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Más de 300 muertos por el ataque de milicias en el sudeste del Congo

El Gobierno arma a grupos de autodefensa para frenar la rebelión del M23, pero estos se dedican al pillaje y la extorsión

Republica Democrática del Congo
José Naranjo

Milicias armadas asesinaron este sábado a 318 personas en Moba, una localidad de la provincia de Tanganica en el sudeste de la República Democrática del Congo (RDC), según aseguró el presidente del Parlamento, Vital Kamerhe. Estos grupos de autodefensa, autodenominados wazalendo y armados por las autoridades congoleñas para frenar una posible expansión hacia el sur de la rebelión del M23, habían sido denunciados en los últimos meses por la sociedad civil y diputados de la región por dedicarse al pillaje y a cobrar impuestos a la población.

Kamerhe señaló este domingo al jefe de una milicia local como principal responsable de estos crímenes y pidió un minuto de silencio en el Parlamento. El observatorio Maisha de discursos de odio en la región de los Grandes Lagos aseguró a través de la red social X que estas 318 personas fueron asesinadas debido a enfrentamientos entre los grupos armados y la población civil.

“Estos milicianos imponen su ley en esta parte de la provincia de Tanganica y desde hace un tiempo se les acusa de sembrar el terror mediante actos de intimidación, pillaje y asesinatos”, expresó Maisha, quien dijo que estos grupos “escapan al control gubernamental pese a las armas y municiones que han recibido de ese mismo Gobierno”.

El pasado 12 de junio, Léon Tabu Pesa, miembro de la sociedad civil de Moba, había denunciado a través de medios de comunicación locales que estas milicias estaban realizando controles de carretera ilegales, secuestrando a civiles e incluso obligándoles a realizar trabajos forzosos. “Imponen medidas absurdas, como la prohibición de comer hojas de mandioca los jueves, y castigan con severidad a quienes no acatan estas órdenes”, dijo a Radio Okapi el citado Tabu Pesa, quien añadió que “es imperativo que las autoridades reaccionen rápidamente para poner fin a la inseguridad que paraliza nuestro territorio”.

En febrero, una manifestación popular contra la inseguridad en Moba acabó con tres personas asesinadas y oficinas de la Administración saqueadas.

En septiembre de 2024, el diputado Christian Mwando, electo por el distrito de Moba, dio una rueda de prensa en Kalemie, capital de la provincia de Tanganica, para advertir de la intensificación de este tipo de bandidismo. “La cuestión que más preocupa a la población es la relacionada con la seguridad. La inseguridad se extiende, la gente no puede ir a sus campos de cultivo, todos los días se producen ataques, decenas de personas son asaltadas por hombres en uniforme y eso genera la desolación entre la población (…) pedimos que el presidente Tshisekedi deje de pasearse por el extranjero y que venga a Moba, a Nyunzu, Kabalo o Lokolela, al interior del país, y que hable con la gente para que vea que la realidad sobre el terreno es desoladora”.

En referencia a las 318 personas asesinadas, Joseph Kabila, expresidente de la RDC y actualmente próximo al grupo rebelde M23, denunció este lunes a través de su cuenta de X que “el silencio de las autoridades es una vergüenza nacional. Ningún duelo nacional. Ninguna visita oficial. Incluso ninguna investigación anunciada. ¿Es que nuestros muertos no valen nada cuando se producen lejos de Kinshasa? Me solidarizo con las familias de las víctimas”.

Congo atraviesa una grave crisis desde que el conflicto del noreste del país se intensificara el pasado mes de enero con la toma de las ciudades de Goma y Bukavu, en las provincias de Kivu del Norte y Kivu del Sur, por parte del M23 con el apoyo del Ejército ruandés. Mientras sobre el terreno prosiguen los enfrentamientos, representantes del grupo rebelde y del Gobierno congoleño negocian un alto el fuego en Doha. Al mismo tiempo, Estados Unidos impulsa un doble acuerdo de paz con la RDC y Ruanda a cambio de que se facilite el acceso de empresas estadounidenses a los recursos minerales de ambos países.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).
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