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El ataque de Estados Unidos asesta un duro golpe al programa nuclear iraní

Teherán se enfrenta a un dilema: aceptar ahora la paz o enfrentarse a ataques futuros “mucho mayores”

Imagen de un B-2 Spirit en la Base Aérea Whiteman, Misuri, el 9 de mayo de 2025.Foto: AP | Vídeo: REUTERS
Macarena Vidal Liy

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, había anunciado el jueves que se daría dos semanas para decidir si atacaba las instalaciones nucleares de Irán. Le bastaron 48 horas para insertar a su país en la guerra entre Israel e Irán. Este sábado anunciaba —primero por redes sociales y después en un breve discurso a la nación desde la Casa Blanca— que aviones estadounidenses habían bombardeado las tres grandes bases nucleares iraníes: Fordow, Natanz e Isfahán, “completa y totalmente volatilizadas”. Ahora, ha instado Trump, le toca a Irán mover ficha: si no acepta deshacerse de su programa nuclear, vendrán golpes mucho peores aún.

En Fordow, los expertos calculan que se encuentra el grueso del programa nuclear iraní; en Isfahán se cree que Teherán almacena sus misiles balísticos de mayor alcance. Si las palabras de Trump se demuestran ciertas, el programa nuclear y de armamento de Teherán puede haber sufrido un retroceso de años. Ahora, la gran incógnita es cómo responderá Irán al golpe, el primero que perpetra EE UU en su suelo desde los tiempos de la revolución islámica del ayatolá Jomeini. Si se resigna a aceptar el ultimátum de Trump o, por el contrario, mantiene lo que pueda salvar de su programa nuclear y responde con violencia contra los intereses de EE UU, como había amenazado en días anteriores en caso de ser atacado. En el aire, sin necesidad de pronunciarla, pende la advertencia implícita de Trump: en caso de un nuevo ataque, la propia existencia del régimen —y de sus líderes— corren peligro.

“Irán, el matón de Oriente Próximo, debe ahora aceptar la paz. Si no, futuros ataques serán mucho mayores - y mucho más fáciles”, ha advertido el presidente en su intervención, flanqueado por el secretario de Estado, Marco Rubio; el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y el vicepresidente, J.D. Vance. Hegseth y el jefe del Estado Mayor, el general Dan Caine, ofrecerán este domingo a las 8.00 (14.00, hora española) una rueda de prensa con los detalles operativos.

“Los objetivos de hoy eran los más complicados y quizá los más letales. Pero si la paz no llega pronto, iremos a por otros objetivos con precisión, rapidez y habilidad”, insistía Trump, sonando más belicista que nunca.

La acción militar ordenada por Trump supone que Washington, de la mano de un presidente que hizo campaña asegurando que evitaría implicarse en los conflictos en el exterior, vuelve a participar de lleno en un enfrentamiento bélico en Oriente Próximo, dos décadas después de los que libró en Irak y Afganistán. En este caso, tras haber hecho suyo por completo el argumento del primer ministro israelí, que repite a diestro y siniestro que Teherán se encuentra -o se encontraba hasta este sábado- a un paso de hacerse con la bomba nuclear. El argumento que Israel utilizó para atacar, el día 13, objetivos nucleares y militares iraníes, desencadenando la respuesta iraní y la crisis actual.

No importa que los propios servicios secretos estadounidenses considerasen que Irán no estaba buscando fabricar un arma nuclear. Lo había dicho en el Congreso en marzo la directora nacional de Inteligencia, Tulsi Gabbard, nombrada por Trump en enero. “Se equivoca”, había replicado este viernes el presidente estadounidense, en la segunda vez que echaba para atrás las declaraciones de su máxima autoridad de Inteligencia.

En Israel, Netanyahu felicitaba al republicano por su “osada iniciativa”: “la Historia recordará que el presidente Trump actuó para denegar al régimen más peligroso del mundo las armas más peligrosas del mundo”.

El propio Trump dejaba claro en su discurso, de apenas tres minutos, que toda la operación se ha desarrollado con pleno conocimiento y colaboración de Israel. “Hemos trabajado como un equipo como nunca antes, y hemos dado un paso enorme para eliminar esta terrible amenaza contra Israel”, puntualizaba.

El presidente de EE UU, Donald Trump, en su discurso a la nación este sábado por la noche

Trump había anunciado el golpe a primeras horas de la noche en un mensaje en redes sociales, pocos minutos después de que la Casa Blanca hubiera comunicado a la prensa que no habría más actividades oficiales hasta el día siguiente. Horas antes, altos cargos habían confirmado que aviones bombarderos B-2, los únicos con capacidad para cargar las bombas de 13.000 kilos necesarias para llegar a la protegida Fordow, en el subsuelo de las montañas al sur de Teherán, habían despegado de su base en Wisconsin y se dirigían hacia el Pacífico. Una maniobra de despiste, según la cadena de televisión Fox News: los B-2 que iban a atacar se dirigían a Irán en dirección este, una ruta mucho más rápida. El anuncio de Trump debía tomar al mundo por sorpresa.

