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Una coalición de más de 50 países árabes e islámicos acusa a Israel de “genocidio, limpieza étnica y hambruna”

Los ministros de Exteriores ultiman una resolución contra los bombardeos israelíes en Qatar con la incógnita de si incluirá medidas contra el Gobierno de Netanyahu

Una delegación de altos funcionarios cataríes recibe al vicepresidente de los Emiratos Árabes Unidos en Doha

La cumbre de emergencia que reúne a los representantes de más de 50 países árabes e islámicos en Qatar entra este lunes en su jornada decisiva. Jefes de Estado de Oriente Próximo, Asia y África se han movilizado durante las últimas horas hacia Doha, la capital catarí, para buscar una respuesta conjunta al bombardeo que Israel lanzó contra esa misma ciudad el pasado martes, en lo que los participantes de la cita diplomática perciben como un asalto a un país soberano y como un ataque al pueblo que había ofrecido su suelo como espacio para negociar para la paz en Gaza.

Según la agencia de noticias británica Reuters y el medio catarí Al Jazeera, que han tenido acceso al contenido de un borrador de una resolución común, los ministros lograron consensuar una declaración que condena el bombardeo del pasado martes en Doha y acusa Israel de “actos hostiles”, entre los cuales incluye “el genocidio, la limpieza étnica y la hambruna” que impone sobre la franja de Gaza, así como la expansión “de las actividades coloniales” que promueve en Cisjordania. Todo ello, según reflejan los ministros en el texto, amenaza “el pronóstico de paz y de coexistencia” en la región, y aleja el pronóstico de continuar trazando lazos entre Israel y las naciones árabes e islámicas.

Los mandatarios de los 22 países de la Liga Árabe y de los 57 de la Organización de la Cooperación Islámica tienen previsto discutir la tarde de este lunes la aprobación de esa resolución, que los ministros de Exteriores de cada país trazaron el domingo, durante el primero de los dos días de la cumbre. La imagen de unidad que proyecta la congregación de decenas de líderes de primer nivel en Doha contrasta con la incertidumbre sobre el alcance de las medidas que pueden surgir de la cumbre, que acoge a gobiernos con prioridades y alianzas distintas, en algunos casos, casi antagónicas. El encuentro se ha celebrado en paralelo a la visita del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, a Israel.

Más allá de las esperables condenas que recoge la propuesta de resolución, se desconoce si el texto incluye acciones diplomáticas concretas contra Israel, algo que no ha ocurrido de manera significativa en las otras dos cumbres árabe-islámicas que se han celebrado desde el inicio de la ofensiva israelí en Gaza, en octubre de 2023.

La incógnita de las sanciones

Analistas y periodistas presentes en Doha barajan la posibilidad de que en la cumbre se impongan sanciones a Israel, como un veto en el espacio aéreo regional a la aviación israelí o que se busque presionar a las autoridades israelíes aprovechando la influencia de algunos países —Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán— que en 2020 y 2021 normalizaron sus relaciones con Israel, en unos acuerdos sostenidos en pactos comerciales y militares valorados en miles de millones de euros.

El primer ministro catarí, Mohamed bin Abdulrahman al Thani, marcó el tono de la cumbre durante el discurso inaugural del domingo. Al Thani insistió en que el ataque israelí en Doha solo se puede describir como “terrorismo de Estado”, y subrayó que los misiles caídos sobre un distrito residencial de Doha suponían “un asalto al principio de la mediación”. También vinculó ese hecho con una supuesta voluntad israelí de “hacer descarrilar” los esfuerzos para la paz y “poner fin a la causa palestina” mediante la fuerza.

Durante los últimos días, Qatar ha exigido a la comunidad internacional que “castigue Israel por todos los crímenes que ha cometido”, y ha anunciado que emprenderá acciones legales contra las autoridades israelíes, cuyo bombardeo mató un policía catarí, además de cinco miembros de Hamás. Aunque se desconoce si la agresión logró matar los máximos dirigentes de la organización palestina, entre ellos el negociador jefe, Jalil al Haya, Netanyahu ha proclamado este lunes que el ataque no fue un fracaso, puesto que “envió un mensaje a los terroristas”, según ha declarado durante una rueda de prensa conjunta con Rubio.

Múltiples líderes regionales han aterrizado en el aeropuerto internacional de Doha para unirse a la cumbre. Entre ellos, el primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif; su homólogo iraquí, Mohamed Shia al Sudani; el presidente de Líbano, Michel Aoun; el de Siria, Ahmed al Shara, o el jefe de facto de Sudán, el comandante Abdel Fattah al Burhan.

Hoja de ruta

También ha aterrizado el líder turco, Recep Tayyip Erdogan, quien sabe que Israel tiene su país bajo el radar por ser el otro territorio en la región, junto a Qatar, que acoge oficinas de la milicia palestina Hamás. El domingo, el ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, condenó el ataque israelí “con fuerza” y anticipó que Ankara apoyaría la respuesta que Qatar decida llevar a cabo ante la agresión.

Su homólogo pakistaní, el ministro Mohammad Ishaq Dar, ha declarado en Doha que los pueblos islámicos esperan acciones concretas contra Israel. “Si los líderes se sientan y hacen declaraciones sin trazar una hoja de ruta sobre cómo lidiar con la situación, será muy triste”, ha dicho a Al Jazeera, cuya base está en Doha. Antes de emprender viaje hacia Qatar, el presidente iraní, Masud Pezeshkian, ha llamado a las naciones islámicas a cortar lazos con Israel, al que ha definido como un “régimen falso”.

Sanam Vakil, directora para Oriente Próximo de Chatham House, ve probable que el ataque israelí en Doha lleve los líderes del Golfo a “profundizar la cooperación entre ellos”, mientras aceleran los esfuerzos para “diversificar sus asociaciones exteriores y de seguridad”. China y Turquía jugarían un papel crecientemente importante en ese escenario, según escribe la analista en The Guardian.

También es posible que los líderes árabes, de acuerdo con Vakil, “reevalúen las inciertas perspectivas de normalización con Israel”, lo que choca con los intereses de los actuales mandatarios en Washington y Jerusalén. Durante el primer mandato de la Administración Trump, cuatro gobiernos árabes formalizaron sus relaciones con Israel mediante los Acuerdos de Abraham, forjados bajo la persuasión de Washington, que cerró contratos militares y económicos con esos Ejecutivos. Aunque ahora está interrumpido por la ofensiva en Gaza, tanto Trump como Netanyahu pretenden la continuación de ese proyecto de acercamiento entre Israel y el mundo árabe, puesto que perciben que agranda sus respectivos legados.

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