El Gobierno de Starmer anuncia otra subida de impuestos de 30.000 millones de euros
Los mercados evitan el castigo a la deuda pública y los diputados laboristas aplauden las medidas de ayuda social aprobadas en los presupuestos


Ya no podía pasar nada peor. 45 minutos antes de la hora prevista, una filtración inesperada de las principales medidas económicas que el Gobierno de Keir Starmer se disponía a anunciar en el Parlamento añadía caos y bochorno a una jornada que se anticipaba ya tensa política y económicamente. Y sin embargo, la ministra de Economía del Reino Unido, Rachel Reeves, ha demostrado este miércoles la extraordinaria herramienta política que pueden llegar a ser unos presupuestos generales del Estado. Sometida a un escrutinio casi insoportable por parte de los mercados, sus propios compañeros de partido y los medios, que presentaban este momento como la hora de la verdad, como el hundimiento o la salvación de la segunda persona más poderosa del Gobierno británico, Reeves ha logrado sobrevivir al reto con un triple equilibrio.
En primer lugar, sus cuentas han anunciado un colchón financiero extra para el Gobierno de más de 25.000 millones de euros para los próximos cinco años, lo que permitirá en teoría mantener la inversión pública prometida y que las reglas de equilibrio fiscal se respeten. Los mercados, nerviosos en un primer momento, han decidido evitar un castigo como el que impusieron al Ejecutivo británico hace quince días.
En segundo lugar, Reeves ha evitado finalmente incumplir la promesa electoral que hizo el Partido Laborista de no aumentar el impuesto sobre la renta. A cambio, la ministra ha anunciado una batería de medidas fiscales que servirán para recaudar casi 30.000 millones de euros -una subida histórica-, pero apuntando directamente a contribuyentes, fortunas o esquemas financieros a los que la izquierda del partido no guarda ninguna simpatía.
Y en tercer lugar, la ministra se ha guardado regalos para su propia bancada de diputados. Por ejemplo, con el anuncio de una nueva subida del salario mínimo, o con la decisión de acabar finalmente con el llamado “tope de dos niños para ayuda social” (two child cap benefit, en el término original en inglés), una medida que impusieron en su día anteriores gobiernos conservadores y que el Gobierno de Starmer se había resistido hasta ahora a eliminar, por propia conveniencia presupuestaria. De repente, cuando los sonidos de rebelión interna sonaban más fuertes que nunca en el grupo parlamentario laborista, Reeves ha decido priorizar la lucha contra la pobreza infantil.
“Vamos a lograr que 450.000 menores salgan de la pobreza al poner fin al tope de dos niños”, proclamaba Reeves. “Estas son mis elecciones: no volveremos a la era de la austeridad, ni seguiremos endeudándonos de manea ciega. Mi elección es un presupuesto con impuestos justos, con unos servicios públicos potentes y con una economía estable”, proclamaba la ministra, que elevaba el tono de la retórica para cargar contra la oposición conservadora, y recordar a la bancada contraria que fueron ellos los responsables de la austeridad, del Brexit y del deterioro creciente del estado del bienestar británico.
Nuevos impuestos
Muchas de las decisiones anunciadas por Reeves este miércoles se habían ido filtrando a los medios en los días previos, como globos sonda destinados a atemperar a unos mercados con ganas de sangre, y a unos diputados laboristas inquietos ante la aparente falta de rumbo de Starmer.
La ministra ha confirmado que los umbrales que dividen los distintos tramos del impuesto sobre la renta permanecerán congelados un año más del previsto, hasta abril de 2031. De este modo, la subida salarial provocada por la inflación se traduce en una mayor recaudación. También se mantendrán inalterados durante ese plazo los distintos niveles salariales de las cotizaciones a la seguridad social.
Se incrementará el impuesto de bienes inmuebles para las viviendas cuyo valor supere los dos millones de libras (unos 2,3 millones de euros). Los vehículos eléctricos recibirán una mayor carga fiscal, así como las apuestas online.
Se limitará a 2.000 libras anuales (unos 2.280 euros) la cantidad exenta de impuestos que los trabajadores podrán ahorrar en su plan privado de pensiones. Todo lo que supere esa cifra deberá pagar el porcentaje exigido en cotización social.
Y finalmente, Reeves se reservaba una sorpresa -la única en unos presupuestos adelantados con cuentagotas para evitar sustos-: la ministra ha anunciado una subida del 2% en los dividendos, intereses de la renta o aumento del valor del patrimonio inmobiliario.
“Incluso después de este cambio, el 90% de los contribuyentes seguirá sin pagar impuesto alguno por sus ahorros, pero estrecharemos el margen entre la recaudación fiscal procedente del trabajo y la de las rentas. Creo que una sociedad justa es aquella en la que los más ricos pagan la proporción que les corresponde”, defendía Reeves, con un discurso que sonaba a música para muchos de los diputados laboristas descontentos hasta ahora con la política económica de Starmer.
La filtración y los mercados
Nada más comenzar su discurso, Reeves arremetía duramente contra la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria. El organismo independiente de control había recibido una copia previa de los presupuestos, y la tradición señala que su análisis de los mismos debe salir a la luz después de que el Gobierno los anuncie en el Parlamento.
Al filtrar el informe en su página web antes de tiempo -un error admitido por la OBR, que ha pedido disculpas-, el mercado de bonos comenzaba a sobrecalentarse, aunque enseguida se ha calmado, al conocer el enorme colchón financiero que se ha asegurado la ministra con la subida de impuestos.
“Todos estos cambios, en conjunto, no amenazan la estabilidad de los mercados, pero añaden más tensión sobre los ahorradores y sus previsiones a largo plazo. El presupuesto no hará temblar al mercado de deuda pública, pero supondrá toda una prueba de la resistenica de la cultura de ahorro del Reino Unido”, resumía Aqib Merchant, analista del fondo de inversión Russell Investments.
Los mercados han decidido dar una tregua al Gobierno de Starmer, que ha logrado sobrevivir a este miércoles. Pero a nadie le gusta una subida de impuestos. Y menos una tan confusa y dispersa como la anunciada por Reeves. Así que una sombra negativa seguirá pesando sobre Downing Street.
Los diputados laboristas, sin embargo, han atendido en esta ocasión la llamada a la unidad, y se han prodigado en elogios hacia el presupuesto de Reeves nada más conocerlo.
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