Ucrania confía en recibir de EE UU los misiles de largo alcance Tomahawk
La Casa Blanca baraja, pese a la amenaza de Moscú, la posibilidad de facilitar a Kiev estos cohetes, que alcanzan hasta 2.500 kilómetros, el armamento más letal suministrado. Una delegación ucrania se dirige a Washington


El inesperado giro de acercamiento a Kiev que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció tras reunirse a finales de septiembre en Nueva York con su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski, no se ha materializado todavía en decisiones de peso que reflejen ese cambio de postura. En las dos semanas transcurridas desde entonces sí han aflorado, sin embargo, ciertos anuncios que llevan a interpretar que Washington ha cambiado realmente de punto de vista tras haber permanecido alineado durante meses con el presidente ruso, Vladímir Putin. Primero, las autoridades estadounidenses se han referido a la posibilidad de ofrecer apoyo a nivel de inteligencia a Kiev sobre objetivos de largo alcance en territorio ruso. Segundo, Washington ha abierto la puerta a suministrar misiles Tomahawk al ejército ucranio tras haberlo solicitado Zelenski, que es el arma que más espera. Así lo señaló el pasado 29 de septiembre el vicepresidente J. D. Vance, que reconoció, sin embargo, que la última palabra es de Trump.
El presidente estadounidense, ufano por el impulso que ha conseguido para pacificar Gaza, admite que con Ucrania se equivocó. “Pensé que sería fácil. Me llevo muy bien con Putin y pensé que sería… Estoy muy decepcionado con él porque pensé que sería fácil de resolver, pero resultó ser quizás más difícil que Oriente Próximo”, comentó el miércoles tras una reunión con el primer ministro de Canadá, Mark Carney.
En este contexto, Zelenski ha anunciado este jueves el envío de una delegación de alto nivel de su Gobierno a EE UU encabezada por la primera ministra, Yulia Svyrydenko, junto con el jefe de la Oficina Presidencial, Andriy Yermak, y el representante para la política de sanciones, Vladyslav Vlasyuk. Los asuntos que esperan tratar son la defensa antiaérea, la energía —cuyas infraestructuras son uno de los principales objetivos estos días de los ataques rusos—, las sanciones a Moscú, la posible vía de negociaciones y los activos congelados con Estados Unidos.
El Tomahawk es un misil de crucero subsónico de largo alcance —hasta 2.500 kilómetros— que hará que los ataques sobre objetivos rusos sean mucho más efectivos que con los drones o los misiles de medio y corto alcance empleados hasta ahora durante la guerra como los británicos Storm Shadow —hasta 250 kilómetros—. Por eso, Moscú no ha tardado en advertir de que eso supondría cruzar una peligrosa línea en el conflicto en un intento de disuadir a Washington. “Esto arruinará nuestras relaciones o, al menos, la tendencia positiva emergente en estas relaciones”, señaló Putin en declaraciones a la televisión pública el pasado 2 de octubre, aunque sin referirse de manera expresa a la capacidad del Tomahawk de poder llevar una ojiva nuclear.
Trump, por su parte, teme que las consecuencias de vender esos misiles se le vayan de las manos y reconoce que en su decisión final pesa su deseo de no escalar la guerra, por eso quiere saber de antemano qué uso concreto hará de esos cohetes Ucrania, ha dicho ante los reporteros en la Casa Blanca. El enviado de EE UU para Ucrania, Keith Kellogg, ha señalado en declaraciones a la cadena Fox que en Rusia “no hay santuarios”, en referencia a que Kiev no tiene cortapisas en sus objetivos.
¿Cuántos Tomahawk necesitaría Ucrania? “Cuantos más mejor”, responde el analista político y militar Alexander Kovalenko. “Hasta que logremos la victoria”, valora en conversación telefónica. En todo caso, añade, va a depender de las distintas variantes de este misil que reciba Kiev. Los hay antibúnker, que podrían ser empleados contra instalaciones militares subterráneas, o los hay con munición de racimo, para atacar aeródromos.
Kovalenko cita varios ejemplos de los que podrían llegar a Ucrania. El Tomahawk BGM-109C (TLAM-C), que podría ser empleado para golpear infraestructura aeroportuaria o centros de mando. El BGM-109D (TLAM-D), equipado con múltiples bombas que podrían dispersarse en un área amplia para neutralizar concentraciones de tropas, formaciones de vehículos o defensas aéreas. O el Block VB, también para distintos objetivos terrestres.
