El G-7, sin Trump, cierra filas en torno a Ucrania
Canadá anuncia una nueva ayuda militar de 1.300 millones de euros


Sin Donald Trump, de vuelta abruptamente en Washington debido a las tensiones en Oriente Próximo, los líderes del G-7 reunidos en Kananaskis (Canadá) quisieron hacer alarde de solidaridad en torno a Ucrania. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, llegó este martes a la cumbre en las Montañas Rocosas para pedir a los países más ricos un mayor respaldo a su nación en la guerra contra Rusia y más sanciones contra Moscú.
Los líderes de las democracias más ricas —la Unión Europea, Canadá, el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón, además del ausente Estados Unidos— dedicaron la mañana a tratar sobre Ucrania, en sesiones bilaterales y en un desayuno de trabajo en el que participó Zelenski acompañado por el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, como tenían previsto originalmente. El plan era emitir una declaración de apoyo al país ocupado a la conclusión de la cumbre este martes.
En ausencia del presidente estadounidense, que en general ha tendido a alinear sus posiciones con Rusia y el presidente Vladímir Putin en el conflicto, los participantes tuvieron buen cuidado en arropar al líder ucranio. Mientras, mantenían un ojo en los acontecimientos en Oriente Próximo y la reunión del Consejo de Seguridad Nacional convocado por el presidente estadounidense en la Casa Blanca, en medio de comentarios cada vez más belicosos contra Irán.
Antes de la llegada del presidente ucranio, los líderes ya habían dedicado buena parte de su cena de trabajo el lunes, con Trump aún en Kananaskis y participante en el acto, a tratar sobre la situación en Ucrania y las perspectivas en las conversaciones de paz.
Nueva ayuda militar canadiense
La jornada de Zelenski, tras una noche en la que un ataque ruso contra Kiev provocó 14 muertos, comenzó con una reunión bilateral con el primer ministro canadiense, Mark Carney. El anfitrión, que anunció que su país aportará 2.000 millones de dólares canadienses (unos 1.300 millones de euros), en nueva asistencia militar para Kiev, como parte de los esfuerzos de los aliados por cubrir el hueco de Estados Unidos.
Aunque durante el mandato de Joe Biden Washington fue el gran aliado y principal suministrador de armamento de Ucrania, tras el regreso al poder de Trump la nueva Administración ha dejado claro que no se plantea renovar esa ayuda. Uno de los objetivos de Zelenski en esta cumbre era intentar tratar con el republicano, en la reunión bilateral que estaba prevista, para que autorizara que Kiev pudiera comprar equipamiento bélico a Estados Unidos. Esa meta tendrá ahora que esperar.
Ottawa también impondrá nuevas sanciones financieras contra Moscú, uniéndose así a los llamamientos de la Unión Europea.
Según explicó Carney, en la cena del lunes los dirigentes habían subrayado la importancia de ejercer “máxima presión contra Rusia”, con el objetivo de obligarle a participar de forma seria en las negociaciones de paz. El primer ministro canadiense precisó también que los últimos ataques rusos contra zonas habitadas por civiles “subrayan la importancia de seguir en absoluta solidaridad con Ucrania y el pueblo ucranio”.
Por su parte, Zelenski replicó: “Estamos listos para las conversaciones de paz, para un alto el fuego incondicional. Eso es algo muy importante. Pero para conseguirlo, necesitamos presión”.
Más tarde, en su cuenta de Telegram, el líder ucranio apuntaba que en sus reuniones en Kananaskis instó a los líderes del G-7 a seguir instando a Trump a “utilizar su verdadera influencia” para conseguir un alto el fuego y el fin de la guerra. “Aunque el presidente estadounidense no esté aplicando suficiente presión ahora mismo, la verdad es que Estados Unidos aún mantiene el mayor número de aliados y los mayores intereses globales. Todos ellos necesitarán una protección sólida”, agregaba.
Fuentes europeas apuntaron que, durante la cena de líderes, los participantes en la cumbre habían subrayado a Trump esa necesidad de mantener la dureza contra Rusia, y que el presidente estadounidense había parecido impresionado. Según estas fuentes, el republicano parecía haber dado indicios de estar dispuesto a aumentar la presión sobre Putin, aunque no estaba demasiado entusiasmado con la posibilidad de imponer sanciones más contundentes.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, declaró a la prensa: “Hemos abordado, el lunes por la noche, las sanciones también para poner más presión sobre Putin para que venga a la mesa de negociaciones con la intención seria de avanzar hacia una paz justa y duradera”.
El canciller alemán, Friedrich Merz, aseguraba: “regreso a Alemania con un cauto optimismo de que también se tomarán decisiones en Estados Unidos para imponer más sanciones contra Rusia”.
La Unión Europea planteó recortar el precio máximo al que Rusia puede vender su petróleo, su principal fuente de divisas, a 45 dólares el barril, frente a los 60 dólares actuales. El bloque aspiraba a que todo el G-7 se sumara a esa medida, aunque Von der Leyen reconoció que los precios actuales, más altos tras los acontecimientos en Oriente Próximo, han reducido la presión para recortar ese tope.
En Estados Unidos, el senador republicano Lyndsey Graham, aliado de Trump y firme partidario de Ucrania, ha redactado un proyecto de ley que impone nuevos castigos a Moscú si no se producen avances significativos en las negociaciones. Pero, aunque la medida sí tiene visos de salir adelante en el Congreso —la mayor parte de los senadores, republicanos y demócratas, respaldan a Kiev—, no está claro que Trump vaya a acceder a firmarla: aunque el presidente ha coqueteado en ocasiones con sanciones contra el Kremlin, en el momento de cumplir sus amenazas siempre ha acabado prorrogando el plazo.
En declaraciones el lunes durante la cumbre, Trump había reiterado su escepticismo sobre la eficacia que tendrían las sanciones. Tras una bilateral con el primer ministro británico, Keir Starmer, el presidente estadounidense indicó que antes de tomar una decisión esperaría a ver si las negociaciones se encaminan a alguna parte. “Las sanciones nos cuestan un montón de dinero. No son algo muy fácil, no son algo que vaya en una sola dirección”, declaró.
Al término de la cumbre, Carney, como anfitrión, tenía previsto emitir un comunicado de la presidencia sobre los asuntos abordados en los dos días de reuniones. También el grupo de los siete ha emitido declaraciones sobre una serie de asuntos que abarcan desde la migración a la necesidad de asegurar las cadenas de suministro de los minerales críticos. La próxima reunión del G-7 se celebrará el año próximo en la ciudad de Evian (Francia, país que tendrá la próxima presidencia de turno), según anunciaron los líderes durante sus conversaciones este martes.
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