León XIV emprende su primer viaje: irá a Turquía y Líbano y se acercará a la línea de combate con Israel
El Pontífice quiere reforzar los lazos con la Iglesia ortodoxa, con motivo de los 1.700 años del concilio de Nicea, y llegará a Beirut una semana después del último ataque con misiles del Gobierno de Netanyahu


El papa León XIV emprende este jueves a primera hora de la mañana, y hasta el 2 de diciembre, una visita de seis días a Turquía y Líbano, el primer viaje que realiza desde que fue elegido el pasado mayo. Es un viaje a las raíces más remotas del cristianismo, y con motivo precisamente de una de las fechas más emblemáticas de sus primeros siglos: se cumplen 1.700 años de la celebración del primer concilio de todo el mundo cristiano, que tuvo lugar en 325 en Nicea, actual Turquía y que ahora se llama Iznik.
Además, en Líbano, donde aterrizará el domingo, el Pontífice estará por primera vez en un país en guerra, tocando con la mano el conflicto de Oriente Próximo ―este mismo domingo Israel lanzó misiles en Beirut y causó cinco muertos―, e intentará llevar un mensaje de paz. También hablará del valor de la convivencia y la tolerancia en uno de los países con más confesiones religiosas de la región ―sin salir del cristianismo, hay 10 iglesias distintas, todas antiquísimas―, y encontrará a la minoría cristiana, que siendo en torno al 44% de la población, es la mayor de la zona.
Este primer viaje del Pontífice será la ocasión de observar su estilo y cómo afronta las relaciones internacionales. También tendrá lugar, previsiblemente y si mantiene la costumbre de los anteriores papas, su primera rueda de prensa con los periodistas que viajan con él en el avión. León XIV solo ha dado una entrevista exclusiva, publicada en el libro de la estadounidense Elise Anne Allen, y a veces ha respondido a algunas preguntas de los periodistas que le abordaban al salir de Castel Gandolfo. Esta será la primera vez que tendrá un diálogo abierto y con tiempo con la prensa. De ahí la expectación entre los medios acreditados, que han abrumado de solicitudes al Vaticano para ir en el avión. Muchos se han quedado fuera y finalmente se ha admitido a 82 profesionales de los medios, entre ellos EL PAÍS.
El interés del viaje también se debe a la sombra de Israel, que probablemente estará muy presente, de forma implícita, en los discursos del Papa en Líbano. Las relaciones de la Santa Sede con Israel en los últimos meses se han hecho muy tensas, sobre todo después de que el mes pasado el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, calificara la ofensiva en Gaza de “carnicería”. Y eso que ya eran desastrosas durante el mandato de Francisco. Aunque en teoría hay un alto el fuego desde noviembre de 2024, Israel bombardea casi a diario el sur y el este de Líbano, ante la negativa de la milicia proiraní Hezbolá a desarmarse, y este pasado domingo se produjo el más grave de los últimos meses. En el ataque a Beirut fue asesinado el jefe militar de la organización chií, Haizam Ali Tabatabai, una acción que marca un pico de tensión en vísperas de la llegada del Papa.
León XIV despega este jueves a las 7.40, con la incógnita de si celebrará el Día de Acción de Gracias como buen estadounidense y comerá pavo relleno, y llega a Ankara a las 10.30, hora peninsular española. Allí se entrevistará por primera vez con el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, y por la tarde volará a Estambul. En esta etapa, visitará por primera vez como Papa, el sábado, un templo musulmán, la majestuosa Mezquita Azul.
Pero al margen del diálogo con el islam, el gran tema del viaje para el Papa y para el Vaticano son las relaciones con el mundo ortodoxo, trabajosamente reconstruidas desde los años sesenta; una tarea interminable, restablecer la unidad perdida, que se llama ecumenismo. Bartolomé I, el patriarca de Constantinopla, de 85 años y que ya ha visto cuatro papas desde que está en el cargo, es desde Estambul la máxima autoridad del mundo ortodoxo, compuesto en realidad de iglesias que son autónomas unas de las otras. El pequeño patriarcado ―ya solo hay 33.000 cristianos en Turquía, un 0,04% de la población―, que se mantuvo en la antigua Constantinopla desde hace siglos y bajo el imperio otomano, era el segundo en importancia después de Roma y mantiene esa categoría.
Este viaje, en realidad, es una herencia de Francisco, que falleció sin poder hacerlo a finales de mayo, en coincidencia con las fechas exactas del aniversario del concilio de Nicea. Robert Prevost fue elegido Papa ese mismo mes, pero mantenerlo en la agenda era demasiado precipitado, así que se eligió este mes porque el 30 de noviembre es San Andrés, hermano de San Pedro y el santo más venerado del mundo ortodoxo. Luego se añadió una escala en Líbano, donde Francisco nunca llegó a viajar y era una especie de asignatura pendiente para mostrar la cercanía a su comunidad cristiana, últimos mohicanos de esta religión en Oriente Próximo.
Siendo el aniversario del primer concilio el motivo inicial del viaje, uno de los momentos más destacados de estos días será la visita del Papa a Iznik, este viernes, para un momento de oración junto a los patriarcas de numerosas iglesias ortodoxas. Juntos recordarán algo que luego quedó roto, la unidad de los cristianos, pues siete siglos más tarde, en 1054, se produjo el cisma entre la Iglesia católica y la ortodoxa.
Este viaje es un pequeño paso más hacia la unidad, aunque nadie se haga demasiadas ilusiones. Porque además los propios ortodoxos tienen sus disputas internas, con una vistosa fractura desde hace años entre todas las iglesias del sur de Europa que representa el patriarcado de Constantinopla y el de Moscú. Es una herida aún más agravada por la invasión rusa de Ucrania, apoyada por el patriarca Cirilo, en choque abierto con la Iglesia ortodoxa de Kiev, que se separó de Moscú en 2019.
La visita del Papa servirá para reforzar los lazos del Vaticano con las iglesias ortodoxas, desde que Pablo VI y el patriarca Atenágoras se dieran el histórico abrazo en Jerusalén en 1964 que marcó el fin de casi 1.000 años de no dirigirse la palabra. El sábado se celebrará una ceremonia conjunta en la iglesia del patriarcado ortodoxo, la de San Jorge, y luego el Papa y Bartolomé I firmarán una declaración conjunta.
En los últimos meses, se habla de un gesto, un pequeño paso más de acercamiento, que sería unificar la fecha de la Pascua entre el mundo católico y el ortodoxo, una de esas cosas que empezó a hacer cada confesión por su lado, desde que las iglesias orientales decidieron no seguir el calendario gregoriano en el siglo XVI. El propio León XIV se mostró a favor el pasado mes de junio. Justo este año, casualmente, la Pascua ha caído el mismo día, lo que ha redondeado aún más la idea. Quizá sea uno de los acuerdos que fructifiquen en Estambul.
Luego, en Líbano, donde permanecerá del 30 de noviembre al 2 de diciembre, León XIV llegará a un país profundamente herido por décadas de guerra y violencia, y que además el 4 de agosto de 2020 sufrió la pavorosa explosión de un cargamento químico en el puerto de Beirut, una catástrofe que causó más de 200 muertos, 7.000 heridos y dejó sin casa a 300.000 personas. El Papa visitará el martes, antes de partir, el lugar del puerto donde sucedió el accidente, uno de los principales momentos de esta visita. La explosión es una herida abierta en el país, pues aún no se ha hecho justicia y la investigación avanza con gran lentitud.
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