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Un informe oficial acusa al jefe del Pentágono de poner en peligro a las tropas por revelar información sensible en Signal

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ya se encuentra en entredicho por su papel en un posible crimen de guerra en el Caribe

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, este martes junto al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una reunión de gabinete
Macarena Vidal Liy

Al secretario de Defensa, Pete Hegseth, se le multiplican los frentes abiertos, y las críticas. Un informe le acusa de haber puesto en peligro a las tropas cuando envió a un grupo en una red social mensajes con información confidencial sobre bombardeos en Yemen la pasada primavera, en el escándalo apodado Signalgate. Mientras, continúan las sospechas de que pudo haber cometido un crimen de guerra en el doble ataque contra una narcolancha en el Caribe, en el que el segundo golpe fulminó a dos supervivientes del primero. El almirante al que Hegseth atribuye la decisión testifica este jueves a puerta cerrada ante el Congreso.

Además, y al tiempo que sigue en aumento la tensión en torno a un posible ataque de Estados Unidos contra territorio venezolano, el periódico The Wall Street Journal publica que Hegseth forzó a renunciar al jefe del Mando Sur -responsable de las fuerzas estadounidenses desplegadas en América Latina-, el general Alvin Holsey, en octubre, un mes después de que hubiera comenzado la campaña de ataques contra las narcolanchas. La salida del general de cuatro estrellas se hace efectiva este diciembre, después de apenas un año en el puesto, algo insólito en las fuerzas armadas estadounidenses, y había causado asombro entre expertos y legisladores dada la operación militar que EE UU lleva a cabo en la zona bajo control del Mando Sur.

Según este periódico, que cita a dos mandos del Pentágono, Hegseth y Holsey habían chocado desde el principio, cuando el recién confirmado secretario de Defensa le exigió que “cuando reciba una orden, muévase rápido y no haga preguntas”. La relación parecía haber mejorado, no obstante, cuando empezó la campaña contra las narcolanchas. Holsey “inicialmente se mostró preocupado por la cuestionable autoridad legal para atacar las embarcaciones”, indica el diario. Pero para entonces ya hacía tiempo que Hegseth había perdido la confianza en él y le buscaba sustituto, agrega.

El informe sobre el Signalgate, compilado durante meses por la oficina del inspector general del Pentágono se hará público este jueves, pero ya se ha entregado una copia al propio Hegseth y su contenido se ha difundido a senadores y congresistas en el Capitolio en Washington, por lo que ya ha empezado a conocerse.

El documento encuentra que, al usar Signal, una red social comercial para sus comunicaciones y al compartir información sobre una operación militar en curso, el secretario de Defensa incurrió en riesgo de revelar tácticas militares estadounidenses y de exponer a los soldados estadounidenses. Pero no le acusa de haber divulgado información clasificada, al determinar que el antiguo presentador de la cadena de televisión Fox tiene potestad en su cargo de desclasificar la información que quiera antes de enviarla. El documento no entra en opinar si la política de descalcificación de Hegseth es adecuada o no.

Un segundo informe, complementario del primero, advierte de que el Pentágono carece de una plataforma segura, específica del Gobierno estadounidense, para enviar mensajes y poderse coordinar en tiempo real, lo que provoca que los altos cargos tengan que recurrir a herramientas comerciales que no cumplen los requisitos de seguridad necesarios.

Los documentos son fruto de una investigación que se ha prolongado nueve meses. La iniciativa partió después de que el pasado marzo un periodista, el director de la revista progresista The Atlantic, Jeffrey Goldberg, se encontrara incluido por error en un grupo en la plataforma encriptada Signal, en el que altos cargos de la Administración Trump intercambiaban información y comentarios sobre una operación para bombardear Yemen. El periodista, que inicialmente pensó que se trataba de algún tipo de inocentada, reveló la existencia del grupo cuando comprobó que era auténtico y que los mensajes, efectivamente, habían ido describiendo una operación real para bombardear instalaciones de las milicias hutíes en Yemen.

