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Sin móviles en el alto mando iraní: la Guardia Revolucionaria pide no usarlos tras el ataque de Israel

Las autoridades argumentan que los dispositivos facilitaron el rastreo de los científicos y los jefes militares asesinados y restringen el uso general de internet a la ciudadanía

Exhibición de fotos de civiles y altos cargos iraníes que perdieron la vida en ataques israelíes, en Teherán.Foto: Fatemeh Bahrami (Anadolu/Getty Images) | Vídeo: EPV
Luis de Vega

Desde que la Revolución Islámica triunfó en Irán en 1979, la cúpula del régimen de los ayatolás nunca había sufrido el número de bajas que le está infligiendo la actual ofensiva israelí, puesta en marcha el 13 de junio. Hasta una treintena de militares y una docena de científicos cayeron en asesinatos selectivos solo en las primeras horas, calculan fuentes oficiales del Estado judío. El goteo sigue –este viernes un dron israelí mataba a otro científico– y, en paralelo, aumenta la preocupación entre las autoridades de Teherán. Para tratar de hacer frente a ese cerco mortal, la poderosa Guardia Revolucionaria ha pedido a altos mandos militares y del Gobierno, así como a sus guardaespaldas, que dejen de usar dispositivos conectados a internet como móviles, relojes u ordenadores. Ese es el mensaje que lanzó el pasado martes ese ejército paralelo iraní, a través de la agencia semioficial Fars, vinculada a ese cuerpo de élite. Las advertencias apuntan incluso a que los seguimientos a altos mandos pueden seguir realizándose incluso con los dispositivos apagados.

Renunciar al uso de dispositivos sería la forma de evitar los seguimientos electrónicos a los que están siendo sometidos por parte de los servicios secretos israelíes, como ha denunciado el régimen. Pero hay serias dudas de que se trate únicamente de un problema de ciberseguridad, pues, como Israel ha reconocido, sus espías están bien asentados en Irán y, además, su papel está resultando fundamental para avanzar en la ofensiva.

Hasta el momento, “disponemos de verificación y confirmación de que han estado utilizando refugiados afganos” que residen en Irán para lanzar los ataques israelíes, señala desde Teherán el analista político Reza Akbari (emplea un nombre ficticio por razones de seguridad). No descarta, sin embargo, que motivos ideológicos o de oposición puedan llevar a otras personas a aceptar la colaboración con los israelíes. Entiende que tanto la situación política interna como, sobre todo, la crisis económica que golpea a numerosos ciudadanos son un buen caldo de cultivo que beneficia al Mosad, la agencia de los servicios secretos israelíes en el extranjero.

“Por 200 o 300 dólares se puede comprar a cualquiera para una pequeña misión. Pueden hacerse pasar por obreros de la construcción o barrenderos y así obtener información, vigilar edificios y otros lugares, y proporcionar información al Mosad. No creo que sea una operación muy compleja” explica. La mayoría, agrega, acaban reclutados a través de anuncios en internet en los que se les promete una vida mejor y que les acaban llevando a páginas del Mosad. Fuentes israelíes que piden el anonimato reconocen que es un asunto “muy sensible” sobre el que “resulta complicado conocer la verdad más allá de algunas especulaciones”. Todo ello, señalan, se debe a la censura militar que impera en estos tiempos de guerra y que las autoridades recuerdan con frecuencia. En este sentido, suele trascender lo que a las autoridades les interesa que trascienda.

Pero, en estos momentos, “no se ha confirmado que los israelíes hayan asesinado a altos mandos militares y científicos nucleares mediante la aplicación de WhatsApp, otras redes sociales o smartphones”, señala este analista. Las autoridades, subraya, no han informado de resultados sobre investigaciones en ese sentido, aunque “se están tomando precauciones al respecto con la prohibición a altos funcionarios y comandantes militares del uso de teléfonos inteligentes, tabletas y ordenadores portátiles”.

Más allá de la protección del alto mando, las autoridades del régimen, a través de un comunicado del Ministerio de Comunicación, anunciaron el miércoles restricciones en el uso de internet para prevenir “amenazas sobre la vida de los ciudadanos y las propiedades”.

En esa misma línea proteccionista, la televisión estatal instó el martes a los ciudadanos a eliminar la aplicación de mensajes WhatsApp de sus teléfonos porque, señalan sin presentar pruebas, recopila información de los usuarios para enviarla a Israel. Esa compañía ha dicho que le preocupa que “estas informaciones falsas supongan una excusa para bloquear nuestros servicios en un momento en que la gente más los necesita”, según un comunicado. En el mismo insisten en que sus comunicaciones están cifradas y son seguras y, además, la empresa no ofrece datos a ningún gobierno, según sostienen.

“Imagino que, como en todo trabajo de inteligencia, a veces consigues pistas a través de la gente y a veces de la tecnología digital”, valora Omer Benjakob, reportero que aborda las parcelas de ciberinformación y desinformación en el diario israelí Haaretz.

Para el analista militar Jesús Manuel Pérez Triana, impulsar la tesis del seguimiento mediante teléfonos móviles puede ser una estrategia que interesa a Israel para desviar el foco de la realidad. Y esta es que el elemento humano juega un papel importante, como se ha ido demostrando con diferentes acciones para eliminar a altos cargos en la última década y media, comenta. Pérez Triana recuerda, entre otros, el asesinato el pasado verano en Teherán del máximo responsable de Hamás, Ismail Haniya. “Han pasado demasiadas cosas que demuestran que hay una penetración profunda de los aparatos de inteligencia israelíes dentro de Irán”, concluye. Al mismo tiempo, reconoce que son “infinitas” las posibilidades para llevar a cabo seguimientos de manera electrónica, como la manipulación directa de los aparatos o el empleo de programas o por medio de personas, como la infiltración de traidores en círculos de poder.

Los servicios secretos israelíes ya han demostrado en los últimos meses su alta capacidad de llevar a cabo grandes operaciones que implican a un elevado número de agentes durante largos periodos de tiempo. Tal es el caso de los ataques organizados contra miembros del partido-milicia chií Hezbolá en Líbano mediante la introducción de explosivos en miles de buscas y walkie talkies que, en días consecutivos, lograron hacer explotar al mismo tiempo. El rastreo de la tecnología también sirvió ahí para explotar las vulnerabilidades de Hezbolá.

Algunos expertos consideran que los casos no son comparables. “Hezbolá es una organización, pero Irán no es una organización, es un país y por eso es un tipo de operación muy diferente”, algo “más amplio y complejo” teniendo en cuanta que Hezbolá no tiene el control, como sí hace el régimen iraní, de los sistemas de comunicación estatales, explica Omer Benjakob.

Con frecuencia, Israel no realiza ningún tipo de comentario sobre los asesinatos que ejecutan sus agentes, a veces en misiones que parecen sacadas del guion de una película. Pero estos días, conscientes de que están golpeando como nunca las más altas esferas del régimen, los portavoces castrenses israelíes sacan pecho. El jueves recopilaban en un vídeo, publicado en redes sociales y amenizado con música rimbombante, los rostros de 11 de esos cargos eliminados. Entre ellos aparecen los máximos jefes de la Guardia Republicana y del ejército. “Estos artífices del terrorismo han dejado oficialmente de aterrorizar al mundo”, se lee como único mensaje.

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Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear en la sección de Madrid. Antes trabajó en el diario Abc, donde entre otras cosas fue corresponsal en el norte de África. En 2024 ganó el Premio Cirilo Rodríguez para corresponsales y enviados especiales.
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