El Reino Unido impone sanciones a los dos ministros israelíes de ultraderecha
Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich “han incitado violencia extrema, abusos de derechos humanos y desplazamiento forzoso de los palestinos”, según un comunicado que secundan Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Noruega


La tragedia de Gaza ha ido empujando al primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, a endurecer su postura con Israel. El Gobierno laborista ha anunciado este martes, en un comunicado compartido por Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Noruega, la imposición de sanciones contra los ministros de ultraderecha del Gabinete de Netanyahu por “incitar a la violencia extremista y a graves abusos de los derechos humanos de los palestinos”. Estos países van, así, varios pasos por delante de la Unión Europea, que ha limitado sus sanciones a colonos israelíes violentos.
Los sancionados son Itamar Ben Gvir, un diputado supremacista que ocupa el Ministerio de Seguridad Nacional, y Bezalel Smotrich, actual ministro de Finanzas. “La retórica extremista que aboga por el desplazamiento forzoso de los palestinos y por la creación de nuevos asentamientos israelíes es escandalosa y peligrosa. No resulta aceptable. Hemos solicitado insistentemente al Gobierno israelí que intervenga, pero siguen animando a los perpetradores violentos, que actúan impunemente”, subraya el texto.
Congelación de activos
Las medidas punitivas acordadas contra ambos suponen la prohibición de viajar al Reino Unido y el resto de países firmantes, así como la congelación de los activos que pudieran poseer fuera de Israel.
“Seguimos firmemente comprometidos con la solución de los dos Estados, el único modo de garantizar seguridad y dignidad para israelíes y palestinos, así como estabilidad a largo plazo en la región, puestas en peligro por la violencia extremista de los colonos y la expansión de los asentamientos”, denuncia el comunicado.
Starmer, que expresó un apoyo sin fisuras a la primera fase de la ofensiva bélica de Israel en Gaza, se topó de inmediato con el descontento y la rebelión interna en las filas laboristas, a medida que se conocía el sufrimiento de los gazatíes. Desde entonces, el primer ministro ha ido radicalizando de modo gradual sus críticas al Gobierno de Netanyahu. El lenguaje de la nota conjunta, sin embargo, revela todavía un intento de equilibrio en las palabras y en las condenas.
“Las medidas anunciadas hoy no se desvían de nuestro apoyo inquebrantable a la seguridad de Israel, y seguimos condenando el horrendo ataque terrorista del 7 de octubre de Hamás. Son medidas dirigidas contra individuos que, bajo nuestro punto de vista, socavan la seguridad del propio Israel y su posición en el mundo”, dice el texto.
Réplica israelí
La respuesta israelí, como en ocasiones anteriores, ha sido dura y desafiante. Después de que el Ejecutivo de Netanyahu fuera informado de las sanciones en torno al mediodía de este martes, el ministro israelí de Exteriores, Guideon Saar, ha asegurado que era “escandaloso que diputados electos y miembros del Gobierno fueran sometidos a este tipo de medidas”. Saar ha dicho que el Gobierno celebrará una reunión extraordinaria esta misma semana para dar respuesta a “una decisión inaceptable”.
El ministro Smotrich, defensor de la expansión de los asentamientos de colonos judíos en Cisjordania, se ha opuesto con firmeza a la llegada de ayuda humanitaria a la Franja. “Gaza será destruida por completo, y los civiles serán enviados a una zona humanitaria en el sur, sin Hamás ni terrorismo. Desde allí, comenzarán a salir en grandes grupos hacia otros países”, dijo el viernes pasado.
Gvir ha pedido públicamente que la Cúpula de la Roca, la mezquita de Jerusalén que es el tercer lugar sagrado de mayor relevancia para los musulmanes, sea convertida en una sinagoga. Y no deja de reclamar la expulsión de la población palestina de la Franja. “Debemos alentar la emigración, la emigración voluntaria de los residentes de Gaza”, aseguró el año pasado.
Firmeza
La progresiva dureza del Gobierno de Starmer contra Israel obedece en gran parte —además de a la presión internacional y a la de los miembros de su partido— a la firmeza sostenida de su ministro de Exteriores, David Lammy, ante la crisis de Oriente Próximo. Fue él quien anunció el embargo de un buen número de armas que el Reino Unido vendía a Israel, ante la sospecha de que estaban siendo utilizadas para quebrar la legalidad internacional.
Y fue Lammy también el que defendió en la Cámara de los Comunes el duro comunicado firmado conjuntamente por el Reino Unido, Francia y Canadá en el que advertía de serias respuestas si “Israel no cesaba su renovada ofensiva militar en Gaza ni levantaba sus restricciones a la entrada de ayuda humanitaria en la franja”. “El nivel de sufrimiento humano es intolerable”, denunciaba un texto de firmeza inusitada en el que se acusaba al Gobierno de Netanyahu de quebrar el derecho internacional humanitario.
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