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Australia acusa a Irán de ataques antisemitas contra la comunidad judía en Sídney y Melbourne

El Gobierno de Albanese expulsa al embajador de la República Islámica y declarará organización terrorista a la Guardia Revolucionaria

Destrozos tras el ataque en la sinagoga de Adass Israel,  en Melbourne, el pasado 9 de diciembre.
José Pablo Criales

El Gobierno australiano ha acusado este martes a Irán de dirigir al menos dos de una quincena de ataques antisemitas que ocurrieron en Sídney y Melbourne entre finales de 2024 y principios de 2025. El primer ministro, Anthony Albanese, ha expulsado al embajador y a otros tres diplomáticos de la República Islámica tras anunciar que la agencia nacional de inteligencia, conocida como ASIO (por sus siglas en inglés), le informara de que no descarta su implicación en los otros ataques. “Fueron actos de agresión extraordinarios y peligrosos, orquestados por una nación extranjera en suelo australiano”, ha dicho Albanese.

El Gobierno laborista ha manifestado, asimismo, su intención de incluir a la Guardia Revolucionaria Islámica en su lista de organizaciones terroristas.

“Los australianos quieren que cesen las matanzas y el odio, y no quieren que el conflicto de Oriente Próximo se extienda aquí. Irán ha buscado precisamente eso: dañar y aterrorizar a los judíos australianos, y sembrar el odio y la división en nuestra comunidad”, ha proseguido Albanese.

La ASIO ha confirmado que agentes de la citada Guardia Revolucionaria, un ejército paralelo con un enorme poder político y económico, “usaron una compleja red de intermediarios para ocultar su participación” en el incendio registrado en octubre de 2024 en Lewis’ Continental Kitchen, un antiguo restaurante kosher en la popular playa de Bondi, en plena costa de Sídney. También en el fuego provocado dos meses después en la sinagoga Adass Israel, construida en Melbourne por refugiados del Holocausto.

El director de la agencia australiana de inteligencia, Mike Burgess, ha subrayado que su investigación, de más de un mes de duración, también confirmó la implicación de grupos criminales extranjeros. Sin embargo, se negó a ofrecer más detalles en conferencia de prensa.

“Esta es la primera vez que Australia expulsa a un embajador desde la II Guerra Mundial”, ha afirmado la ministra de Asuntos Exteriores, Penny Wong, tras detallar que la embajada del país oceánico en Teherán —abierta desde 1968— había sido clausurada este martes por la mañana y que sus funcionarios ya se encontraban fuera de Irán. Australia le ha dado un plazo de siete días al embajador de la República Islámica en la capital federal de Canberra, Ahmad Sadeghi, y a los otros tres diplomáticos para salir de Australia.

La embajada iraní todavía no ha comentado la decisión del Gobierno australiano. Sí lo ha hecho la misión diplomática de Israel, que ha calificado el movimiento de “fuerte e importante”. “El régimen de Irán no solo es una amenaza para los judíos o para Israel, sino que pone en peligro a todo el mundo libre”, ha manifestado en un comunicado.

Tensión previa con Israel

La noticia llega tras semanas de tensión e insultos entre el Gobierno australiano y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que el pasado jueves afirmó que Albanese es “un político débil que ha traicionado a Israel” y que ha “empañado para siempre” su reputación. La acusación de Netanyahu se produjo después de que Australia, el Reino Unido, Francia y Canadá anunciasen que reconocerán el Estado Palestino para buscar una solución a la hambruna y la masacre en la franja de Gaza.

Albanese afirmó no tomarse el comentario personalmente, pero el ministro de Interior australiano, Tony Burke, respondió que “la fuerza no se mide por cuantas personas puede reventar ni cuantos niños puede dejar con hambre”. El propio Burke también se enfrenta estos días a las críticas isrealíes por haber cancelado el visado del parlamentario Simcha Rothman, miembro del ala más dura de la coalición de Gobierno de Netanyahu, que tenía previsto dar dos charlas en Australia. Rothman ha llegado a decir que los niños de Gaza son “enemigos que no deberían tener permitido huir hacia Israel”.

La quincena de atentados antisemitas en Australia, que incluyen un ataque a un centro infantil en Sídney, la vandalización de la oficina de un parlamentario en Melbourne, y varias pintadas y coches incendiados en templos, escuelas y viviendas de líderes de la comunidad judía, habían monopolizado parte de la recta final de la campaña electoral que se saldó en mayo pasado con la reelección de Albanese con la mayoría progresista más sólida en décadas.

Los ataques enturbiaron la paz habitual de un país que, con casi un tercio de sus 26 millones de habitantes nacidos en el extranjero, sostiene la tolerancia y la multiculturalidad como banderas. Pero incluso allí también se deja sentir la ola global de crispación.

El Consejo Ejecutivo del Judaísmo Australiano informó a finales de 2024 un “incremento masivo” de los incidentes antisemitas (2.062), según el informe anual que publica desde 1990. Es el triple que antes de los atentados cometidos por Hamás el 7 de octubre de 2023.

La islamofobia también ha subido de manera alarmante. Algo más de uno de cada tres adultos afirma tener una actitud “algo negativa” o “muy negativa” contra sus vecinos musulmanes, según una encuesta anual de la Fundación Scanlon, que desde 2008 mide la cohesión social en Australia. Según sus cifras, la islamofobia ha aumentado “significativamente” (del 27% al 34% desde el inicio del actual conflicto en Gaza). El antisemitismo, en comparación, pasó del 9% al 13% en el mismo periodo.

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Sobre la firma

José Pablo Criales
Es corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires. Trabaja en el diario desde 2019, fue redactor en México y parte del equipo de la mesa digital de América. Es licenciado en Comunicación por la Universidad Austral y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS.
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