‘Yellowstone’ y el universo trumpista: la captura del Estado
Se han multiplicado los intentos de Donald Trump de presionar a la Fed o utilizar al Tribunal Supremo


Decía Luis Buñuel que en su pueblo de Teruel (Calanda) la Edad Media había durado hasta bien entrado el siglo XX. Muchas escenas de la serie de televisión Yellowstone, rodada a finales de la década pasada, parecen de finales del siglo XIX y principios del XX, en el tiempo de los wésterns clásicos, aunque los vaqueros que la protagonizan lleven junto al caballo y el rifle el teléfono móvil, utilicen el ordenador, se desplacen a veces en helicóptero y trabajen con fondos de inversión.
Yellowstone se compone de 53 capítulos en cinco aclamadas temporadas, filmadas, con toda su belleza, en los vastos territorios del Estado de Montana, vecino al parque nacional del mismo nombre. El argumento es el de una familia, los Dutton, que controla el rancho más grande de EE UU, colindante con una reserva india, y sus esfuerzos para que nadie se lo arrebate y lo convierta en una ciudad más, con sus aeropuertos, sus casinos, y sustituya las vacas por gigantescos todoterrenos Hummer.
Cada cierto tiempo alguien establece analogías entre el “universo Yellowstone” y el “universo Trump”, dadas las concomitancias entre el jefe del clan John Dutton y Donald Trump. Hay entre ellos tanta cercanía como alejamiento: el presidente de EE UU es profundamente antipático para quienes no votan por él ni son seguidores de su cruzada reaccionaria en el mundo entero, mientras que el jefe de la familia del rancho es el actor Kevin Costner, al que en la serie, si uno se descuida, se le perdona todo: sus aires de plutócrata, los asesinatos de sus enemigos que él consiente o dirige (cometidos por la familia en sentido amplio: sus hijos y la media docena de vaqueros que trabajan ciegamente para él), los continuos abusos de autoridad, etcétera.
Sin duda, este es un caso de batalla cultural, aunque su principal creador, Taylor Sheridan, se haya declarado alejado del trumpismo, y Kevin Costner haya desvelado que votó por Liz Cheney en las primarias demócratas (lo que no le convierte precisamente en un rojo). Las comparaciones han llegado ahora por los intentos de captura del Estado de unos y otros. La captura del Estado es la utilización de los aparatos estatales en beneficio propio, presionando a las agencias federales, a la justicia, a las fuerzas de seguridad, etcétera, para fines políticos, o el nombramiento de cargos clave con fines de control institucional.
En las últimas semanas ha habido ejemplos del empuje del presidente y sus más allegados hacia el titular de la Reserva Federal, Jerome Powell, para que bajase más los tipos de interés y plantease una política monetaria más acomodaticia a los intereses de Trump. O de las decisiones marcadas a su favor por un Tribunal Supremo con una mayoría conservadora de seis a tres, en el que tres magistrados han sido nombrados por el presidente. En la serie de televisión, la familia tiene a su líder como gobernador, a otro de sus hijos como fiscal general, a otro como representante del departamento de ganadería (la industria más potente de Montana), y goza del favor de la senadora del Estado y de la policía del lugar, que hace la vista gorda.
Los valores de Yellowstone, que sin duda conectan con los de una parte muy significativa del actual electorado republicano, resaltan la prioridad absoluta y sin límites de la propiedad privada y del legado familiar, al coste que sea; la desconfianza en el Gobierno federal, lo represente Obama o quien sea, y de las élites urbanas; el resentimiento ante los cambios culturales que ha representado la globalización y que ha generado abundantes perdedores entre la América rural blanca (en los capítulos apenas aparecen actores negros), y la importancia de la familia, de la cual son expulsados los traidores.
Serie profundamente ideológica que entra por los ojos y los sentidos. No puede verse desarmados. Los críticos se han preguntado si solo refleja o también glorifica un mundo que se está yendo y la mentalidad conservadora que lo defiende a ultranza. Tiene que ver con lo que está ocurriendo ahora mismo en EE UU.
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