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Zelenski viaja a EE UU bajo la amenaza de que Trump le exija ceder ante Putin

El mandatario ucranio y varios líderes europeos se reúnen este lunes con el presidente estadounidense para abordar las negociaciones de paz con Rusia

El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, se abrazaba con el primer ministro británico, Keir Starmer, el pasado 14 de agosto en Londres.
Cristian Segura

La espada de Damocles vuelve a pender sobre Volodímir Zelenski. El presidente ucranio se reúne este lunes en Washington con Donald Trump bajo la amenaza de que su homólogo estadounidense le ponga sobre la mesa exigencias inasumibles para firmar un acuerdo de paz con Rusia. Los obstáculos para poner fin a la guerra son ingentes, sobre todo después de que Vladímir Putin hiciera saber el viernes en Alaska a Trump sus condiciones. Una de estas es que el ejército ucranio se retire de la región de Donbás y que la ceda en bandeja al ocupante.

Las señales que salieron de la cumbre en Alaska entre Trump y Putin no son halagüeñas para Kiev. La oficina del presidente ucranio confiaba en que el mandatario estadounidense cumpliera con su objetivo, expresado por él mismo tan solo dos días antes de la reunión con el autócrata ruso: si Putin no aceptaba un alto el fuego inmediato, aplicaría severas sanciones sobre Rusia y no volvería a reunirse con él. Pero sucedió todo lo contrario: Trump aceptó la posición del Kremlin de que no es necesaria una tregua, aplazó la amenaza de las sanciones y anunció que tiene que producirse otra conferencia, esta vez trilateral con Zelenski, además de una posible visita a Moscú.

Lo sucedido provocó una enorme confusión en Bankova, la sede presidencial ucrania. La agenda prevista para el fin de semana saltó por los aires, sobre todo porque Trump convocó de urgencia a Zelenski en Washington. El líder republicano afirmó que todos sus socios, incluido el presidente ucranio, habían aceptado que el alto el fuego ya no es necesario para negociar la paz.

Pero Zelenski reiteró en dos ocasiones el sábado, a través de sus redes sociales, que la negativa rusa al cese temporal de las hostilidades demuestra que “todavía será más difícil que Rusia acepte la paz”. “Detener la muerte es un paso previo clave para finalizar la guerra”, añadió.

Miedo a una nueva bronca

Las discrepancias sobre el alto el fuego y el desenlace de la cumbre en Alaska cargan de voltaje el encuentro de este lunes en la Casa Blanca. La última vez que Zelenski visitó a Trump en Washington, el pasado febrero, se produjo una de las escenas más tensas de la historia reciente de la diplomacia. La comparecencia antes los medios de comunicación en el Despacho Oval acabó en una bronca entre el presidente ucranio, Trump y su vicepresidente, J. D. Vance.

Las relaciones entre Kiev y Washington quedaron severamente dañadas, pero los esfuerzos diplomáticos de Ucrania, el Reino Unido, Francia y Alemania permitieron reconducir la situación. Para evitar otro cisma, Zelenski regresará a la Casa Blanca con escuderos de excepción, acompañado por líderes europeos de primera línea: el canciller alemán, Friedrich Merz; el presidente francés, Emmanuel Macron; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; el premier británico, Keir Starmer, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, entre otros.

Zelenski ya manifestó el sábado por teléfono a Trump de que es imposible que acepte retirar a sus tropas de Donbás. La parte ucrania está dispuesta a congelar el conflicto en la actual línea del frente mientras se negocia la paz, pero abandonar lo que todavía controlan de la provincia de Donetsk sería un suicidio político para el presidente.

Putin transmitió a Trump otras exigencias, en buena parte ya planteadas por sus enviados en las tres reuniones de paz que ambos gobiernos han mantenido entre mayo y julio en Estambul (Turquía). Una de ellas es el reconocimiento de la península de Crimea, anexionada ilegalmente en 2014, como parte de Rusia. La delegación rusa en Turquía reiteró que las provincias de Jersón y Zaporiyia, parcialmente ocupadas por el invasor, son también de soberanía rusa. Putin solo planteó a Trump en Alaska que el frente en estas dos provincias se congelaría. El líder ruso ofreció retornar al control ucranio las pequeñas partes que su ejército ha capturado en las provincias de Sumi y Járkov, según la agencia Reuters.

Más allá del territorio

El territorio es la cuestión más espinosa del proceso de paz, pero los escollos van más allá de este. El Kremlin quiere, sobre todo, que se levanten las sanciones que castigan a su economía y que bloquean el movimiento de miles de personas vinculadas a la invasión. Ucrania tiene en este capítulo demandas que chocan frontalmente con los intereses rusos. En concreto, la constitución este verano de un tribunal especial europeo de crímenes de guerra rusos y la reclamación ucrania de que Rusia pague la reconstrucción de lo que ha destruido.

El canciller alemán, Merz, cuantificó el pasado julio en “por lo menos 500.000 millones de euros” el daño causado por las armas rusas. Serán clave también en este apartado de las negociaciones los más de 250.000 millones de euros en activos rusos que los aliados occidentales de Ucrania han congelado en sus países.

Especialmente delicado es el proceso judicial abierto en 2023 por el Tribunal Penal Internacional contra el propio Putin, sobre el que pesa una orden de arresto internacional, por los miles de menores de edad de los territorios ucranios ocupados y que han sido desplazados a la fuerza a Rusia. Para Kiev es una cuestión determinante que estos niños regresen a Ucrania.

Una línea roja rusa, que EE UU ya ha dicho que será respetada, es que Ucrania no acceda a la OTAN. Los países de la Alianza Atlántica están dispuestos, a cambio, a aportar “garantías de seguridad” extraordinarias para Kiev, desde un acuerdo de defensa especial a el envío de tropas para entrenar al ejército ucranio o para confirmar el fin de las hostilidades.

La delegación rusa en Estambul planteó como condición indispensable para terminar la guerra que Ucrania deje de recibir armamento de sus socios internacionales, algo que supondría la rendición de facto del país invadido.

Putin también quiere que el ruso sea idioma oficial de Ucrania junto al ucranio. El predecesor de Zelenski, el expresidente Petro Poroshenko, impulsó leyes que reducían progresivamente el estatus del ruso como lengua en la Administración pública, en los medios y en los centros educativos.

La Comisión de Venecia, organismo del Consejo de Europa, no exige la oficialidad del ruso en sus informes sobre la evolución democrática de Ucrania, pero sí insiste en que debe mejorar la protección de los derechos de las minorías nacionales. Entre ellas, la de millones de personas que hablan ruso como lengua materna y cuyos orígenes están en regiones de la Federación Rusa. Putin también reclama que se restablezca la iglesia ortodoxa fiel al patriarcado de Moscú, ilegalizada en Ucrania en 2024 por ser considerada una institución fiel al invasor.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa y en 2025, el premio internacional de periodismo Julio Anguita Parrado.
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