Nigeria niega las atrocidades contra los cristianos que denuncia Trump: las matanzas afectan a todos los credos
Más de 10.000 personas fueron asesinadas por grupos armados en el país africano en dos años, pero muchas de las víctimas son musulmanas


Nigeria se enfrenta desde hace dos décadas a una escalada de la violencia protagonizada por grupos armados, ya sean terroristas o bandas de delincuentes, que ha provocado decenas de miles de muertos y más de 3,5 millones de personas desplazadas de sus hogares. Solo entre mayo de 2023 y mayo de 2025 más de 10.000 personas fueron asesinadas, según Amnistía Internacional (AI). Entre las víctimas había tanto cristianos como musulmanes, asegura el Gobierno de Nigeria. Dicha violencia tiene múltiples rostros, que van desde el islamismo radical en el noreste hasta el conflicto entre pastores y agricultores en el centro, pasando por grupos de “bandidos”, tal y como se les conoce en Nigeria, especializados en el secuestro, extorsión y asesinato.
El pasado sábado, el presidente estadounidense Donald Trump amenazó con llevar a cabo una acción militar si el Gobierno de Nigeria no tomaba medidas para impedir las “atrocidades” cometidas contra la población cristiana. “QUERIDOS cristianos. ADVERTENCIA. MÁS LE VALE AL GOBIERNO NIGERIANO MOVERSE RÁPIDO”, escribió el republicano en su red social, Truth. Así, asumía de manera implícita el discurso defendido por ciertos grupos de presión religiosos y conservadores estadounidenses que llevan años asegurando que se está produciendo “un genocidio cristiano” en Nigeria. Uno de los grandes valedores de dicha narrativa es el senador republicano Ted Cruz, quien hace un mes aseguró a través de X que, desde 2009, 50.000 cristianos habían sido asesinados “en masa” en el país africano y que 18.000 iglesias fueron incendiadas, acusando al Ejecutivo nigeriano de “ignorarlo e incluso facilitarlo”.
El Gobierno de Nigeria ha negado las acusaciones de Trump. “No hay un intento sistemático e intencional, ni por parte del Gobierno ni por parte de ningún grupo serio, de atacar una religión en particular”, aseguró el ministro de Información, Idris Muhammed, a Associated Press (AP). Daniel Bwala, asesor de comunicación del presidente nigeriano, Bola Tinubu, destacó la “gran ayuda” que ha facilitado EE UU a Nigeria para luchar contra el terrorismo, y avanzó que estaba previsto un encuentro entre ambos líderes para aclarar las discrepancias que pudieran existir. Los grupos armados, dijo Bwala, “atacan a personas de todas las religiones o las que no profesan ninguna”.
A mediados del pasado mes de abril, supuestos miembros de la etnia peul llevaron a cabo una serie de ataques contra comunidades cristianas en las localidades de Bokkos y Bassa, en el Estado de Plateau, en el centro de Nigeria. Murieron al menos 113 personas, unas 300 casas fueron incendiadas y unas 3.000 personas tuvieron que huir de sus hogares. Dos meses más tarde, hombres armados penetraron en una mezquita de Malumfashi, en el estado norteño de Katsina, y dispararon contra los fieles, matando a unos 50 musulmanes. En agosto, los delincuentes volvieron a irrumpir en una mezquita cercana y asesinaron a otras 27 personas. Esto es solo una muestra del ciclo de violencia intercomunitaria que sufre el país africano.
Nigeria tiene unos 220 millones de habitantes y la mitad de su población es musulmana, con amplia presencia en el norte del país, y la otra mitad cristiana, sobre todo en el sur. Desde hace décadas, grupos de pastores de la etnia peul, en su mayoría musulmanas, y comunidades agrícolas sedentarias, normalmente cristianas, viven tensiones entre ellas en los Estados del centro del país, motivadas por la escasez de agua y el acceso a los pastos para el ganado, lo que se ha visto acrecentado por el cambio climático. Lejos de disminuir, este conflicto vive cada vez más episodios de violencia, según ha denunciado AI que, en un informe publicado el pasado mayo, contabilizaba al menos 10.217 personas muertas en ataques de hombres armados en los Estados de Benue, Edo, Katsina, Kebbi, Plateau, Sokoto y Zamfara.
“La inacción de las autoridades a la hora de hacer que los responsables rindan cuentas de sus actos está alimentando un círculo de impunidad que provoca inseguridad a toda la población. El tiempo se acaba mientras los hombres armados, los ‘bandidos’ y los insurgentes intensifican sus ataques a diario. El derramamiento de sangre en todo el país debe terminar ya”, aseguró Isa Sanusi, director de AI en Nigeria, en el citado informe. A su juicio, Tinubu, que llegó al poder en 2023, ha fracasado a la hora de poner fin a esta violencia, una de sus promesas electorales. “Las cosas solo han ido a peor, pues las autoridades no toman medidas para proteger el derecho a la vida, a la integridad física, a la libertad y a la seguridad de decenas de miles de personas en todo el país”, añadió.
Terror por las bandas de delincuentes
Si en Benue o Plateau la violencia se puede atribuir a este conflicto, en el norte del país, en Estados como Kebbi, Katsina, Kaduna o Sokoto, la mayoría de las muertes está relacionada con la actividad de grupos de delincuentes armados que siembran el terror entre la población con pillajes, secuestros y asesinatos indiscriminados. En esta zona son los musulmanes quienes más sufren la inseguridad porque la mayoría de la población profesa esta fe religiosa.
El otro foco de violencia se encuentra en el noreste, sobre todo en los Estados de Borno, Yobe y Amadaua, donde los grupos Boko Haram y Estado Islámico de África Occidental se enfrentan a las Fuerzas Armadas y masacran a civiles, con especial intensidad en la zona del lago Chad. Las víctimas suelen ser musulmanas.
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