La justicia marroquí mantiene en prisión a Ibtissam Lachgar, la activista que se exhibió con el lema “Alá es lesbiana”
El tribunal aplaza la vista ante el rechazo de la Fiscalía a la petición de la defensa de libertad provisional urgente para la detenida, enferma de cáncer


El tribunal de Rabat que juzga por blasfemia a la activista feminista y LGTBIQ+ Ibtissam Betty Lachgar ha aplazado este miércoles la vista hasta dentro de una semana. Lachgar, de 50 años, seguirá en prisión preventiva en una cárcel próxima a la capital marroquí, donde fue internada hace más de dos semanas tras haber publicado el 31 de julio en las redes sociales una imagen suya en la que portaba una camiseta con el lema “Alá [en árabe] es lesbiana [en inglés]”. La justicia ha tomado esta decisión ante el rechazo de la Fiscalía a aceptar la petición de la defensa de conceder la libertad provisional por vía urgente a la encausada, enferma de cáncer, a la vista del agravamiento de su estado de salud.
El equipo de defensa de Lachgar presentó numerosas pruebas para justificar la solicitud de libertad provisional, según informa el portal digital Hespress. Los letrados denuncian que la activista ha sido recluida en régimen de aislamiento, sin una resolución motivada, por la Administración penitenciaria y sin poder relacionarse con otras presas, lo que está teniendo un impacto psicológico en su tratamiento contra el cáncer. También han exigido respeto a la presunción de inocencia.
En su alegato, la defensa esgrimió que Lachgar está sometida a tratamiento oncológico desde hace varios años y requiere “atención médica y psicológica”. La procesada debe someterse además a una intervención de cirugía urgente en septiembre en su mano izquierda, donde porta una prótesis parcial. De no llevarse a cabo la operación, argumentó la defensa, podría perder la mano por completo.
La activista agradeció con sonrisas las presencia de los activistas marroquíes y extranjeros que asistieron al juicio. Su proceso ha motivado también acciones de protesta ante los consulados marroquíes de Madrid, Barcelona y Algeciras (Cádiz) y en otras ciudades europeas.

Jadiya Ryadi, dirigente histórica de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, ha afirmado que la Fiscalía ha rechazado la libertad provisional “a pesar de la pertinencia de las razones médicas y jurídicas que avalan la petición de la defensa”. “Esta decisión muestra un espíritu de venganza que prima sobre la garantía de los derechos de la acusada”, enfatizó.
La activista feminista marroquí en favor de la diversidad sexual se enfrenta a una larga pena de cárcel por “insulto a la religión islámica”. Su caso refleja la fractura que vive la sociedad marroquí, donde aún se castigan con hasta tres años de cárcel los “actos de desviación” por mantener relaciones homosexuales, mientras la diversidad sexual resulta patente en medio de la modernidad de las grandes ciudades, además de marcar estrictos límites a la libertad de expresión.
Fundadora del Movimiento Alternativo para las Libertades Individuales en Marruecos, la encausada desató una ola de invectivas en su contra desde los sectores conservadores y religiosos de la sociedad, que han visto en la imagen de su camiseta una ofensa a valores que consideran sagrados.
A pesar de que las críticas al islam no están expresamente recogidas como delito en Marruecos, donde el islam es la religión oficial, el Código Penal sí castiga las ofensas a los símbolos religiosos mediante el tipo penal de la difamación. La condena se eleva si se ha difundido a través de medios de comunicación, incluidos los “electrónicos”.

Lachgar se enfrentó en las redes sociales a quienes le lanzaban amenazas de muerte o violación y llamaban a su linchamiento mediante lapidación con esta réplica: “Me aburren con sus mojigaterías y sus acusaciones. El islam, como toda ideología religiosa, es FASCISTA, FALÓCRATA Y MISÓGINA [en mayúsculas en la publicación original]”.
Protagonista de escándalos como el de un beso colectivo organizado en 2013 por su movimiento, Lachgar se ha visto envuelta en polémicas que cíclicamente sacuden la sociedad marroquí, formalmente conservadora en materia de costumbres y con una visión del islam que aspira a ser tolerante.
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