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El Kremlin silencia a las mujeres de los soldados movilizados en el frente, pero algunas aún alzan la voz de la protesta

El Kremlin reprime las quejas para que regresen los militares tres años después del llamamiento a filas que conmocionó a Rusia

Javier G. Cuesta

Las mujeres pueden ser una fuerza poderosa en Rusia. Sus protestas para traer a sus hombres a casa contribuyeron a alcanzar la paz en la primera guerra de Chechenia. Y ellas levantaron el país tras la II Guerra Mundial en una infinidad de hogares sin padres, solo con madres y abuelas. El 21 de septiembre de 2022, hace tres años, Vladímir Putin decretó una movilización masiva para proseguir con la ofensiva sobre Ucrania iniciada pocos meses antes. Mientras los hombres subían a los trenes, las mujeres tomaron las calles. La amenaza de la desestabilización se cernía sobre el Kremlin, pero al final aplacó la tormenta con una campaña de presiones. Tres años después, el miedo reina entre las mujeres, aunque algunas intentan mantener viva su protesta.

El Ministerio de Defensa declaró haber movilizado 300.000 hombres en septiembre de 2022. También fue la última vez que ofreció una cifra de fallecidos en el ejército ruso, supuestamente 5.937 muertos de sus fuerzas profesionales. Un análisis de los datos de sucesiones hecho por tres medios, Mediazona, Meduza y la BBC, apunta a que alrededor de 200.000 rusos han perdido la vida hasta ahora en la guerra.

“Mostramos la realidad que las autoridades intentan ocultar tras una apariencia de estabilidad a aquellos ciudadanos que no se han visto directamente afectados por la guerra”, dice bajo petición de anonimato una integrante de la plataforma de mujeres de movilizados Camino a Casa [Put Domói, en ruso].

Es la única que responde al teléfono. Un puñado de mujeres que hace tres años pedían abiertamente la vuelta de sus hijos y maridos a casa ya no contesta a los mensajes. Las autoridades declararon “agente extranjero” a este movimiento e hicieron varias advertencias a sus seguidoras cuando sus convocatorias frente a los monumentos a los soldados rusos comenzaron a viralizarse. Unas decenas de mujeres se concentraron hace un año ante el Ministerio de Defensa y fueron arrestadas. Ahora, las pocas mujeres que van a los monumentos lo hacen solas, dejan una flor y se van.

A finales del pasado agosto, un tribunal condenó a Olga Tsukanova, exdirectora del liquidado Consejo de Madres y Esposas, a un año y siete meses de trabajos forzosos, más la prohibición de interactuar en ningún canal en internet durante dos años. Antes había pasado seis meses en prisión preventiva.

“Las autoridades no nos hacen promesas, solo fingen que no hay ningún problema”, manifiesta la integrante de Camino a Casa. “La guerra parece interminable y no hay esperanza de que termine mañana”, añade.

Telegram, que opera en Rusia con la bendición de las fuerzas de seguridad, ha etiquetado el canal de Camino a Casa como “falso”. Pese a las trabas, el movimiento conmina a sus decenas de miles de seguidoras a seguir llevando flores cada sábado a los monumentos a los veteranos y caídos de guerra.

“No permitiremos que nuestros hombres, los movilizados, sean olvidados. Los traeremos a casa”, advertía la organización en agosto tras romper un largo silencio en Telegram.

La sangría de Ucrania continúa y en el silencio impuesto por el Kremlin retumban aún más alto las voces de aquellas mujeres que se han sacudido el miedo porque ya lo han perdido todo.

Esta semana la madre de un soldado desaparecido en diciembre de 2023 se ha dirigido desesperada a Putin mediante un vídeo público. Visiblemente conmocionada, Galina Zeleneva, de la región de Tambov, pide que se aclare si su hijo, Vitali Klychnikov, “ha muerto o ha sido hecho prisionero”. Entre lágrimas, pide que le devuelvan su cuerpo “si ha fallecido defendiendo la patria, para poder llorarle”.

La madre lamenta los viajes en balde a Moscú, sus cartas sin respuesta al Ministerio de Defensa y al Servicio Federal de Seguridad (FSB), y la actitud del padre de su hijo, que ha reaparecido para solicitar la compensación por su muerte. “Su padre nunca se interesó por él, hasta los 38 no le dijo ni hola”, lamenta Zeleneva.

