender o valorar la sexualidad infantil tomando la sexualidad adulta como marco de referencia: “La cosa cambia con la llegada de la pubertad y la aparición de las hormonas, los cambios físicos y emocionales”. “Es en ese momento cuando nos podemos referir al concepto adulto del sexo, que está repleto de numerosos matices y que puede involucrar a otras personas en su deseo o sus prácticas”, explica la sexóloga y educadora sexual Lucía Jiménez.

Cómo comportarse cuando los padres o madres “les pillan”

Entender la diferencia entre sexualidad y erótica es una de las claves para que los progenitores sepan reaccionar si ven a sus hijos tocándose sus genitales y sintiendo placer. “Lo primero es aceptar que nos pueda generar incomodidad, sorpresa, vergüenza o cualquier tipo de emoción incómoda, porque en muchos casos la educación que hemos recibido no ha sido la más adecuada y tenemos nuestros propios prejuicios muy interiorizados”, recalca Jiménez. Según la experta, sería positivo trabajar previamente en las creencias que los padres y madres tienen, para poder transmitir a los hijos un mensaje sano sobre su sexualidad, de la forma más coherente. “Después, lo ideal es dejarles que lo hagan e indicarles que lo que están experimentando está muy bien, pero que cuando quieran hacerlo es mejor en espacios de intimidad como su cuarto, y cuando estén a solas”, prosigue la sexóloga. Una buena solución para Malnero es comparar este acto íntimo “con otros que también lo son, como hacer pis o hacer caca, que requieren de un lugar y una situación concreta”.

La naturalidad también es fundamental para no alarmar a los niños y que no entiendan ese acto como algo malo. “Es aconsejable que se den cuenta de que les has visto y no has apartado sus manos ni has hecho un mal gesto o comentario. No se les puede transmitir la idea de que los tocamientos son malos, porque cuando sean adultos serán parte de su intimidad”, apunta Malnero. “Cuando se les hable de la necesidad de intimidad para ellos, se les tiene que hablar de la de los demás. Hay que explicarles que igual que su cuerpo es suyo, el de los otros niños es de ellos y solo los tocamos si nos lo permiten, teniendo en cuenta que hay zonas que son más íntimas que otras, que son las que cubre la ropa interior”, añade.

Para esta experta, los progenitores tienen que entender que es normal que sus hijos exploren y sientan curiosidad por el cuerpo de otros niños, que pregunten por qué son diferentes, que toquen, que investiguen. Aunque con algunas excepciones muy claras. “No se debe permitir, ni por curiosidad, tocamientos entre niños y niñas de diferentes edades, en los cuales los intereses son diferentes”, dice Hernández. “Es el mejor modo de asegurarnos de que no se están ejerciendo presiones o juegos de poder entre ellos”, sintetiza Jiménez.

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Sobre la firma

Cristina Bisbal Delgado
Periodista vocacional desde hace 30 años, ha pasado la mayor parte de su carrera colaborando en medios de estilo de vida, cultura y salud. Desde 2016 escribe sobre crianza en Mamas & Papas y ahora, además, dedica gran parte de su tiempo laboral a la Comunicación corporativa.
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