De la Vuelta al festival de Eurovisión: las medidas de reprobación a Israel se multiplican en el mundo
Las propuestas de boicot por la masacre de Gaza se extienden en el mundo de la cultura, el deporte y la economía de cada vez más países
La crudeza de la invasión israelí en Gaza está multiplicando las señales de reprobación hacia Israel en diferentes países del mundo. Aunque el Gobierno de Benjamín Netanyahu no se enfrenta a una situación generalizada de vetos y sanciones —como sí se han aplicado a Rusia a raíz de la invasión a gran escala de Ucrania—, la cultura, el deporte y también las medidas de algunos Estados se orientan cada vez más a reprochar al Estado judío la masacre de Gaza, en la que ya han muerto al menos 66.000 civiles palestinos por la acción del ejército israelí. El llamamiento directo del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, a que Israel sea vetado en el mundo del deporte tras las protestas registradas en la Vuelta constituye el último ejemplo de un movimiento global que avanza, aunque muy lentamente.
La suspensión de la última etapa de la Vuelta Ciclista a España este domingo en Madrid por las fuertes manifestaciones ciudadanas ha ofrecido imágenes rotundas. Porque más allá del tablero político, la cultura, el deporte y la economía se están convirtiendo en escenarios paralelos en los que posicionarse en contra de las atrocidades de Israel contra los palestinos de Gaza y Cisjordania y presionar para que se les ponga fin.

Sanciones económicas
En los últimos meses, a medida que la masacre en Gaza iba recrudeciéndose, varios países y bloques han adoptado o propuesto medidas económicas contra Israel, en un intento de presionar al Gobierno de Benjamín Netanyahu. Estas acciones van desde sanciones directas a la suspensión de acuerdos comerciales, pasando por prohibiciones de importación o restricciones en transporte marítimo y aéreo.
En el ámbito europeo, la Comisión Europea propuso el pasado julio suspender parcialmente la participación de entidades israelíes en el programa de investigación Horizon Europe, en concreto en el área de innovación vinculada a tecnologías de uso dual, como drones, inteligencia artificial o ciberseguridad. La iniciativa buscaba penalizar a Israel por el bloqueo a la entrada de ayuda humanitaria y alimentos en la Franja. Sin embargo, la propuesta se frenó en el Consejo debido a la falta de consenso: varios Estados miembros, entre ellos Alemania e Italia, pidieron más tiempo para estudiarla y evitaron que prosperara. La semana pasada, Bruselas puso sobre la mesa la posibilidad de suspender partes del Acuerdo de Asociación UE-Israel, en concreto la parte de intercambios comerciales, así como sanciones a dirigentes israelíes considerados responsables de la escalada bélica.
A nivel nacional, algunos países europeos han tomado decisiones por su cuenta. España anunció que prohibirá que barcos y aviones con destino a Israel que transporten armas utilicen sus puertos o espacio aéreo. Además, adelantó que vetará la importación de productos fabricados en los asentamientos de Cisjordania y que restringirá la entrada en territorio español a individuos implicados en lo que el Ejecutivo considera crímenes de guerra. En Países Bajos, el Gobierno prepara un decreto para prohibir la importación de bienes producidos en los asentamientos israelíes, reforzando a la vez los controles sobre exportaciones militares y de bienes de doble uso.
Fuera de Europa, Turquía ha dado el paso más drástico. En mayo de 2024 suspendió todas las exportaciones e importaciones con Israel, una medida que abarcó metales, productos químicos, materiales de construcción y bienes industriales. Desde entonces, ha ampliado las restricciones, cerrando sus puertos a buques israelíes y limitando el acceso de aviones a su espacio aéreo, especialmente aquellos que transporten material militar. Ankara condiciona la reanudación del comercio a que Israel garantice el paso seguro y continuo de ayuda humanitaria a la franja de Gaza.
Antes del 7 de octubre de 2023, prácticamente las únicas acciones contra Israel eran las campañas de consumidores contra marcas, que han cobrado fuerza en los últimos dos años. Son varias, pero destaca el Movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), nacido en 2005, que aboga por presionar a empresas consideradas cómplices de las acciones de Israel y que se atribuye logros como el cierre de las filiales de Carrefour en Cisjordania por las crecientes pérdidas económicas o la disminución de las ventas globales de Mc Donalds, entre otros.
La cultura se planta
Dentro del mundo de la cultura han sido numerosas las acciones contra Israel. Por ahora, Eurovisión 2026 es el último campo de batalla: países como Irlanda, Países Bajos, Eslovenia e Islandia han declarado que, si Israel participa en la competición, no asistirán. En España ha sido el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, quien ha dicho que la participación española solo se dará si Israel es expulsado de la competición. La última en posicionarse ha sido la propia RTVE, cuyo presidente propondrá este martes al Consejo de Administración la retirada de España del festival si Israel participa.

