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Las contundentes victorias en Nueva York, Virginia y Nueva Jersey devuelven la fe a los demócratas

El partido vive una gran noche con el triunfo de sus candidatos progresistas y moderados justo un año después de la derrota frente a Trump que sumió a la formación en una crisis existencial

El alcalde electo de Nueva York, Zorhan Mamdani ofrece un discurso la mañana siguiente a la elección. Foto: REUTERS | Vídeo: EPV
Iker Seisdedos

Los demócratas amanecieron este miércoles tras una larga pesadilla de 12 meses con la sensación de que su incapacidad de conectar con sus votantes y ganar elecciones como la que perdieron hace justo un año contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no fue sino un mal sueño.

La fe en las opciones de victoria regresó al partido con los triunfos sin peros tanto en Nueva York —donde el candidato del ala socialista Zohran Mamdani se impuso de camino a la alcaldía en la contienda más esperada de la noche— como en las citas para elegir gobernador en Virginia (Estado que Abigail Sparberger tiñó de nuevo de azul, el color de los demócratas) y Nueva Jersey (que se apuntó Mikie Sherrill). En ambos lugares, las aspirantes centristas arrasaron frente a sus contrincantes republicanos. El partido, por lo demás, lo ganó casi todo allá donde se presentó: de la alcaldía de Detroit al voto para que Somerville (Massachusetts) deje de invertir en Israel.

La ración de buenas noticias —y la inyección de adrenalina tras un año de autopsias al cadáver de la derrota de noviembre de 2024— la completó el de los californianos a la Propuesta 50, que sometía a referéndum los esfuerzos para redibujar los distritos de votación del gobernador demócrata Gavin Newsom en California. Este logró hacer ver a sus compatriotas que solo con tretas como esa es posible combatir a Trump, que está presionando para alterar mapas electores por todo el país y así favorecer a los suyos en las legislativas de 2026.

El efecto de esa votación va más allá de los confines del territorio más poblado del país, porque asegura para los demócratas cinco escaños en juego en las elecciones de medio mandato del próximo año, en las que los republicanos se arriesgan a perder el control en el Capitolio de una o de las dos Cámaras.

¿Giro a la izquierda?

El resultado californiano llegó, por el cambio horario, en torno a la medianoche. Para entonces ya estaba claro el qué, aunque no pudo haber consenso sobre el cómo. El partido, que celebró sus victorias como un plebiscito sobre la segunda Administración de Trump, que avanza imparable por su senda autoritaria 10 meses después de que este jurara el cargo, sigue dividido en cuál es el mejor modo de seguir ganando. ¿Es el progresismo y el giro a la izquierda de Mamdani la clave? ¿O su fenomenal campaña, de la que hay mucho que aprender sobre cómo seducir en tiempo récord al electorado y activar a los jóvenes, nunca podría haber acabado bien en los Estados púrpura, color que sale de mezclar el azul demócrata y el rojo republicano?

Esos interrogantes hicieron que cada facción del partido tuviera este miércoles algo que celebrar y que el triunfo no sirviera para alumbrar un solo camino rumbo a las presidenciales de 2028. “Lo importante”, explica la congresista demócrata por Nueva York Nydia Velázquez a EL PAÍS, es que “hemos mandado una señal a los republicanos: hay una erosión del apoyo público al presidente, cuya aprobación está por los suelos”. “Estas elecciones han dejado claro cuáles son las batallas debemos librar y qué posturas debemos adoptar para ganar. No se trata de moderados o progresistas, si no de escuchar a los votantes, y de volver a pelear por la clase trabajadora”, añade Velázquez, que se sitúa a la izquierda de la coalición.

Tanto Spanberger como Sherrill se presentaron como dos candidatas moderadas, y ambas arrasaron con más de un 56% de los votos. Sus peripecias vitales confirmaban además esa imagen centrada. La nueva gobernadora de Virginia fue agente de la CIA. La de Nueva Jersey, piloto de helicópteros de la Marina. A las dos las une también que entraron en política en oposición a la figura de Trump y que supieron venderse como alternativa a las políticas del inquilino de la Casa Blanca.

La demócrata Abigail Spanberger, el martes, en Richmond (Virginia).