Ucrania dispone de drones de largo alcance capaces de volar entre 1.200 y 1.800 kilómetros antes de llegar a su objetivo. De hecho, ya han alcanzado varias veces Moscú, pero tienen ciertas limitaciones con respecto a los misiles de largo alcance. Primero, su velocidad es inferior a la del Tomahawk, que puede volar a unos 1.000 kilómetros por hora. Segundo, el Tomahawk puede reprogramarse y redirigirse durante el vuelo y tiene mucha mayor capacidad para transportar explosivo al disponer de una ojiva de hasta 450 kilos. Esto multiplica en gran medida, como explica Kovalenko, la capacidad del ejército ucranio de golpear cientos de kilómetros dentro de territorio ruso: bases militares, depósitos de armas, centros de producción o aeródromos donde se concentra la aviación de combate del Kremlin.
En este sentido, días antes de que se anunciara el posible suministro de los Tomahawk, Estados Unidos dijo que proporcionaría también a Ucrania información a nivel de inteligencia sobre objetivos de infraestructura energética de largo alcance en Rusia que se podrían golpear con ese tipo de misiles, según avanzó el diario The Wall Street Journal. La infraestructura energética es uno de los principales objetivos que estos días está atacando Moscú en territorio ucranio con la intención, como en años anteriores, de complicar la vida de la población con la llegada de los meses más fríos.
Mientras tanto, Ucrania sigue avanzando en la fabricación y perfeccionamiento de su propio misil de largo alcance, el Flamingo —hasta 3.000 kilómetros—. Es su principal apuesta para tratar de reducir la ventaja que en ese campo dispone Moscú con sus misiles de crucero y balísticos. En todo caso, el Flamingo no se producirá en serie hasta finales de este año o principios de 2026. Es esencial para que la maquinaria de producción interna de armamento se mantenga y crezca la financiación exterior, sostiene Zelenski, al tiempo que ofrece a cambio la exportación de armas a países aliados.
El potencial de Ucrania
Desde el inicio de la invasión rusa a gran escala en febrero de 2022, la capacidad de la industria de Defensa ucrania se ha multiplicado por diez, según datos ofrecidos en un foro de Defensa por Zelenski el 6 de octubre. “Nuestro potencial de producción, solo para drones y misiles, alcanzará los 35.000 millones de dólares (unos 30.000 millones de euros) en 2026. Más del 40% del armamento que se emplea en el frente ya se fabrica en Ucrania (…) y para finales de año, al menos el 50%”, estima el presidente.
La entrada en la ecuación bélica de los Tomahawk tiene lugar menos de dos meses después de que Trump recibiera a Putin en Alaska. Desde entonces, las posturas de ambos parecen haberse alejado especialmente por el giro anunciado por el líder republicano coincidiendo con la Asamblea General de la ONU. Entonces, a la vez que recibía a Zelenski, publicó en su red social Truth un mensaje que, de repente, acercaba su postura a la de Kiev. “Creo que Ucrania, con el apoyo de la Unión Europea, está en posición de combatir y RECUPERAR todo [el territorio] de Ucrania de vuelta a su forma original”, escribió Trump. Desde entonces, la tensión ha ido en aumento con la actividad de drones rusos sobre el espacio aéreo de la OTAN y con Washington abriendo la puerta a apoyar ataques de largo alcance dentro de Rusia por parte de Ucrania.
La polémica en torno a la autorización por parte de Estados Unidos a Ucrania para emplear su armamento en territorio ruso viene desde el mandato del demócrata Joe Biden, alguien mucho más crítico con Putin que su sustituto en la Casa Blanca. Finalmente, ese permiso de Biden llegó en mayo del año pasado. El ejército ucranio empezó a defenderse, primero lanzando hacia objetivos del Kremlin proyectiles de corto alcance como las lanzaderas estadounidenses Himars y, más adelante, empleando los misiles ATACMS, cuyo alcance es casi de 300 kilómetros. Sin embargo, los drones siguen siendo el principal baluarte ofensivo.
El Kremlin ya ha retrasado anteriormente el envío de armas occidentales a Ucrania como los misiles ATACMS, los sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS), los aviones de combate F-16 o los tanques Abrams, recuerda el Instituto de Estudio de la Guerra (ISW, según sus siglas en inglés). Sin embargo, la llegada de ese armamento “no desencadenó una reacción rusa de escalada”, con lo que tanto Occidente como Ucrania han acabado por no respetar esas “líneas rojas” marcadas por el Kremlin.
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