Cómo conseguir las vacaciones monoparentales perfectas: respetar las emociones de todos, evitar la sobreplanificación y priorizar el descanso
En estas familias, la responsabilidad emocional y logística recaen en un solo progenitor y puede generar agotamiento físico y mental, pero también es una oportunidad de fomentar autonomía, crear un vínculo sano con los niños y tener la libertad para decidir


La escena se repite durante las vacaciones en muchos hoteles de costa, en la playa o en la montaña: madres solas que cargan la sombrilla, el carro del bebé, la nevera portátil, las toallas, los cubos y las palas. Padres solos que empujan, que arrastran, que improvisan juegos en la arena y meriendas sobre la marcha. Padres o madres que lo hacen todo, solos. No hay turnos, no hay descansos. Solo la convicción de que esas vacaciones, aunque agotadoras, son importantes. Para sus hijos, pero también para ellos.
Cada vez más familias viven el verano desde la experiencia de la monoparentalidad. Algunas por elección, otras por divorcio, viudedad o circunstancias vitales diversas. Pero todas comparten algo: la responsabilidad en solitario de que ese viaje (ese descanso tan esperado durante el curso) no se convierta en una maratón sin final.
En España, ya hay casi dos millones de familias monoparentales. Representan una de cada diez, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística que contiene los datos oficiales de la Encuesta Continua de Hogares 2020, últimos datos a disposición. “La sensación de tener que sostenerlo todo sin red es uno de los mayores desafíos”, explica Begoña Del Campo Zafra, psicóloga y especialista en neuropsicología. “La logística, la organización, el bienestar de los pequeños y el propio equilibrio emocional recaen en una sola persona. Y eso genera agotamiento físico y mental”, aclara.
“Viajar sin el otro progenitor puede impactar emocionalmente a los niños, especialmente si la separación es reciente o si aún hay preguntas sin resolver”, relata Del Campo. “Aunque no lo expresen, pueden sentir tristeza, confusión o incluso culpa”. Por eso insiste en la importancia de hablar con ellos antes y durante el viaje, ofrecer un espacio donde puedan expresar cómo se sienten y normalizar la experiencia desde el amor: “Una familia también puede ser sólida y feliz, aunque tenga una sola ala”, recalca la experta en neuropsicología.
Pero el peso emocional no recae solo en los menores. Para muchos adultos, organizar unas vacaciones en solitario también conlleva exigencias internas difíciles de soportar. “Muchas veces aparece un deseo inconsciente de compensar la ausencia del otro progenitor, haciendo que todo salga perfecto”, añade Del Campo. “Eso incorpora presión y dificulta la espontaneidad. Es importante recordar que no se trata de hacer más, sino de estar más presentes, con lo que somos, tal como somos”, incide.

Por su parte, Laura Cerdán, licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona, coincide: “Puede resultar difícil encontrar tiempo para uno mismo y manejar el estrés de forma saludable, porque la carga emocional y logística recae completamente en una sola persona”. Y considera que uno de los sentimientos más frecuentes durante estas vacaciones es la soledad. “Ver a familias completas puede activar pensamientos de carencia o fracaso. La clave no está en evitar esa comparación, sino en observarla con conciencia”, afirma la experta.
Además, relata que la expectativa de unas vacaciones perfectas puede intensificar la frustración si la realidad no se ajusta a ese ideal. “Es importante validar y aceptar los sentimientos de soledad, en lugar de reprimirlos. Ajustar expectativas y aprender a disfrutar de los buenos momentos que ofrecen esas vacaciones, aunque a priori no sean ideales, también ayuda”, destaca Cerdán.
Según la psicóloga, muchos padres en esta situación sienten una “responsabilidad excesiva respecto al éxito o fracaso de esas vacaciones”. Y en ese intento de que todo salga bien para los niños, es frecuente dejar de lado el propio bienestar: “La falta de apoyo de un compañero o compañera aumenta la sensación de agotamiento y estrés”.
“En este tipo de vacaciones muchas veces aparece la presión de ser todo: organizador, cuidador, animador, regulador emocional… y además, disfrutar. Esa carga invisible agota. Para equilibrarla, es esencial bajar la exigencia y permitirse pedir ayuda, aunque sea al entorno o a otros padres”, explica Del Campo. Y sostiene que también es útil crear momentos de pausa reales, incluso si son breves, para reconectar con uno mismo y no desaparecer dentro del rol: “Estar bien es parte del viaje”.
