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Los partidos de centro e izquierda endurecen su discurso migratorio en Países Bajos ante el empuje de los ultras en las elecciones de este miércoles

La discusión sobre la política de asilo marca los debates televisivos entre candidatos, en un clima creciente de crispación y rudeza

Isabel Ferrer

Países Bajos celebra este miércoles unas elecciones determinantes para medir el empuje de la ultraderecha. Y lo hace con el partido del ultra Geert Wilders encabezando los sondeos y un 47% de votantes aún indecisos, según la encuesta realizada por el programa EenVandaag, de la cadena pública, y la empresa Verian el pasado 21 de octubre. En ese contexto, algunos de los discursos de la esfera ultra, principalmente los encaminados a endurecer las políticas de inmigración y asilo, han acabado permeando en partidos de centro e izquierda que hasta hace poco los evitaban. Y han marcado los debates entre candidatos en televisión, previos a la cita de hoy en las urnas.

Sin jornada de reflexión, las campañas electorales se cierran en Países Bajos con un debate televisivo. Esa última actuación ante las cámaras de los líderes políticos con posibilidades de gobernar puede inclinar el voto de los indecisos. Todos los candidatos patean la calle, pero la cita en los platós de televisión es crucial. Y, aunque se intenta que los cabezas de lista dialoguen, lo que comienza con un tono educado suele derivar en ataques personales e incluso gritos a medida que se acerca la fecha de las elecciones.

En los comicios de 2023, el ultra Geert Wilders logró rascar en uno de esos debates —según coincidieron los analistas— los votos que necesitaba para que su formación, el Partido por la Libertad (PVV), se aupara a la primera plaza. Obtuvo al final 37 escaños en un Parlamento de 150, y se convirtió en la formación mayoritaria en un Gobierno cuatripartito. Hace apenas cuatro meses, Wilders hizo saltar ese Gabinete por los aires, en protesta por la resistencia del resto a restringir el asilo.

Si el PVV vuelve a gobernar tras estos comicios, Países Bajos engrosará de nuevo el grupo de países de la UE en los que la extrema derecha ha llegado al Gobierno en los últimos años. Se trata de Italia, Hungría, Bélgica, Chequia y Finlandia, informa María Sahuquillo. En Suecia, los ultras dan al Ejecutivo un imprescindible apoyo parlamentario. Y Eslovaquia tiene un Gobierno populista y ultra, pero cuyo líder, con pasado socialdemócrata, rechaza expresamente la catalogación de extrema derecha.

En esta campaña electoral el líder ultra neerlandés no ha tenido por ahora una actuación televisiva tan determinante como aquella de 2023, pero en todas sus apariciones ha martilleado con su tema estrella, la inmigración y el asilo, y lo que considera sus derivadas: la violencia e inseguridad ciudadana que atribuye a los solicitantes de refugio. La novedad es que otros partidos han empezado a asumir parte de sus postulados.

La ONG Consejo Holandés para Refugiados (VluchtelingenWerk) confirma que “la migración se ha convertido una vez más en un tema central de las campañas políticas”. En conversación telefónica, Iris van Deinse, su portavoz, indica que “varios partidos han adoptado posiciones más duras, por ejemplo, en los programas electorales del Movimiento Granjero-Ciudadano (BBB) y [del partido] JA21, ambos de la derecha del espectro político”. Sin embargo, también han observado que “las formaciones centristas se inclinan hacia una legislación de asilo más estricta y la restricción de la inmigración”.

Este endurecimiento de las posiciones políticas está penetrando en una parte cada vez mayor de la sociedad: hay protestas frecuentes contra los nuevos centros de asilo que el Gobierno pretende abrir en algunas localidades, y manifestaciones violentas de extrema derecha. “En nuestra opinión, es una forma de buscar chivos expiatorios que no ofrece soluciones reales”, dice Deinse. Ella asegura que “no hay una crisis de asilo, sino una crisis de acogida”, porque “la migración por asilo solo constituye una pequeña parte de la migración”.

Según la Oficina Central de Estadística (CBS), en 2024 entraron en Países Bajos —un país con 18 millones de habitantes— 316.000 inmigrantes. Fueron 19.000 menos que el año anterior. El organismo cifra en 44.055 los solicitantes de asilo. Por su parte, la ONG VluchtelingenWerk recoge que 33.175 personas pidieron por primera vez asilo el año pasado, y se le concedió a 16.960. Otras 12.879 entraron en el país en concepto de reunificación familiar.