Mamdani trató, por su parte, de centrar el foco en asuntos municipales como la congelación de los alquileres o los autobuses gratuitos para los neoyorquinos, aunque con Trump en el poder todo quede contaminado por el circo nacional cuyo único maestro de ceremonias es él. La apuesta por la asequibilidad del joven y orgulloso socialista en una ciudad arrasada por el dinero, en la que sus vecinos tienen serios problemas para llegar a fin de mes, ha demostrado ser una acertada estrategia capaz de replicarse en otros lugares. También es un elocuente contraste con la campaña que llevó el año pasado a Kamala Harris a perder en todos los Estados decisivos frente a Trump, cuya candidatura supo convencer a los votantes de que solo los republicanos se preocupaban por el costo de la vida y la inflación galopante.

Este martes, cuando ya estuvo clara la debacle, el presidente de Estados Unidos corrió a desmarcarse de los perdedores en su partido con un mensaje en mayúsculas que lo volvió a mostrarse como alguien que solo juega en equipo cuando este gana. Escribió: “El hecho de que Trump no estuviera en las papeletas y el cierre del Gobierno [que este martes pulverizó su récord histórico sin visos de arreglo] son los dos motivos por los que los republicanos perdieron esta noche’, según los encuestadores”. El miércoles se dirigió a un grupo de senadores conservadores en un desayuno en la Casa Blanca para pedirles que hicieran un examen de conciencia, como si la cosa no fuera con él.

Mikie Sherrill, nueva gobernadora de Nueva Jersey, en la noche de su victoria electoral.

Pese al descarado descargo de responsabilidades, en algo tiene razón Trump: los resultados en Virginia, que hasta este martes tenía un gobernador republicano y es hogar de unos 150.000 trabajadores federales, indican que los votantes culpan al partido del presidente del cierre del grifo del dinero público. También, que la arriesgada decisión de los demócratas a la hora de no votar con sus rivales para reabrir el Gobierno hasta que estos les garanticen que no habrá recortes en los subsidios de salud, está resultando una jugada ganadora en el terreno de la opinión pública, pese al daño que por el camino están sufriendo los funcionarios, que han dejado de percibir las nóminas. Muchos de ellos se han visto empujados a los bancos de alimentos para llenar la despensa.

La victoria de Sherrill en Nueva Jersey esconde, por su parte, datos esperanzadores para su partido, que ha asistido a la vuelta al redil de parte de los votantes de las minorías hispana y afroamericana que se fugaron en las elecciones presidenciales de 2024.

El respiro que las elecciones de este martes han dado a los demócratas no ha resuelto, con todo, el gran asunto pendiente: ¿quién será el líder que guíe al partido de vuelta a la Casa Blanca? Mamdani no puede presentarse a presidente, porque nació en Uganda, y la ley se lo prohíbe. Harris, que acaba de publicar unas memorias en las que culpa a todo el mundo de su derrota menos a ella misma, no descarta la idea. Y entre los nombres solidificados desde hace meses en las quinielas, desde la congresista progresista Alexandria Ocasio-Cortez al exalcalde de Chicago, Rahm Emanuel, no destaca con claridad ninguno.

Newsom, que sale reforzado del referéndum de la Propuesta 50 como alguien que no teme tomar atajos para lograr resultados, es uno de ellos. El martes se esforzó por convertir su aparición tras la victoria en lo que tal vez la historia acabe recordando como el primer discurso de su campaña presidencial.

El gobernador de California, Gavin Newsom, el martes pasado en Sacramento.

“¡Menuda noche para el Partido Demócrata!“, dijo. “Ahora somos un partido que está en ascenso, un partido que está alerta, que ya no está a la defensiva. Aunque no es una victoria solo para nosotros. Lo es para Estados Unidos, para el pueblo y para los principios por los que nuestros padres fundadores vivieron y murieron”.

Ahora queda ver hasta dónde lleva ese empuje a los suyos, y cómo piensan recuperar la agilidad tras un año en coma. En un país perpetuamente en campaña, la de las elecciones de medio mandato de 2026, en las que se renovará la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, queda oficialmente inaugurada a un año de su celebración.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal jefe de EL PAÍS en EE UU. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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