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Interiores

La globalidad en crisis conduce la política hacia las interioridades. No es un repliegue defensivo, al menos todavía, pero sí una mirada concentrada en las dificultades más próximas. El repliegue llegará si hay que bajar otro peldaño que nos conduzca a una nueva y más tenebrosa fase. No es todavía el caso: Obama y Merkel ofrecen casi simultáneamente una aproximación interior o ensimismada a la globalidad, el primero en su discurso sobre el estado de la Unión, y la segunda en la entrevista a seis periódicos europeos, doblada por su discurso en el Foro Económico Mundial.

En el arranque del magno seminario alpino interfiere casi indefectiblemente la voz política más poderosa de la escena internacional, que es la del presidente de Estados Unidos; en su discurso inaugural cuando es el año de instalación en la Casa Blanca, y en su discurso sobre el estado de la Unión en los tres años siguientes. En muchas ocasiones es grande el acoplamiento entre ambas frecuencias: este año lo es también en la preocupación central, de nuevo el crecimiento y el empleo, tema obligadamente recurrente en un foro que lleva ya cuatro años empujando puertas falsas para dar con la salida de la crisis, aunque en poca cosa más.

Los interiorismos de Obama y de Merkel pertenecen a géneros distintos, aunque ambos forman parten de una ardua partida por el poder. El presidente estadounidense debe volcarse en la escena propia, donde se juega su reelección, en condiciones que muchos analistas consideran desfavorables, por el débil estado de su economía, el déficit desbocado, la imperiosa necesidad de crear puestos de trabajo y el nulo margen de acción ante un Congreso de mayoría republicana que le mantiene paralizado y contra las cuerdas. Sus mejores expectativas radican en las debilidades de los candidatos republicanos a las primarias, subrayadas por ellos mismos en una disputa fratricida que promete prolongarse.

El interiorismo de Merkel tiene una traducción muy simple. Alemania conduce la política europea porque esta se ha convertido en política interior alemana. Le pasó a Washington después de los atentados del 11-S respecto al mundo entero y le ha sucedido a Berlín con la crisis de las deudas soberanas, que han convertido la política presupuestaria de cada uno de sus socios en un capítulo de la política económica alemana. A EE UU le ocurrió con su política de seguridad interior y su política exterior y de defensa que se convirtieron en idénticas.

Ambas crisis, una de seguridad y la otra monetaria y financiera, han producido modificaciones políticas. En EE UU fue la creación del Departamento de Seguridad Interior, la declaración de la Guerra Global contra el Terror y una legislación de excepción que rebajaba todos los estándares sobre derechos humanos. En el caso alemán, es la UE la que está sujeta a su mayor transformación desde el Tratado de Roma, bajo la tracción casi unilateral alemana, con la primera quiebra en su unidad que ha significado la automarginación de Reino Unido del pacto fiscal.

La palabra clave para Obama es la igualdad, mientras que para Merkel es la austeridad. Calladamente, ambos discursos señalan a la izquierda y a la derecha en sus formulaciones más clásicas. El primero quiere subir los impuestos y la segunda recortar el gasto social y flexibilizar el mercado de trabajo. Uno sugiere el fantasma de la lucha de clases y el otro de una Europa de hegemonía alemana. Obama se juega su reelección a final de año, mientras que Merkel se la juega en las generales de 2013. Es decir, con el próximo Davos un republicano puede estar en la Casa Blanca, moderado como Romney o radical como Gingrich, y un socialdemócrata a punto de alcanzar la cancillería de Berlín.

Después de todo momento unilateral, llega otro de multilateralismo: Obama lo representa respecto a Bush, y a Merkel le sucederá lo mismo, con ella misma o con quien la suceda.