Pero las acciones han sido secundadas en diversos sectores. En el mundo audiovisual, 1.400 figuras del mundo del cine (entre ellas, Yorgos Lanthimos, Mark Ruffalo, Tilda Swinton y Javier Bardem) han declarado que se comprometen a no trabajar con instituciones y empresas israelíes “implicadas en el genocidio”. Y en el reciente festival de Venecia, colectivos a favor de Palestina pidieron un boicot contra los actores Gal Gadot y Gerard Butler por su apoyo a las acciones del Gobierno de Benjamín Netanyahu, exigiendo a la Mostra que les retirara la invitación para el festival.
En el terreno musical, un festival belga canceló a la Filarmónica de Múnich por “la ambigüedad sobre la guerra” de su director de orquesta israelí, y, en España, decenas de artistas de festivales como El FIB en Benicàssim y el Sónar de Barcelona retiraron su participación tras conocerse los vínculos del fondo de inversión proisraelí KKR con gigantes del sector como Superstruct.
La danza, especialmente la contemporánea, es una disciplina muy apoyada en Israel y con muchos artistas reconocidos internacionalmente, pero algunas de sus compañías más prestigiosas, como la Batsheva Dance Company, la Kibbutz Dance Company o la Vertigo Dance Company afrontan un desierto escénico internacional tras ser repudiadas en países como Francia o México.
Condena desigual en el deporte
En el mundo del deporte no se han tomado grandes medidas contra Israel por sus acciones en Gaza como sí ocurrió con la invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2022, que derivó en la exclusión de equipos, selecciones y deportistas individuales rusos y bielorrusos de las competiciones internacionales.
El primer boicot con visibilidad internacional ha tenido lugar en España, durante la Vuelta Ciclista. Un mes antes, el pasado 14 de agosto, la UEFA se posicionó en contra del conflicto durante la final de la Supercopa con una pancarta en el césped del estadio que rezaba: “Dejad de matar niños; dejad de matar inocentes”. Pero no ha condenado de manera explícita la actuación de Israel. Sin embargo, tanto la FIFA como la UEFA prohibieron a los equipos rusos participar en todas sus competiciones, incluido el Mundial de Fútbol de Qatar de 2022, por su invasión de Ucrania.

Sí existen otros precedentes de boicot, aunque de menor magnitud. El primero fue cuando los países de la Liga Árabe se negaron a jugar los partidos de clasificación para el Mundial de 1958 contra Israel, por entonces inscrita en la confederación asiática (AFC). La renuncia de los países musulmanes propició que el Estado judío liderara la fase de clasificación sin disputar un solo partido. Esto llevó a la FIFA a dirimir una repesca que este país perdió ante Gales. En 1974, también fue expulsado de la AFC y su federación no fue miembro de ninguna confederación hasta que la UEFA la admitió en 1994.
En el ámbito deportivo existen otros ejemplos de grandes boicots. El primero que se recuerda fue el de la expulsión de Sudáfrica del Comité Olímpico Internacional por sus políticas de apartheid. Ya en 1964, el propio COI había denegado la invitación a la delegación sudafricana para los Juegos de Tokio porque no presentaba una participación racialmente integrada. El veto olímpico al país africano permaneció hasta 1992, año en el que se disputaron los Juegos Olímpicos de verano en Barcelona y los de invierno en Albertville (Francia). Un año antes, el Gobierno sudafricano había puesto fin al sistema de segregación racial.
Otro boicot fue el de Estados Unidos a los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, en respuesta a las tensiones de la Guerra Fría. Rusia invadió Afganistán en 1979 y la Administración Carter ordenó al comité olímpico norteamericano no acudir a los Juegos de la capital rusa. Alemania, Noruega, Argentina, Canadá, Chile, Japón, Turquía y China, por entonces enfrentada a la URSS, fueron algunos de los 60 países que también secundaron la iniciativa estadounidense. La respuesta al boicot estadounidense por parte de la URSS y el bloque del Este se dio cuatro años más tarde, en los Juegos Olímpicos celebrados en Los Ángeles: tampoco acudieron.
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