La injusticia de ‘Heat’: la obra maestra que ha inspirado a varias generaciones y obtuvo cero nominaciones al Oscar
La película de Michael Mann que reunió a De Niro y Pacino continúa, 30 años después de su estreno, siendo un referente para directores y, además, un perfecto manual para criminales

En el verano de 2009, con motivo del estreno de su película Enemigos Públicos, la Cinematheque Française organizó un encuentro en París con el director estadounidense Michael Mann. Entre el público, un hombre pidió la palabra y dijo: “No sé si sabe que Heat es un referente absoluto para el crimen organizado. He sido gánster. No presumo de ello. Acabo de pasar diez años en prisión. He asaltado furgones blindados y joyerías y para ello tuve un asesor, un profesor, una especie de mentor que se llama Michael Mann. ¿Es consciente de que hay criminales que se inspiran en su cine?”.
El director, visiblemente desconcertado, solo acertó a pronunciar estas palabras: “Gracias... No sé qué decir”. El interviniente no iba de farol. Se trataba de Redoine Faïd, uno de los criminales más famosos de Francia, que ha protagonizado algunos de los robos y las fugas más espectaculares de la historia del país vecino. Faïd había visto Heat “cien veces”, según declaró. Especialmente, para diseccionar la escena del robo del furgón blindado con el que arranca la película y que copió en su primer gran asalto.
Esta anécdota, quizá una de las intervenciones más sorprendentes de la historia de los turnos de preguntas, sirve para ilustrar el espectacular impacto de este film de Mann, que ya nació como un gran evento cinematográfico por ser la primera vez que dos leyendas de la interpretación, Robert De Niro y Al Pacino, compartían pantalla (ambos aparecían en El Padrino II, de 1974, pero nunca en una misma escena juntos). Junto a ellos, secundarios de lujo como Val Kilmer, Ashley Judd, Jon Voight o Natalie Portman.

Sin duda, Heat es una de las mejores películas de acción de los años noventa y una referencia absoluta para el cine de policías y ladrones, pero lo que la hace diferente es que resulta también un ambicioso estudio sobre una gran variedad de temas que van desde la ética profesional (aunque tu profesión sea robar bancos) al amor (todos los personajes están atravesados por amores complejos o directamente imposibles), pasando por la obsesión, la soledad, la venganza, el deseo o la maldad, por citar solo algunos.
Heat es cine de género, pero elevado a una dimensión casi operística que lo hace flotar mucho más allá de las etiquetas habituales. Tal y como señaló el propio Mann en una entrevista concedida a la revista Empire en 2007: “Para mí no es una película de crímenes. No me me suele pensar mucho en el género de mis películas, pero Heat siempre fue un drama sinfónico, muy estructurado y realista”.

Por todo ello que, además de a mafiosos de todo el mundo, Heat sigue fascinando a cinéfilos y directores como Christopher Nolan o Kathryn Bigelow, que públicamente la han reconocido como una de sus influencias. En manos de Mann, las tropelías de unos atracadores perseguidos por una policía igual de brutal que ellos en una ciudad enigmática e inhóspita como Los Ángeles se convirtió en poesía.
El cazador y la presa
Para aquellos que todavía no la hayan visto, el argumento de Heat, sin revelar detalles importantes de la trama, es bastante sencillo: Neil McCauley (De Niro) es un ladrón profesional que actúa en Los Ángeles, junto a un equipo de especialistas, con una precisión casi militar. El teniente Vincent Hanna (Pacino) lidera un grupo de detectives del departamento de homicidios del Departamento de Policía de Los Ángeles. Hanna es un hombre tan obsesionado con su trabajo como McCauley con el suyo, y la persecución del grupo de atracadores se convierte rápidamente en una batalla personal. Ambos viven vidas paralelas: consumidos por sus respectivas ocupaciones, su vida fuera del trabajo es un desastre.