“Hemos completado nuestro ataque muy exitoso contra las tres bases nucleares de Irán, incluidas Fordow, Natanz, Isfahán. Todos los aviones están ya fuera del espacio aéreo iraní” y de regreso a sus bases, anunciaba el presidente. El sábado por la tarde Trump había mantenido una reunión con su Consejo de Seguridad Nacional en la Casa Blanca.

El líder estadounidense, que en principio tiene previsto asistir este martes y miércoles a la cumbre de la OTAN en La Haya, ha agregado que sobre Fordow, “la base principal”, se arrojó “una carga entera de BOMBAS”. El presidente se refería a las bombas antibúnker de más de 13.000 kilos conocidas como GBU-57. Es la primera vez que esos descomunales artefactos explosivos se han empleado en combate.

Según el presentador de Fox Sean Hannity, que habló con Trump tras el anuncio presidencial, las fuerzas estadounidenses utilizaron “entre cinco y seis” bombas antibúnker, además de una treintena de misiles Tomahawk lanzados desde submarinos y destructores.

Refuerzo de la presencia militar

Estados Unidos mantiene cerca de 40.000 soldados en Oriente Próximo. Ante las tensiones en la región, había reforzado su presencia militar en la región con el envío de cazas F-16, F-22 y F-35, además del portaaviones Nimitz, que se desplazó a la zona desde el sureste asiático.

Mientras, el presidente estadounidense había venido utilizando una retórica cada vez más bélica para exigir a Irán que aceptase poner fin a sus actividades de procesamiento de uranio. El lunes pasado había llegado a instar a la población de Teherán a evacuar la capital iraní “lo antes posible”.

Pero tres días más tarde anunciaba, por boca de su portavoz, Karoline Leavitt, que se daría un plazo de dos semanas para decidir, para dar una oportunidad a la vía diplomática que había intentado durante dos meses, hasta que los ataques de Israel contra Irán cortaron los contactos en seco hace diez días. Un anuncio que ha resultado bien una cortina de humo, como las declaraciones de los altos cargos sobre los B-2, o bien una prueba de la impaciencia presidencial.

La ofensiva estadounidense dada a conocer por Trump se ha lanzado apenas 24 horas después de la reunión este viernes de representantes europeos con el ministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi, en Ginebra para tratar de llegar a un acuerdo sobre el programa nuclear iraní.

El mismo viernes, pocas horas después de que concluyera esa ronda de conversaciones, Trump se había declarado pesimista sobre la posibilidad de que esos contactos pudieran arrojar algún tipo de resultado positivo. “Los iraníes no quieren hablar con los europeos. Quieren hablar con nosotros”, sostenía entonces. “Europa no va a poder ayudar”.

Una manifestante protesta ante la Casa Blanca tras los bombardeos de EE UU contra las bases nucleares de Irán

Irán ha negado una y otra vez estar desarrollando armamento nuclear. Pero Israel rechaza esas afirmaciones y el 13 de junio lanzó un primer ataque contra instalaciones nucleares y militares iraníes. Teherán devolvió el golpe al día siguiente, y desde entonces ambos países intercambian fuego regularmente. En sus ataques, los aviones israelíes han buscado ir desmantelando el sistema de defensas antiaéreas de su enemigo.

Está por ver ahora cuál será la respuesta iraní. A medida que el presidente ha ido sonando más amenazador contra Irán, el régimen ha ido insistiendo en que en caso de ataque tomaría represalias contra las bases estadounidenses en la región.

La decisión del presidente también puede encontrar críticas incluso dentro de su partido, donde parte de la base trumpista, de ideología aislacionista, se había declarado contraria a una intervención militar estadounidense en Irán.

“La guerra con Irán no es América Primero (el eslógan del movimiento trumpista). Es América lo Último. Golpear las instalaciones nucleares era una cortina de humo (israelí) diseñada para arrastrar a Estados Unidos como un participante activo en la guerra. Trump dice que quiere una ‘victoria total’. Y sin embargo, una victoria así no es posible en este caso -solo el desastre”, apunta el analista Jon Hoffman, del think tank Cato Institute, de ideología libertaria.

El paso de Trump también complicará el arrancar a Teherán concesiones sobre sus actividades nucleares, opina Jennifer Kavanagh, del think tank Defense Priorities. “La decisión del presidente de poner fin anticipadamente a sus propios esfuerzos diplomáticos harán mucho más difícil llegar a un acuerdo a medio y largo plazo. Irán ya no tiene ningún incentivo para fiarse de Trump o creer que llegar a un compromiso va a beneficiar a sus intereses. De hecho, aunque ahora no había pruebas de que Irán estuviera cerca de lograr una bomba o lo intentara, los líderes iraníes casi con seguridad presionarán en el futuro para obtener un arma nuclear, como lo harán otros Estados, lo que pondrá presión sobre el régimen de no proliferación que ha existido durante décadas”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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