Comentarios

Y luego dicen que de las crisis se sale reforzado. De la crisis terrorista salimos menos libres. De la crisis eurista saldremos más pobres que las ratas. Saldremos reforzados, sí, pero en negativo. Que no todos los refuerzos son a favor, como parece entenderse cada vez que se habla de salir reforzados.Y ni viviremos más seguros por ser menos libres ni andaremos más tranquilos por ser más pobres. Que parece, también, que si se pierde una cosa se gana la otra. No, cuando se pierde, se pierde y la presunta ganancia es solo un premio de consolación para que parezca que no todo es pérdida. Lo cierto es que vamos a peor. Basta echarle una ojeada a este país: se persigue a jueces por investigar crímenes contra la Humanidad y se indulta a pródigos públicos nefastos para los intereses generales. Qué pensarán los mercados. Pensarán que es fiable un país que sujeta las manos de sus jueces y libera las de los manirrotos venales.
Barack Hussein Obama (Honolulu, 1961).El paladín de la clase media norteamericana? Ante millones de potenciales votantes y en un tono más populista, el Presidente caracterizó a los republicanos como los protectores de los ricos y a él como el campeón de la clase media luchadora. En el discurso anual del Estado de la Unión ante una sesión conjunta del Congreso, Obama destacó los temas para un segundo período, ofreciendo nuevas iniciativas: impuestos más justos, enfrentar la crisis habitacional y creación de empleos. En economía, según Obama, está en juego la supervivencia de la promesa norteamericana de base, es decir que si uno trabaja duro puede obtener lo que le hace falta para tener una familia, comprar una casa y ahorrar algo para la vejez. El Presidente recordó que es necesario recortar el déficit y elaborar una política fiscal equitativa. Casualmente, en el palco de la primera dama, Michelle Obama, se encontraba sentada Debbie Bosanek, desde hace veinte años secretaria del multimillonario Warren Buffet (Nebraska, 1930) quien públicamente reconoció que él pagaba menos impuestos que ella. Los demócratas creen que pueden traer el caso de Mitt Romney (Míchigan, 1947) muy probable candidato republicano, como prueba principal de por qué la reforma impositiva es necesaria. Los archivos de impuestos dados a conocer por Romney mostraron que el ex gobernador de Massachusetts había pagado sólo el 13,9 % en 2010. sc
La diferencia está en que Angela Merkel reconoce que vamos hacia una soberanía compartida en Europa, la Unión Política, en la que contarán los votos individuales. Sin embargo, Barack Obama, no reconoce una soberanía compartida de la Tierra, y como sus predecesores, impondrá su política por la fuerza de las armas.
Por lo menos, Angela Merkel habla de construir mientras que David Cameron habla de destruir. Cameron sabe que sin integración política el Euro está muerto y sería el fin de la columna vertebral de la política europea, que consiste en una unión cada vez más estrecha, siguiendo la idea federalista de Kalergi, Monnet y Schumman....Sin embargo, la EFTA ya fracasó hace 40 años, y fue abandonada por Gran Bretaña. Así que no hay marcha atrás.
Hablando de nuestras interioridades, como bien decía el editorial de ayer, "en términos de racionalidad política, casi todo puede explicarse por la fecha de las elecciones andaluzas. Lo que antes era para anteayer, ahora se demora hasta finales de marzo". A Rajoy puede acabar pasándole lo que ya le pasó en 2004 por culpa de Aznar, que por apurar al máximo su mentira, por mantener su interesada y ambigua versión de los hechos, por querer rentabilizar hasta las heces el tiempo del que disponía para ocultar sin ser visto, al final acabó estallándole la bomba en la cara unas horas antes de la apertura de los colegios electorales. Rajoy retrasa todo lo que puede lo que es casi seguro que hará o se verá obligado a hacer tan pronto gane las andaluzas, y lo retrasa porque cualquier adelanto precipitado, sobre todo si es especialmente traumático, podría dar tiempo a ser digerido con lentitud y obrar el milagro de que las perdiera como ya pasó en el 14-M. Con lo que ello implicaría de reciente desautorización popular, siquiera parcial, a escasos tres meses de su investidura. Las elecciones andaluzas son, hoy por hoy, el único horizonte del actual inquilino de La Moncloa, bastante más que el empleo o la salida de la crisis. Cuenta con ellas para mucho tiempo como para fiarlo todo a ellas en estos pocos meses decisivos para remachar su triunfo aplastante del 20-N. Rajoy opina que su futuro no se juega, no hoy, al menos, en la lista del paro o en los números acuciantes de la crisis. No, Rajoy fía todo su futuro, por lo menos hasta el 25-M, en las cifras que deparen los comicios verdiblancos. Su éxito apuntalaría el plan que todavía no se atreve ni a insinuar. Su fracaso no impediría la ejecución, pero no al menos con la confianza con la que lo quiere imponer. Con lo bueno que sería, para evitar malas interpretaciones, que anunciara ya su plan y así, si en Andalucía se muestran indiferentes, todavía la autoridad moral para desplegarlo, su plan, quiero decir, sería mucho mayor.

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