A lo largo del hilo en llamado “grupo pequeño de altos cargos sobre los hutíes”, el jefe del Pentágono y otros altos cargos -estaban incluidos en la conversación personalidades como el vicepresidente, J.D. Vance, el jefe adjunto de Gabinete Stephen Miller o el secretario de Estado, Marco Rubio- comunican diversos detalles sobre la operación. Dos horas antes de que el bombardeo tenga lugar, el 15 de marzo, Hegseth envía un programa con las horas previstas de vuelo y ataque.

La revelación costó el cargo al hasta entonces consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, que fue quien se equivocó al incluir en el grupo a Goldberg. A raíz del fallo, Waltz quedó propuesto como embajador ante la ONU, un cargo para el que fue confirmado en verano, y sus funciones como coordinador de la política exterior estadounidense pasaron a ser cubiertas desde entonces por el secretario de Estado, Marco Rubio.

Ante el escándalo, legisladores de los dos partidos exigieron al inspector general del Pentágono, encargado de que este Departamento cumpla sus reglas internas, que examinara el caso. En abril, el inspector general anunció la apertura de una investigación. Ese mismo mes salía a la luz que Hegseth había compartido información sensible en un segundo chat, en el que estaban incluidos su esposa y su hermano.

El equipo del secretario de Defensa ha celebrado el resultado como una declaración de inocencia de su jefe. “El informe representa una exoneración completa del secretario Hegseth, y prueba lo que ya sabíamos: que no se compartió información clasificada”, señala el portavoz del Pentágono Sean Parnell. “El asunto está resuelto y el caso ha quedado cerrado”.

Durante la investigación, Hegseth se negó a testimoniar de palabra y se limitó a aportar una declaración escrita. El secretario de Defensa tampoco aportó más que un puñado de los comentarios que publicó en el grupo, por lo que los peritos tuvieron que basarse fundamentalmente en el material que había publicado The Atlantic.

El informe se publica cuando el jefe del Pentágono se encuentra en entredicho por lo ocurrido el 2 de septiembre en el primero de los ataques que fuerzas estadounidenses perpetran contra supuestas narcolanchas en el Caribe. En aquel ataque murieron once personas, y la Administración Trump declaró que no había habido supervivientes. Pero el periódico The Washington Post publicaba la semana que, tras la primera explosión, quedaron dos supervivientes, aferrados a los restos de la embarcación. El diario también afirma que Hegseth había dado una orden verbal para matarlos a todos. Un segundo golpe acabó con los dos supervivientes.

Los comités encargados de las fuerzas armadas en el Senado y en el Congreso de Estados Unidos planean sendas investigaciones sobre los hechos, que pueden constituir un crimen de guerra. El manual sobre conducta de guerra de la Marina menciona específicamente el supuesto de una orden de matar a supervivientes en el agua como ejemplo de una orden ilegal a la que los subordinados deben desobedecer.

La Administración ha cerrado filas en torno a Hegseth en este caso, empezando por el propio presidente Trump, y ha atribuido la decisión del segundo golpe al comandante de las fuerzas de operaciones especiales, el almirante Frank Bradley, que actuó “dentro de sus competencias” al ordenarlo. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, ha asegurado que Bradley dio la orden “en defensa propia”. Según el Post, el mando consideró que los supervivientes aún podían intentar completar su viaje o pedir que otros les rescatasen.

En declaraciones durante una reunión del Gabinete en la Casa Blanca, el secretario de Defensa ha asegurado que aquel día estuvo presente en la sala del Pentágono desde donde se seguía la operación, pero se marchó tras el primer golpe para participar en una reunión. También ha asegurado que no vio a los dos supervivientes por la “niebla de la guerra”, en una referencia a la nube de polvo, escombros y caos que se crea en combate.

Trump ha apuntado la posibilidad de que se desclasifique la secuencia completa de vídeo sobre lo ocurrido: “no sé qué es lo que hay, pero sea lo que haya, por supuesto que lo divulgaremos, sin problema”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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