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Los resultados electorales dan nueva esperanza a los demócratas en Estados Unidos: recuperan votos entre los latinos y en Estados bisagra

El partido en la oposición pone la mirada en las elecciones al Congreso el año próximo tras su avalancha del martes

Macarena Vidal Liy

Se acabó la travesía del desierto. Tras apabullar en todas y cada una de las grandes citas electorales del martes, de un extremo a otro del país y por amplios márgenes, el Partido Demócrata ha dado por concluido su largo luto tras la derrota en las presidenciales, y recupera votantes entre comunidades que le dieron la espalda hace un año. Ahora comienza a preparar la próxima cita en las urnas, las elecciones de medio mandato que decidirán el control del Congreso, con un sentimiento ausente desde noviembre de 2024: el entusiasmo.

“¡El Partido Demócrata ha vuelto!” se ufanaba el líder de la formación en la Cámara de Representantes, Hakeem Jefferies, a medida que los recuentos iban dejando claras las dimensiones del triunfo. “Hemos enviado un mensaje a Estados Unidos y al mundo. Elegimos el pragmatismo en lugar de las divisiones partidistas”, presumía la ganadora de las elecciones a gobernadora en Virginia, Abigail Spanberger, en su discurso de victoria.

El espaldarazo es inapelable: las victorias electorales no solo se dieron en Estados ya bajo control demócrata o en los que la exvicepresidenta Kamala Harris había ganado el año pasado. La misma pauta también se repitió en Estados bisagra que rechazaron al partido en 2024. Las mismas comunidades latinas o asiático-estadounidenses que hace un año se quedaron en casa o votaron republicano han acudido a los colegios electorales con la papeleta demócrata.

El mismo Trump, insólitamente contrito, lo reconocía este miércoles: los resultados “no han sido buenos. No han sido buenos para los republicanos y creo que para nadie. Fue una noche interesante y aprendimos mucho… tendremos que abordar qué es lo que representan exactamente y qué es lo que tendríamos que hacer al respecto”, aseguraba desde la Casa Blanca, en un desayuno con senadores republicanos.

Spanberger ganó sus elecciones por una ventaja de 15 puntos porcentuales, más del doble de los 6 con que la candidata presidencial demócrata, Kamala Harris, había ganado ese Estado doce meses antes. En Nueva Jersey, el otro Estado donde se jugaba el puesto de gobernador, su antigua compañera de piso, Mikie Sherrill, se imponía por una distancia de 13 puntos porcentuales, siete más de los que había conseguido la exvicepresidenta en 2024.

Además, en California los votantes apoyaron con una clara mayoría la llamada proposición 50, que permite redistribuir las circunscripciones electorales de manera que garantice al menos cinco escaños más para el partido en la Cámara de Representantes en Washington, lo que contrarresta una medida similar ya aprobada en Texas y abre nuevas oportunidades para que los demócratas puedan conseguir el control de al menos esa cámara en el Congreso en las elecciones del año próximo.

En Georgia, uno de los estados bisagra que decidieron las elecciones el año pasado, por primera vez en años los votantes optaban por el azul demócrata en sus papeletas para dos escaños en una comisión estatal dominada por los republicanos desde tiempos inmemoriales. En Pensilvania, el Estado péndulo por excelencia, quedaban reelegidos tres jueces que mantenían el Tribunal Supremo del territorio en manos de la formación.

Cada carrera electoral fue muy distinta, con candidatos que oscilaron desde el progresismo de Zohran Mamdani en Nueva York a la moderación de Spanberger y Sherrill. Pero todas tuvieron algo en común: “la impopularidad del presidente y de muchas de sus políticas, así como una insatisfacción generalizada con la dirección por la que va el país”, apuntan los analistas de la prestigiosa consultora política Cook Report.

Las encuestas a pie de urna indican que un 60% de los votantes en Virginia y Nueva Jersey se declararon insatisfechos, o enfadados, con “el modo en que las cosas están yendo en Estados Unidos”. Las candidatas demócratas lograron más del 75% de los votos entre esos descontentos.

Entre la comunidad latina, que el año pasado había dado un giro en favor de los republicanos, el péndulo parece haber vuelto a cambiar de dirección. Drásticamente. En algunos de los condados con mayor concentración de este segmento de la población en los dos Estados Spanberger y Sherrill conseguían algunas de sus victorias más contundentes. El distrito de Manassas Park, el de mayor población hispana en Virginia, daba un vuelco de 22 votos porcentuales hacia los demócratas con respecto a hace un año. En el condado de Hudson, en Nueva Jersey, Sherrill se imponía por 22 votos porcentuales de lo obtenido por Kamala Harris en noviembre de 2024.

“Los resultados de las elecciones del martes por la noche, combinados con los buenos resultados que habían obtenido los demócratas en elecciones especiales celebradas a lo largo de este año, en las que han ganado por una media de quince puntos, apuntan a un serio peligro para el Partido Republicano de cara a las elecciones de 2026”, escriben los analistas de Cook Report. “Se está formando una oleada demócrata; la única duda ahora es si la podrán mantener durante otros doce meses”.

Los estrategas republicanos también lo admiten. El varapalo del martes “muestra que hay descontento, desde luego contra la Administración actual, y demuestra que los candidatos y las campañas también importan”, declaraba a la cadena NBC Mike DuHaine, antiguo director político del Comité Nacional Republicano.

Pero de aquí al próximo noviembre queda mucho tiempo. Y está por ver el efecto que puedan tener, entre otras cosas, los esfuerzos de los republicanos por alterar en su favor las circunscripciones electorales en Estados que controlan, algo que puede darles una ventaja adicional para mantener —o ampliar— su dominio actual en el Congreso.

El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, se mostraba desafiante en una rueda de prensa tras el fin de los recuentos. “Lo que pasó el martes fue que las ciudades y los Estados demócratas votaron demócrata. Ya sabíamos que iba a pasar. Las elecciones fuera de ciclo no son un indicio de lo que vaya a ocurrir más adelante”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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