Mientras McCauley planea el último golpe de la banda que podría permitirle desaparecer para siempre, Hanna cierra el cerco. Esta rivalidad no está exenta de respeto, pero también hay una certeza ineludible: uno de los dos no va a salir vivo de ella. Aunque no es un hecho muy conocido, la historia que se cuenta en Heat tiene una base real. Se inspira en el duelo que el detective Chuck Adamson y un atracador llamado como el protagonista de la película, Neil McCauley, tuvieron realmente en el Chicago de los años sesenta y recrea algunos robos y escenas que tuvieron lugar en la realidad. Por ejemplo, en un momento de la cinta, los personajes interpretados por Pacino y De Niro se encuentran en una cafetería anodina para intercambiar unas palabras. Aparte de basarse en un encuentro real, esta escena tiene un peso específico enorme por ser la primera vez que reunía en la película a Pacino y De Niro. Fuera de la cinta, también era la primera vez que esos dos titanes del cine se encontraban juntos en pantalla.
Un rodaje atropellado
Su rodaje supuso todo un reto. No se realizaron ensayos por expreso deseo del director. “No quería que la película se volviera mecánica”, explicó Mann en un encuentro en la Universidad de Loyola. “Lo importante era mantenerla fresca, que lo que surgiera lo hiciera allí, en ese momento”. Pacino y De Niro sabían lo que se jugaban como actores y lo importante que era para sus personajes: dos hombres que podrían matarse allí mismo, pero que se acaban entendiendo mejor que nadie. Se rodó con tres cámaras. Una en plano, otra en contraplano y una en perfil. Pero Mann no usó esta última: “Cada vez que cortábamos al perfil, la escena perdía intensidad. Lo importante era ese uno contra uno, esa conexión directa entre los dos”, explicó. Nadie duda de que, teniendo esos dos rostros en plano frontal, quién quiere un perfil.
El resultado es una conversación mítica. El núcleo emocional de Heat. Los dos hombres se miran, se respetan, se confiesan, pero saben que ese será su último momento de tregua.
Y si ese café es el clímax emocional de Heat, el atraco es el clímax físico. La escena en la que McCauley y su equipo huyen a tiro limpio tras el robo de un banco en el centro de Los Ángeles, que también ocurrió en la historia real, se ha convertido con los años en toda una lección de cine. La coreografía es perfecta. El montaje, quirúrgico. Aunque todo parece improvisado, con tomas que parecen grabadas por un intrépido reportero televisivo, el rodaje fue preparado durante meses.
“Fue como montar un espectáculo de danza”, explicó Mann en una entrevista para Director’s Guild of America de 2012. “Alquilamos tres campos de tiro del departamento del sheriff, donde construimos una maqueta a escala real de la calle donde íbamos a rodar, con obstáculos, coches y buzones en los lugares exactos donde los actores se irían resguardando. El entrenamiento fue tan concienzudo y real que los actores llegaron al rodaje sabiendo manejar las armas como sus personajes”. Ese nivel de verosimilitud se nota. Val Kilmer, que interpreta a Chris Shiherlis, uno de los secuaces (un papel para el que fueron candidatos Keanu Reeves y Jon Bon Jovi), recarga el fusil en pleno tiroteo con una naturalidad digna de las academias militares.
Un manual de estilo para el siglo XXI
Es cierto que Heat no ganó premios importantes. Muchos críticos piensan, años después, que la forma en que los Oscar ignoró la película (cero nominaciones) es una de las grandes injusticias de la historia de la Academia. El consuelo es que, a la vez, pocas películas han dejado una huella tan profunda y duradera. Christopher Nolan la cita como influencia directa para The Dark Knight, especialmente en su manera de retratar una ciudad como un organismo vivo y opresivo.

En ese aspecto, Mann rodó sin usar platós, con más de 70 localizaciones reales de Los Ángeles. Su objetivo era claro: capturar la ciudad como un ecosistema propio, gigantesco, nocturno y solitario. El director de fotografía Dante Spinotti utilizó iluminación natural y tomas amplias que realzaban el vacío que rodea a los personajes. Otros directores como Denis Villeneuve o Mia Hansen-Løve han reconocido su influencia. Pero Heat ha sido clave también en otros lenguajes: una misión del videojuego Grand Theft Auto V es una réplica directa del atraco que ocurre al inicio de la película.
La crítica también ha reconocido con el tiempo lo que supuso el film de Mann. Rolling Stone la incluyó en su lista de las 100 mejores películas de los noventa, y The Guardian la nombró como una de las grandes películas de crímenes de todos los tiempos. En general, se le atribuye haber elevado el thriller a otra dimensión, más estilizada, introspectiva y humana.

“No es solo una historia de buenos y malos”, escribió el crítico Roger Ebert en su reseña de la película en 1995. “El guion es lo suficientemente complejo para permitir a los personajes decir lo que piensan: son elocuentes, perspicaces, imaginativos y poéticos cuando es necesario. No se dejan atrapar por los clichés”.
La escena del restaurante es recordada como una clase magistral de interpretación, pero también como el momento en que Heat deja de ser cine negro y se convierte en una elegía sobre la soledad, la obsesión y la imposibilidad del equilibrio entre vida personal y vocación.
¿Habrá un ‘Heat’ 2?
Todo parece apuntar a que Heat tendrá una secuela o, más bien, precuela-secuela. Tras años de incertidumbre, las últimas noticias son que Warner Bros habría aprobado el guión de una nueva película situada en el universo de Heat, basada en la novela del mismo título que publicó Mann junto a Meg Gardiner en 2022.

Se supone que la película explorará el pasado del personaje de McCauley y lo que pasa después del final de la Heat original. Adam Driver podría ser el encargado de encarnar al personaje de De Niro y Austin Butler también tendría un papel importante en el proyecto. Mann, a sus 81 años, quiere ser el director. Veremos si, de llevarse finalmente a cabo el proyecto, Heat 2, cuya versión literaria consiguió muy buenas críticas, puede resarcirse de ese sabor a injusticia que dejó hace 30 años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
