George Clooney: el último gran galán de Hollywod que solo cometió un error en su carrera
Ya ha triunfado en cine y televisión, delante y detrás de las cámaras, y tiene gran influencia política. Su nominación a los Tony le ha permitido poner un pie en el único terreno que le quedaba por conquistar


Para evaluar el poder real de George Clooney (Kentucky, 64 años) basta mencionar que una carta suya en The New York Times acabó provocando el abandono de Joe Biden como candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Su influencia va más allá de la taquilla, que ha conquistado con éxitos como La tormenta perfecta (2000) o la saga Ocean’s Eleven (2001-2007). También le salió bien su paso de la televisión al cine, algo poco usual, y acaba de protagonizar su primera obra de teatro, Buenos días y buena suerte, un libreto basado en la película que escribió y dirigió en 2005. Convertida ya en el mayor éxito no musical de Broadway, le ha conseguido al llamado “galán nacional de Estados Unidos” una nominación al Tony que se une a su larga lista de galardones.
Clooney se ha subido a las tablas por primera vez desde que en 1986 interpretó a un prostituto y traficante en Vicious, una obra sobre la vida de Sid Vicious. Su papel ahora es muy distinto: se mete en la piel del periodista Edward R. Murrow, un referente moral que se enfrentó a Joseph McCarthy, el infame senador estadounidense que parapetándose en una cruzada anticomunista inició una caza de brujas en Hollywood que llevó al ostracismo a un buen número de miembros de la comunidad cinematográfica. Un proyecto que le ha devuelto los nervios que afirmaba sentir cuando empezó en el negocio y para el que contó con el apoyo de su buena amiga Julianna Margulies, la enfermera Carol Hathaway de Urgencias, que tiene actualmente una obra en Broadway y le dio algunos consejos que le ha agradecido.
Si hace 20 años la motivación de Clooney para rodar la película fue su descontento con la administración Bush y su papel en Irak, hoy son claramente las políticas de Trump con quien ha mantenido una actitud beligerante que ha sido respondida por el presidente. Trump le ha llamado “estrella de segunda”, aunque tal vez debería de sentir gratitud hacia el actor: su carta en The New York Times eliminó de un plumazo a su principal rival político y obligó a una solución de emergencia que facilitó su segundo triunfo. No todos demócratas agradecieron la sinceridad de uno de sus principales donantes, pero él actor no se arrepiente. “Fui educado para decir la verdad. Había visto al presidente de cerca y me sorprendió. Me pareció que hubo muchas personas que se pusieron de perfil, mucha cobardía en mi partido, y yo no estaba orgulloso”, declaró al programa 60 minutos.

Según el ensayo Original Sin, escrito por el presentador de la CNN Jake Tapper y el periodista de Axios Alex Thompson, el desencadenante de la misiva fue el hecho de que Biden no reconoció al actor durante un evento de recaudación de fondos, a pesar de que son amigos desde hace más de 15 años. El interés por la política de Clooney no es reciente: su padre, el periodista Nick Clooney, estaba muy implicado políticamente e incluso se presentó sin éxito al congreso por el Partido Demócrata.
A pesar de que los temas de calado que trata su obra, lo que más ha dado que hablar de su debut en Broadway es... su pelo. Resulta refrescante comprobar que los asuntos estéticos no opacan solamente el trabajo de las mujeres. Interpretar a Murrow le ha obligado a tapar sus icónicas canas, algo que no le ha gustado demasiado. “Mi mujer lo va a odiar porque no hay nada que te haga parecer más viejo que teñirte el pelo”, declaró a The New York Times. Para un habitual de las listas de hombres más sexis es habitual escuchar comentarios sobre su físico, aunque es consciente de que su tiempo como galán ha llegado a su fin y así lo reconoció hace un par de años. Tras protagonizar Viaje al paraíso con su buena amiga Julia Roberts afirmó que sería su última comedia romántica. “No intentaré competir con protagonistas de 25 años”, confesó durante una entrevista en la CBS. “Ese no es mi trabajo”.

A forjar su imagen de seductor contribuyó una vida privada plagada de romances tan breves como mediáticos. A principios de los noventa estuvo casado durante cuatro años con la actriz Talia Balsam, pero todas sus relaciones posteriores han sido efímeras. Salió con Kelly Preston, Cameron Díaz y Renée Zellweger entre otras, pero siempre se ha bromeado con que su relación más larga era la que había mantenido con su famoso cerdo Max. Todo cambió cuando llegó a su vida la abogada especializada en derechos humanos Amal Alamuddin. Su representante Bryan Lourd, exmarido de Carrie Fisher, se lo advirtió antes de que se conocieran. “Te digo que te vas a casar con ella”, sentenció. Clooney no le creyó hasta que la vio. “No pensé realmente que tendría muchas posibilidades con ella porque yo era 17 años mayor y ella parecía tener todo lo que necesitaba”. Lo siguiente es historia. Llevan casados 11 años y su admiración por ella no parece tener límites. “Estoy orgulloso de ser su esposo. Estoy orgulloso de ser el padre de sus hijos”, confesó a The New York Times. El soltero recalcitrante es ahora un padre amantísimo de dos gemelos, “un castigo de Dios por lo mucho que bromeé con la idea de tener hijos”.
A pesar de lo mediática que es su vida, es muy estricto con su privacidad. Carece de redes sociales y sus encontronazos con la prensa amarilla han sido frecuentes. A mediados de los noventa se enfrentó al programa de Paramount Hard Copy en el que se emitían imágenes “robadas” de famosos y promovió un boicot a la sensacionalista (y desaparecida) web Gawker que consistía en enviarles noticias falsas, aunque no parece que eso fuese algo que afectase mucho a la credibilidad de la web.
A pesar de que Clooney puede considerarse un nepobaby (su padre era muy célebre en los años sesenta y es sobrino de la actriz y cantante Rosemary Clooney) no lo tuvo fácil en sus inicios. Hizo demasiados episodios pilotos de series que no llegaron a ningún sitio y se paseó como personaje episódico por muchas de los ochenta, desde Las chicas de oro a Se ha escrito un crimen, mientras intentaba meter la cabeza en el cine, aunque fuese con productos tan poco estimulantes como El retorno de los tomates asesinos (1988).

