Macron nombrará a un nuevo primer ministro en las próximas 48 horas
El jefe del Gobierno dimisionario asegura que en el Parlamento francés hay una mayoría absoluta que quiere evitar elecciones legislativas y que aceptaría llegar a un acuerdo con el resto de fuerzas


Sébastien Lecornu, primer ministro dimisionario de Francia, ha entrado y salido del Palacio del Elíseo en los últimos tres días con cargos y misiones distintas. Primero era primer ministro, luego nombraba a sus ministros. A continuación, tras 836 minutos, dimitía, pero tenía 48 horas más para lograr un acuerdo y, quién sabe, incluso podía volver a ser primer ministro. El desconcierto era total. La sensación de un circo crepuscular se apoderó de la política francesa. Como una de esas comedias físicas de caídas, carreras y golpes, el exministro de Defensa ha dado todas las vueltas posibles para evitar las elecciones legislativas y seguir ejerciendo de escudo del presidente de la República y buen amigo suyo, Emmanuel Macron. Hasta la noche del miércoles, a las 20.00 horas, cuando retomó la palabra en un plató de televisión para decir, simplemente, que después de dos días de consultas cree que hay una mayoría de partidos que querría evitar unas elecciones legislativas. El Palacio del Elíseo confirmó una hora más tarde que Macron nombrará un primer ministro en las próximas 48 horas.
“Una mayoría de la Asamblea Nacional rechaza la disolución, porque ve claramente que una disolución no aporta ninguna solución. Hay varios grupos que están dispuestos a ponerse de acuerdo sobre un presupuesto común”, señaló el jefe del Gobierno dimisionario. “Siento que hay un camino posible”, apuntó.
Lecornu llegó al plató de televisión a toda prisa, después de una reunión de una hora y 40 minutos con Macron en el Palacio del Elíseo. Fue ahí donde se tomó la decisión. O más bien, la estrategia de seguir alargando los tiempos. Otras agónicas 48 horas para encontrar un primer ministro capaz de conformar una mayoría. Y esta vez, da la impresión de que todo se inclina hacia la izquierda, como reclaman cada vez más voces.
“Es tiempo de probar con un primer ministro de izquierdas después de tres intentos fallidos de centroderecha”, pedía el prestigioso economista Thomas Piketty minutos antes de que Lecornu apareciese en televisión.
La decisión, sin embargo, pasaría inexorablemente por suspender la reforma de las pensiones, como el propio Lecornu dio a entender en su entrevista televisiva. “No estoy aquí para hacer anuncios, ya que he dimitido, pero este tema es, en efecto, un verdadero punto de bloqueo. Habrá que encontrar un camino hacia el debate sobre la suspensión de la reforma de las pensiones”, apuntó de forma vaga, acentuando cada vez más la sensación de fatiga. “Yo he cumplido mi misión. He hecho todo lo posible”, añadió, como si, en realidad, no creyese mucho en lo que decía. Incapaz, a la vez, de descartar que pueda volver a ser nombrado el viernes. “Soy un soldado”.
La reforma de las pensiones fue la medida más impopular del mandato de Macron. Elevó de 62 a 64 años la edad de jubilación y despertó la ira de la izquierda y de los sindicatos. La norma fue aprobada por decreto, ante la imposibilidad de lograr los apoyos parlamentarios necesarios. Su supresión era una insistente reivindicación del Partido Socialista y de la mayoría de grupos progresistas que confluyeron en el Nuevo Frente Popular (NFP) en las últimas elecciones legislativas, en julio del año pasado, en las que se impusieron a la ultraderecha.
Un encaje complicado
La marcha atrás en esta reforma tiene un encaje complicado y suscita el rechazo radical del grupo conservador de Los Republicanos. Su congelación provocaría un agujero importante en unas arcas públicas ya de por sí bastante tensionadas. Se calcula un coste de cientos de millones en 2026 y unos 3.000 millones en 2027. Justo cuando Francia se disponía a realizar enormes recortes para rebajar su déficit y comenzar a deshinchar su deuda. Pero da igual ahora. Esa mayoría de la que habla Lecornu preferiría esa opción a pasar por las urnas.
Liquidar la gran reforma estructural que lanzó Macron, la única, es además un signo cristalino de su imparable decadencia. Los últimos sondeos asignan al presidente de la República un 14% de popularidad, la cota más baja de toda su legislatura y un récord (a la baja) para un jefe de Estado. El 82% declara haber perdido su confianza en él, por encima incluso del momento más bajo de su predecesor, François Hollande.
La crisis y la presión sobre Macron se volvieron insoportables el martes por la noche después de los últimos vaivenes que surgieron de la dimisión del primer ministro, solo horas después de presentar un Gobierno que no contentó a casi nadie. Los mercados castigaron duramente a Francia en las últimas horas. Y voces cercanas al presidente, como el ex primer ministro Édouard Philippe, pidieron su dimisión. Lecornu descartó esa posibilidad. “Cuando se otorga un mandato, si cada vez que hay un poco de tormenta se dice ‘hay que irse’, pesará sobre los próximos presidentes, y luego sobre los alcaldes. Yo sigo siendo ministro de las Fuerzas Armadas, y puedo asegurarles que no es momento de cambiar de presidente”.
La única baza de Lecornu y Macron estos días ha sido el miedo de los partidos a una nueva disolución. Además, al igual que la de 2024, tampoco ofrece ninguna garantía de que surja una mayoría clara. A pesar del auge del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, que ha decidido no reunirse con Lecornu para buscar una salida a la crisis institucional. Esta formación tiene un 35% de intención de voto en las presidenciales, según la última encuesta de Ifop-Fiducial para Le Figaro Magazine y Sud Radio.
La ultraderecha, pese a todo, está lejos de tener asegurada una mayoría, ya sea absoluta o incluso relativa, en unas nuevas elecciones legislativas. La probabilidad de acabar con una Asamblea ingobernable, todavía dividida en tres bloques irreconciliables —la izquierda, el espacio macronista y la ultraderecha— sigue siendo considerable.
La situación, completamente insólita, se alarga penosamente sin una solución clara. Nunca se había vivido un bloqueo de este tipo en la V República, el régimen institucional inaugurado en 1958. Desde que el 9 de junio de 2024 el presidente de la República, Emmanuel Macron, decidió jugarse al póquer la estabilidad del país, ha nombrado a tres primeros ministros. De momento, el viernes el jefe del Estado prevé designar a su cuarto jefe de Gobierno en poco más de un año.
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