El nuevo presidente de Corea del Sur abre la puerta al diálogo con el Norte
El liberal Lee Jae-myung promete en su discurso de investidura una diplomacia “pragmática”, reformas económicas y poner fin a la polarización tras la ley marcial


El nuevo presidente de Corea del Sur, Lee Jae-myung, ha llegado al poder con intención de dejar atrás las divisiones que corroen el país desde la declaración de la ley marcial, y con un nuevo guion bajo el brazo para las relaciones internacionales. Su diplomacia “pragmática” —así la ha bautizado durante la campaña—, implicará, entre otras cosas, tratar de retomar el diálogo con Corea del Norte, que lleva años estancado. “Abriremos canales de comunicación y promoveremos el diálogo y la cooperación con Corea del Norte para construir una paz duradera en la península de Corea”, ha asegurado Lee este miércoles en su discurso de investidura, subrayando en cualquier caso la necesidad de contar con una fuerte disuasión frente a las amenazas del vecino.
“A través de una diplomacia pragmática basada en los intereses nacionales, convertiremos la crisis planteada por el gran cambio en el panorama económico y de seguridad mundial en una oportunidad para maximizar nuestros intereses nacionales”, ha añadido, en alusión a ese magma de turbulencias globales en el que entran desde las arremetidas arancelarias del presidente estadounidense, Donald Trump, a la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, que toca muy de cerca a Corea del Sur.
El dirigente del Partido Democrático, de corte liberal e inclinado a izquierda del espectro político, ha tomado posesión del cargo de forma inmediata, a las 6:21 de este miércoles (siete horas menos en la España peninsular), después de que los ciudadanos del país optaran por un cambio y lo proclamaran vencedor en los comicios celebrados la víspera, con un 49,4% de los votos, y el nivel de participación más alto desde 1997.

Punto de inflexión
Su victoria marca un punto de inflexión después de meses de incertidumbre desatada por el ya cesado Yoon Suk-yeol, que declaró el pasado diciembre una ley de emergencia y envió tropas al Parlamento, acusando a la oposición (liderada por el ahora presidente Lee) de controlar el órgano legislativo, ejercer actividades antiestatales y de simpatizar con Corea del Norte.
“Es hora de restablecer la seguridad y la paz, que se han visto reducidas a herramientas de conflicto político” y “de revivir la democracia socavada por vehículos blindados y fusiles automáticos”, ha dicho Lee en su primera alocución como jefe del Estado.
En su jornada inaugural, el dirigente ha nominado como próximo primer ministro a su estrecho colaborador Kim Min-seok (el nombramiento se da por hecho ya que el cargo ha de aprobarlo el Parlamento, donde el PD cuenta con mayoría) y ha creado un grupo de trabajo de emergencia para abordar los retos económicos.
La locomotora surcoreana, de vocación exportadora, no marcha como antes, y los seis meses de turbulencias internas, sumados a la llegada de Trump y su garrote arancelario, han contribuido a la caída del PIB en el primer trimestre. El descontento por la economía es una de las principales preocupaciones ciudadanas.
Lee se ha comprometido durante su discurso a adoptar, también en este campo, un enfoque “pragmático” y “orientado al mercado”. “Formaré un gobierno que apoye y fomente, no uno que controle y gestione”, ha dicho. Su idea pasa por incrementar el gasto para impulsar el desarrollo de industrias de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial y los semiconductores.
Pero tiene por delante una tarea más urgente: tratar de fraguar en las próximas semanas un buen acuerdo en las negociaciones con Washington sobre los mal llamados “aranceles recíprocos” antes del 8 de julio, fecha en la que concluye el periodo de gracia concedido por el republicano. Corea del Sur, uno de los aliados más estrechos de Washington en la región de Asia-Pacífico, fue golpeado con una impuesto del 25% a sus exportaciones.
La presión de la Administración Trump se despliega también en materia de seguridad y defensa. Washington cuenta con más de 28.000 soldados desplegados en Corea del Sur, y ambos países están unidos por una alianza militar que ejerce de paraguas frente al atómico vecino del Norte.
Los nuevos inquilinos de la Casa Blanca, sin embargo, presionan para que Seúl incremente sus contribuciones financieras al mantenimiento de tropas, a medida que Washington busca reorientar sus esfuerzos hacia la contención de China.
A la vez, Trump ha declarado su intención de reabrir las negociaciones con el líder norcoreano, Kim Jong-un, lo que podría marcar la agenda en un futuro cercano, e incluso encajar con la estrategia de pragmatismo diplomático de Lee y su apertura a reabrir las vías de comunicación. Pero no está claro, de momento, cómo recibirá la noticia Pyongyang, que ha rechazado el diálogo con Seúl desde 2019.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