No solo es la ultraderecha y, por contagio, algunas formaciones de centro: la izquierda neerlandesa también ha endurecido su postura ante la inmigración: la alianza entre ecologistas y socialdemócratas (GroenLinks-PvdA) propone que haya un saldo migratorio anual máximo de 60.000 personas, y reforzar los controles y la tramitación de las solicitudes en las fronteras exteriores de la Unión Europea.

Durante uno de los debates electorales, una mujer que estaba sentada entre el público explicó a los candidatos que su hija y sus nietos vivían con ella por falta de casas asequibles. Wilders se sintió en su salsa para afirmar que los refugiados tienen prioridad sobre los neerlandeses en el acceso a la vivienda; pero, de nuevo, las cifras reales no cuadran con sus proclamas. Según Deinse, “la escasez de viviendas es tan grave que seguiría siendo casi igual de grande aunque no llegara ningún refugiado a los Países Bajos”.

La portavoz de la ONG indica que se han construido muy pocas viviendas sociales en los últimos años, y remarca que, aunque la migración por motivos de asilo “contribuye a la demanda, solo representa alrededor del 7% de todas las de carácter social”. ¿Se está confundiendo deliberadamente inmigración (irregular o no) y asilo en situaciones tan tensas como esta campaña electoral? “Vemos mucha desinformación y uso indebido de los términos”, apunta Deinse. Y añade: “Los solicitantes de asilo y los titulares de permisos de residencia han sido estigmatizados injustamente como responsables de todo tipo de problemas en la sociedad: desde la crisis habitacional hasta el debilitamiento del Estado del bienestar”.

El problema de la vivienda corre parejo al aumento de la población de Países Bajos. Hay 18,1 millones de habitantes, 2,3 millones más que en 2000. Para 2050 se espera que sumen unos 20 millones de personas. Y las 100.000 viviendas anuales previstas por el Gobierno no se han llegado a construir, por tres motivos fundamentales: la falta de personal en las constructoras, la saturación de la red eléctrica y las restricciones por el nitrógeno liberado durante las obras. “La crisis de la vivienda es el mayor problema de nuestro tiempo”, reza el programa del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD). Por su parte, GroenLinks-PvdA apuesta por comprar las grandes explotaciones ganaderas, muy contaminantes, y aprovechar que ya no generarían nitrógeno para facilitar las licencias de construcción.

Junto al debate sobre la inmigración está el de los recortes en el gasto público. Varios partidos quieren frenar la incorporación de nuevos medicamentos al seguro obligatorio básico de asistencia sanitaria. Ello podría suponer negar a los pacientes nuevos tratamientos contra el cáncer y enfermedades crónicas. Aquí, el efecto de Wilders es a la inversa: él se opone a “congelar” el margen de maniobra de estos seguros, e incluso ha dicho que el dinero así obtenido se utiliza “para comprar bombas y granadas”. El rechazo generado por la propuesta ha llevado tanto a los liberales de izquierda (D66) como al VVD a recular parcialmente en este punto durante la campaña electoral. Ahora afirman que quieren permitir nuevos tratamientos si se eliminan otros antiguos o cuya eficacia no ha sido demostrada científicamente.

El sondeo de Ipsos del pasado sábado mantenía al Partido por la Libertad (PVV) de Wilders en primera posición, aunque a la baja (de 29 a 26 escaños). GroenLinks-PvdA sigue en segundo lugar con 23. Muy cerca ya se sitúan la democracia cristiana (CDA), con 20 diputados, y D66, con 22. El VVD, que encabezó las coaliciones en el poder entre 2010 y 2024, obtendría 16 asientos. Si se tiene en cuenta el margen de error de dos escaños más o menos, D66 y GroenLinks-PvdA podrían incluso superar al partido de Wilders. Este ha pedido ya a estas formaciones, que no quieren colaborar con él, que no lo excluyan. “Si el PVV se convierte en el partido más votado el miércoles y ustedes ni siquiera quieren hablar con nosotros o gobernar, entonces la democracia habrá muerto en los Países Bajos”, les advirtió.

Un debate en la cadena pública NOS con los líderes de todos los partidos cerró la campaña electoral el martes por la noche. Primero, los seis más pequeños. Una hora y media más tarde, los nueve grupos más grandes. Pase lo que pase en las urnas, ningún candidato se atreve a afirmar que logrará pactar una coalición de gobierno antes de Navidad.

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