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Las lágrimas de la ministra de Economía británica en el Parlamento evidencian la fragilidad del Gobierno de Starmer

La rebelión de decenas de diputados laboristas obliga a Rachel Reeves a rectificar. Las dudas sobre su continuidad lastran en los mercados la deuda del país

Rachel Reeves llora en la sesión del Parlamento británico.
Rafa de Miguel

La imagen habitual de rigor y dureza de la ministra de Economía británica, Rachel Reeves, se ha desmoronado este miércoles. Las cámaras han captado su rostro compungido, y sus lágrimas, sentada detrás del primer ministro. Keir Starmer respondía a las preguntas de la líder de la oposición conservadora, Kemi Badenoch, durante la sesión semanal de control parlamentario al Ejecutivo. Horas antes, Downing Street se había visto obligado a rebajar por completo su ley de recortes a las ayudas a los discapacitados, después de que una rebelión de decenas de diputados de la izquierda hubiera estado a punto de tumbar el proyecto y generar a Starmer una crisis política de consecuencias impredecibles.

Los bonos de deuda pública del Gobierno del Reino Unido y la libra esterlina han comenzado a caer con dureza este miércoles ante las dudas sobre la continuidad en su cargo de Reeves. El rendimiento de los bonos a 10 años ha llegado a subir un 0,18%, hasta el 4,64%. A mayor rendimiento, menor valor del bono. El descenso ha sido muy cercano al que sufrió la deuda durante la crisis desatada por la bajada de impuestos del Gobierno de la ex primera ministra conservadora Liz Truss. La libra ha caído un 1,1% frente al dólar y un 0,8% frente al euro.

La marcha atrás del Gobierno en su plan de recortes lleva a muchos analistas a la conclusión de que el Gobierno de Starmer se verá obligado a subir más impuestos para ajustar las cuentas públicas, en contra de la promesa electoral de no tocar la gravámenes sobre la renta o sobre sociedades.

“[La ministra de Economía] presenta hoy un aspecto miserable. Los diputados laboristas ya proclaman abiertamente que está acabada. La realidad es que se ha convertido en un escudo humano del primer ministro. El pasado enero, Starmer aseguró que Reeves seguiría en su puesto hasta el final de la legislatura, ¿en serio?“, ha dicho la líder conservadora desde su tribuna.

La respuesta del primer ministro, cargada de dureza contra la oposición, evitaba, sin embargo, responder a la pregunta directa respecto al futuro político inmediato de su responsable de Economía. “Qué horrible, que sea incapaz de asegurar si seguirá o no en el cargo”, se solazaba Badenoch ante un Gobierno laborista acorralado.

Lo cierto es que entre las filas laboristas hay un clamor cada vez menos disimulado contra Reeves. La acusan de haber puesto en marcha un rigor presupuestario que recuerda a muchos los años de austeridad posteriores a la crisis financiera de 2008. Recorte a las ayudas a menores de familias vulnerables, supresión de las subvenciones universales a los pensionistas para hacer frente a las facturas de gas y electricidad. Y ahora una ley que endurece las condiciones para recibir ayudas a la discapacidad, con el objetivo de poner freno al incremento acelerado de personas que han abandonado el mercado laboral después de la pandemia.

Muchos diputados laboristas entienden que el estado del bienestar británico necesita una seria reforma, pero rechazan que sean los más vulnerables los que paguen el precio.

Downing Street ha tenido que reaccionar con celeridad ante la idea cada vez más consolidada de que Reeves tiene los días contados. “La ministra tiene el respaldo absoluto del primer ministro, como ya lo ha dicho en otras ocasiones. Ambos están concentrados en ayudar a la clase trabajadora. Gracias a la ministra hemos recuperado estabilidad económica, los tipos de interés han bajado y los salarios crecen”, ha defendido un portavoz de Starmer, que ha negado que Reeves hubiera presentado a Starmer su dimisión.

El mismo portavoz ha atribuido las lágrimas de la ministra a un asunto personal que no ha querido desvelar.

El propio Starmer ha comparecido poco después ante los micrófonos de la BBC para afianzar el futuro inmediato de Reeves: “Va a continuar como ministra de Economía por mucho tiempo”. Aunque el primer ministro también insistía en que lo sucedido respondía a un problema del ámbito privado de su número dos, lo cierto es que la inquietud de los mercados hacía aconsejable una intervención de reafirmación que disipara las dudas.

El Partido Laborista carece de ánimos para celebrar su primer año en el poder, que será el próximo viernes. Una ministra de Economía en lágrimas, una rebelión interna sofocada a última hora de modo humillante y unas encuestas que sitúan a la izquierda por detrás de la derecha populista de Nigel Farage aconsejan que se evite cualquier mensaje de euforia.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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