Elena Antiosova, residente de la región de Tula, también ha hecho otro llamamiento público a las autoridades para que traigan de vuelta a sus dos hijos gemelos. Kirill y Andréi, de 28 años, fueron movilizados en septiembre de 2022 y capturados por las fuerzas ucranias en junio del año siguiente, según su familia.

Antiosova ha comprobado que siguen vivos por las declaraciones de un compañero del 137º regimiento aerotransportado y la existencia de imágenes de su rendición. “Estoy sola”, lamenta en alto esta madre soltera.

“Mis hijos no tuvieron miedo; se pusieron en pie y fueron a defender a Rusia. Mis hijos son héroes y, por su valentía, Vladímir Vladímirovich [Putin], usted condecoró a mis hijos con la Orden del Valor”, asegura en una de las múltiples grabaciones que ha dirigido a las autoridades. “Si siguen guardando silencio, me veré obligada a ir a Ucrania para traer de vuelta a mis hijos”, amenaza.

Para otras mujeres ya no queda consuelo. “Hola. Morí ayer, pero me enterrarán dentro de 30 años. Ayer falleció mi marido en el ataque de un dron contra su vehículo”, escribe la viuda de un movilizado en una carta publicada por el grupo Camino a Casa. “Mi marido logró sobrevivir y no resultar herido durante casi tres años, pero ayer se acabó su suerte. No verá su 42 cumpleaños por una semana”, continúa antes de dar un último consejo al resto de mujeres.

“Amad a la gente mientras viva; los muertos no necesitan amor. Y no les enviéis a la guerra por todos los medios posibles. No hay otra salida salvo en un ataúd”, termina la carta.

Aumentan las deserciones

Las estadísticas de movilizados son secreto de Estado. Como muestra, el medio independiente Vazhnie Istorii ha analizado una lista de 2.153 reclutados en la región de Tomsk. Los más mayores tenían 60 años, y los más jóvenes, 19. Al menos uno de cada diez ha sido declarado muerto en estos tres años, aunque al sumar heridos y desaparecidos la cifra alcanza a uno de cada cuatro. Nueve soldados que sufrieron amputaciones fueron catalogados con “heridas moderadas” y devueltos al frente.

No parece haber una movilización próxima a la vista. Según Putin, sus fuerzas suman 700.000 soldados en Ucrania. Sin embargo, el Gobierno ruso pone todo a punto para otro reclutamiento cuando lo considere necesario. Desde agosto funciona un nuevo sistema de notificaciones de alistamiento electrónico y ya se han registrado casos de rusos que han sido parados en la frontera al intentar abandonar el país. A diferencia de la farragosa burocracia en papel, este mecanismo permite bloquear la salida del ciudadano por la aduana desde el mismo momento que se le envía el aviso.

“El número de personas que quieren desertar del ejército ruso se ha triplicado de 2023 a 2025”, dice a este periódico Grigori Sverdlin, fundador de Idite Lesom [traducible a la vez en ruso como “id al bosque” y “¡Que te pierdas!“], una organización que ayuda a huir de Rusia a los llamados a filas. La plataforma afirma haber ayudado a 54.000 rusos a evitar la movilización y a otros 2.209 a escapar del país.

Rusia oculta sus cifras de deserciones. En el caso de Ucrania, su Fiscalía registraba más de 81.000 casos hasta el año pasado. Según otra investigación de Vazhnie Istorii, al menos 49.000 rusos desertaron hasta finales de 2024.

El amago de negociaciones de paz de este año entre Rusia y Ucrania por presión de Estados Unidos ha hecho que algunos rusos pospusieran sus planes de huida. “Habíamos planificado las rutas, pero prefirieron no arriesgarse y aguardar a que terminara la guerra. Después de dos o tres meses de espera volvió a haber un aumento de gente que quería desertar de nuevo”, afirma el activista.

Para la miembro de Camino a Casa, estas negociaciones “han sido una farsa, un intento de engañar y dar una nueva cucharada del manjar llamado esperanza”.

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