Casi había tirado la toalla cuando apareció en su camino Urgencias y el doctor Doug Ross, el personaje que le convirtió en una estrella y le hizo aspirar al Emmy en dos ocasiones y tres al Globo de Oro. Una serie excepcional con audiencias millonarias a la que llegó casualmente. Según relató su showrunner John Wells, en cuanto Clooney supo del proyecto le suplicó un papel. Parecer que el actor tenía en el bote a todas las asistentes Warner Bros: “Les regalaba flores, bombones, era un galán con ellas y así siempre sabía cuándo había castings y para qué papel”.
Su personaje estaba destinado a ser un mujeriego insensible, pero por sugerencia suya pasó a ser, en sus propias palabras, “un tipo que liga con seriedad”. Un matiz que le convirtió en el rompecorazones oficial de la televisión de los noventa, pero él aspiraba a más. Steven Spielberg le dijo durante una visita al set de Urgencias: “Si dejas de mover la cabeza, serás una estrella de cine”. No se equivocó.
Pasó con nota su salto al cine. Vestido de negro y con un inmenso tatuaje tribal, pasó de salvar vidas a segarlas en Abierto hasta el amanecer (1996). Demostró sus capacidades como galán clásico en Un día inolvidable (1996) junto a Michelle Pfeiffer y fue el controvertido Batman con pezones en el Batman y Robin de Joel Schumacher (1997), uno de los pocos borrones en su carrera. “Siempre me disculpo por Batman y Robin”, bromeó en The Graham Norton Show. “Permítanme decir que, de hecho, pensé que había destruido la franquicia hasta que alguien la recuperó años después y la cambió. En ese momento pensé que sería un gran paso en mi carrera”. Pero su paso por la franquicia del murciélago también tuvo algo positivo: “Me enseñó lo importante que es un buen guion”.
Fue una de las pocas parejas con las que Jennifer López ha tenido química en la elegante Un romance muy peligroso (1998), con la que empezó su fructífera relación profesional con Steven Soderbergh, y en Tres reyes (1999) empezó a darse cuenta de los privilegios que le proporcionaba ser una estrella. Cuando el director David O. Russell, famoso por sus broncas con cualquiera que esté cerca de sus rodajes, le gritó: “¿Por qué no te preocupas por tu pésima actuación?”, hizo una llamada telefónica a Warner Bros que tuvo el efecto, según Clooney, de quitarle la autoridad como director. “David se sentó y se enfurruñó durante las últimas dos semanas del rodaje, y luego terminamos”. Mejor sintonía tuvo con los hermanos Coen con quienes trabajó en O Brother, Crueldad intolerable, Quemar antes de leer y Ave César.

Clooney conocía el éxito de taquilla y había recibido el galardón de Hombre Más Sexy del Mundo, pero el respeto de la crítica se lo ganó renunciando a su atractivo. Engordó y renunció a sus elegantes trajes para interpretar a exagente de la CIA, Robert Baer, en Syriana (2005) y su excelente trabajo le hizo llevarse el Oscar a Mejor Actor Secundario. También se llevó un accidente del que todavía tiene secuelas. Durante una acrobacia se golpeó la cabeza contra el suelo de hormigón y poco después empezó a supurar líquido cefalorraquídeo por la nariz. “Llegué a un punto en el que pensé: no puedo seguir así. No puedo vivir”, declaró a Rolling Stone. “Estaba en una cama de hospital, con una vía intravenosa en el brazo, sin poder moverme, con dolores de cabeza que parecían como si te hubieran dado un derrame cerebral, y durante tres semanas, empecé a pensar: ‘Quizás tenga que tomar medidas drásticas”. Una cirugía le permitió sobrevivir, pero aún hoy sigue sufriendo fuertes dolores de cabeza.
Tras su reconocimiento como actor tocaba triunfar tras las cámaras. Su debut como director, Confesiones de una mente peligrosa (2002), tuvo el respaldo de la crítica, pero para financiar Buenas noches y buena suerte (2005) se vio obligado a hipotecar su casa: nadie quería arriesgarse con una película en blanco y negro. Recibió seis nominaciones al Oscar incluidas dos para él, una como guionista y otra como director. Como productor tampoco le ha ido mal. Recogió el Oscar por Argo y entre sus trabajos hay títulos tan interesantes como Lejos del cielo, Agosto o Money Monster.
Aunque a veces ha insinuado que tras los sesenta dejaría de estar ante las cámaras, su agenda lo desmiente. La reciente Wolfs, que protagonizó junto a su amigo Brad Pitt, ha desatado rumores de una vuelta de la banda de Danny Ocean y también tiene en capilla Jay Kelly de Noah Baumbach, donde compartirá protagonismo con Adam Sandler y Laura Dern. Lo que no tiene previsto, a pesar de su indudable influencia, es lanzarse a la política. Muchos demócratas que le han pedido que dé el paso, pero es tajante en su negativa. De hecho, cuando hace unos meses Trump le conminó a dejar de meterse en política y volviese a la televisión, le dijo que estaría dispuesto a hacer ese sacrificio... si él también lo hacía.
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