Lecornu supera la primera votación del presupuesto de Francia y mantiene con vida a su Ejecutivo
El primer ministro francés confirma su método de trabajo con un triunfo crucial con el apoyo de los socialistas, pero deberá superar algunos obstáculos para evitar la caída Gobierno


El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, afrontaba este martes el día clave de su mandato. No solo estaba en juego la estabilidad de su Gobierno, sino toda una apuesta por un método de trabajo construido a través de los acuerdos y del debate parlamentario, insólito en las últimas décadas en las que ha transcurrido la V República. El jefe del Ejecutivo se había comprometido a su llegada a cambiar el sistema, a renunciar al artículo 49.3 de la Constitución, que le permitiría aprobar por decreto las iniciativas parlamentarias. No había opción. Volvía el parlamentarismo, el poder de la Asamblea. Y la apuesta le ha salido bien. De momento.
Los diputados han votado este martes por la noche con 247 votos a favor y 234 en contra el proyecto de ley de financiación de la Seguridad Social. El Ejecutivo ha salvado así su primera bola de partido. Quizá la más importante y complicada. Y ha logrado superar la votación del presupuesto de la Seguridad Social gracias al apoyo del Partido Socialista (PS) pero, sobre todo, a la abstención de Los Ecologistas, que han logrado in extremis el apoyo a una de las iniciativas que demandaban.
Lecornu, que añadía tensión asegurando que todo “se decidiría por pocos votos”, ha tenido que ceder ampliamente a las peticiones de la oposición —ahí está la suspensión de la reforma de las pensiones o la subida de un 3% del gasto público sanitario— para lograr superar este importante escollo parlamentario. Una solución que irá a cargo del déficit francés, que difícilmente logrará cumplir las previsiones y que, previsiblemente, deberá afrontar ya el siguiente Gobierno.
La victoria de Lecornu, que permite aprobar por primera vez desde 2022 una parte crucial del presupuesto sin recurrir a un decreto o a una ley especial, concede también un respiro al presidente Emmanuel Macron. El primer ministro, estrecho colaborador del jefe del Estado, fue una apuesta personal para salir del atolladero en el que se encontraba la legislatura tras las elecciones anticipadas en junio de 2024. Desde entonces, Francia ha tenido tres primeros ministros y no ha logrado aprobar ningún presupuesto con mayoría parlamentaria.
La supervivencia del Gobierno iba ligada a la suerte del escrutinio, que se preveía ajustadísimo. Se necesitaba una gran abstención y que algunos diputados rompieran filas con la consigna general de su partido. Especialmente en Los Republicanos (la derecha gaullista). Incluso la presidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, que generalmente no se pronuncia sobre las votaciones, salió de su reserva para votar a favor. El texto queda así aprobado en segunda lectura, al término de largos debates llenos de giros, marcados por numerosas negociaciones entre bastidores entre el Gobierno, los macronistas y la izquierda socialista. Una validación que no es definitiva, ya que el texto aún debe —en principio— ser rechazado por el Senado antes de volver la semana próxima a la Asamblea Nacional para una lectura definitiva. Y después quedará aún la votación de la segunda parte de los Presupuestos Generales del Estado, que deben ser refrendados antes del 31 de diciembre.
La abstención de Los Ecologistas, que no se contemplaba en el guion original, ha sido crucial en la aprobación del presupuesto. El partido verde forma parte de la alianza de formaciones de izquierda que hasta ahora votaba en contra del Ejecutivo, de modo que su abstención agranda ahora la grieta abierta en ese espectro. “El Gobierno quería hacer menos, nosotros queríamos hacer más”, señaló la presidenta del grupo parlamentario ecologista, Cyrielle Chatelain. “Un compromiso consiste en encontrarse en un punto intermedio, y ese punto intermedio era, como mínimo, garantizar al personal sanitario que no tendrían que realizar el mismo trabajo con menos dinero”.
El Ejecutivo de Lecornu recibió una buena noticia el lunes, cuando el primer secretario del Partido Socialista, Olivier Faure, anticipó que apoyará el presupuesto de la Seguridad Social. Pero sus 66 diputados en la Asamblea Nacional no eran ni de lejos suficientes, porque algunos podrían desmarcarse de la consigna de Faure y porque de entrada se sabía que votarían en contra los dos partidos de los dos extremos ideológicos, el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen y La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon, a quien el presupuesto le parecía “una aberración”.
“Aumentar el gasto aquí, reducirlo allá sin prever nuevos ingresos ni disminuir un solo euro del gasto mediante la prevención de enfermedades en expansión (diabetes, accidentes laborales, obesidad, cánceres). Todo es absurdo y político“, denunció Mélenchon a propósito de la enmienda buscada por Los Ecologistas en materia sanitaria y votada también por los socialistas (ambos socios en el Nuevo Frente Popular). El RN, en boca de su portavoz Jean-Philippe Tanguy, considera que el resultado de la votación es solo ”la agonía del macronismo”.
Lecornu deberá superar todavía otros escollos, principalmente el regreso del texto a la Asamblea para la validación final. LFI ha llamado ya a la rebelión y a que muchos de los diputados de izquierda que han apoyado la norma en esta ocasión la rechacen entonces. Pero el éxito de este martes consagra al primer ministro como un buen equilibrista en el complicado y fragmentado panorama parlamentario francés. Lecornu ha logrado conciliar los intereses de una buena parte de la Asamblea Nacional sin necesitar los votos de los extremos. Una posibilidad que hasta ahora parecía imposible y que Macron había defendido a ultranza.
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