Aunque muchas veces no lo digan, los niños también notan la ausencia. “No es raro que en estas vacaciones en solitario aparezcan preguntas, silencios más largos de lo habitual o cambios sutiles en el estado de ánimo”, según Del Campo. “Cuando la separación es reciente o hay heridas abiertas, los hijos pueden sentir tristeza, confusión o incluso culpa”, describe y asegura que muchos menores no entienden por qué ese año no están todos juntos, “y tienden a interpretar las ausencias desde su mundo emocional, donde lo que no se explica se rellena con miedo”.
Cerdán, por su parte, apunta que en algunos casos esa ausencia puede vivirse como una forma de abandono, no solo del progenitor que no viaja, sino también como una sensación de pérdida difusa hacia el que sí está, pero va desbordado. “En los más pequeños puede aparecer ansiedad por separación o una necesidad constante de contacto. En los mayores, se traduce a veces en enfado, apatía o una cierta desconexión emocional”. Por eso recomienda anticipar lo que va a suceder —dónde se irá, cuánto durará el viaje, qué se hará— y crear espacios seguros de diálogo durante la estancia. No se trata de forzar una conversación, sino de estar disponibles. Que el niño sienta que puede hablar… si quiere.
“No diría que es más difícil con uno o con varios hijos, sino que los retos son diferentes”, matiza Del Campo. “Con un hijo único puede surgir una presión interna de tener que cubrir todas sus necesidades de compañía. Con más de uno, el desafío es repartir la atención y compensar posibles conflictos o diferencias de ritmo”, subraya. “Con uno solo, el adulto tiene más libertad logística y puede ofrecer atención más personalizada, pero también puede aparecer una mayor sensación de aislamiento”, matiza Cerdán.
En los últimos años, han surgido comunidades y redes de familias monoparentales que viajan juntas, comparten recursos o simplemente se acompañan en esta etapa. “Crear tribu es clave”, añade del Campo. “Compartir vacaciones con otras familias similares reduce la sensación de aislamiento y permite a los niños ver que su modelo familiar también está representado”, asegura. Desde su punto de vista, Cerdán valora también el componente social: “Los padres pueden conocer a otros en situaciones similares, y los niños hacer amigos y disfrutar con otros de su edad. Es una red de apoyo y amistad que ayuda a vivir la experiencia con más ligereza”.
Para Del Campo, el cansancio no impide que estas vacaciones se conviertan en algo valioso: “Hacer cosas simples con intención, como caminar sin prisa, preparar juntos la cena o ver el atardecer, abre espacios reales para el vínculo”. Cerdán insiste en adaptar el viaje a la edad de los niños, evitar la sobre planificación y priorizar el descanso. “Con calma, paciencia y flexibilidad es más fácil conectar. A veces, una conversación en una terraza o una risa tonta en la playa vale más que cualquier excursión”, concluye.
Planes de verano para familias monoparentales
- Viaja con tu hijo: Cruceros por el Mediterráneo, escapadas a PortAventura o semanas blancas en grupo. Esta plataforma organiza vacaciones 100 % pensadas para padres o madres solos con hijos, con actividades conjuntas y alojamiento adaptado.
- Singles con niños: Ofrecen viajes y experiencias pensadas para madres y padres que viajan en solitario, desde playas en Almería hasta aventuras rurales. Además de las actividades, fomentan el contacto entre familias similares.
- Familias en ruta: Viajes con mirada educativa, ecológica y consciente. Ofrecen rutas en bici, talleres en la naturaleza o estancias en ecoalojamientos, ideados para disfrutar en comunidad y aprender en familia.
- Planeta 40: Especialistas en escapadas y aventuras compartidas, como viajes multiaventura en los Pirineos o fines de semana temáticos con monitores. Ellos se encargan de todo; las familias solo disfrutan.
- Puzzle Viajes: Organizan vacaciones por España y Europa con actividades dirigidas, animación infantil y grupos reducidos. También ofrecen experiencias internacionales como Laponia, Disney o Egipto.
- Viajes monoparentales: Una de las webs más completas del sector. Además de paquetes y destinos, incluye foros de familias, asesoramiento y comunidad para quienes se enfrentan a estas vacaciones en solitario con hijos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
