‘Köln 75′: cómo un hombre al límite y un piano estropeado crearon el disco de jazz en solitario más vendido de la historia
50 años después de que un concierto atropellado y organizado por una adolescente se convirtiese en un hito de la historia del jazz, una película lleva a la pantalla la extraordinaria hazaña humana que lo precedió
A veces (y solo a veces), los pequeños dramas de la producción musical dan lugar a indiscutibles obras maestras. Este podría ser el resumen de Köln 75, la película germano-belga estrenada durante la pasada Berlinale (y que llegará el 11 de julio a las salas españolas), que cuenta la historia real detrás de uno de los discos de jazz en directo más vendidos de todos los tiempos, The Köln Concert (1975), de Keith Jarrett. El recital, que estuvo a punto de ser cancelado, lo había montado una adolescente alemana, Vera Brandes, que estaba aún en el colegio cuando, con 15 años, comenzó a organizar conciertos en Colonia. Con el tiempo, Brandes se convertiría en una de las promotoras más influyentes del país.
“Ahora celebramos las historias musicales en el cine y muchas de ellas tratan sobre los artistas. Pero este filme va sobre una mujer que creó una obra de arte ejerciendo de productora”, afirma Ido Fluk, el director y guionista de la cinta, poco después de su estreno berlinés. “Sin Vera Brandes no hubiera existido The Köln Concert. Y eso es algo que todos deberíamos recordar. Keith Jarrett no hubiera tocado esa obra maestra sin la mediación de esta mujer. Esto es un homenaje al promotor musical”.

En contra de la voluntad de su conservadora familia, Brandes (aquí interpretada por la alemana Mala Emde) empezó a montar conciertos internacionales de jazz en su ciudad natal utilizando a escondidas el teléfono de la clínica dental de su padre, que estaba debajo de su casa, desde donde contactaba con los mánagers de los artistas estadounidenses o británicos. Después de unos cuantos recitales iniciales y a base de una perseverancia casi suicida, consiguió convencer también a Keith Jarrett, uno de los gigantes del jazz de vanguardia (en la cinta encarnado por el estadounidense John Magaro).
En 1975 el pianista norteamericano ya se había separado del conjunto de Miles Davis, que le descubrió en un club de mala muerte y gracias al cual había conseguido dar impulso a su carrera. Desde hacía un par de años, Jarrett estaba embarcado en una serie de recitales de creación pura. Un proyecto agotador, porque aquello no eran interpretaciones de standards ni variaciones de temas ya compuestos. Eran batallas mentales de más de una hora de improvisación en solitario, todo creado desde cero. Algo sin precedentes en la historia del jazz.

El hombre, que en esa gira ya llevaba decenas de shows por toda Europa, llegó a Colonia la tarde del 24 de enero de 1975, la fecha reservada para actuar en la Kölner Opernhaus, en lo que iba a ser la primera actuación no operística que acogía el local en su historia. Pero después de meterse 600 kilómetros por carretera desde Zúrich, donde había actuado la noche anterior, apretujado en el Renault 4 del jefe de su discográfica, Jarrett no estaba para muchas bromas. Además, llevaba toda la gira sufriendo unos dolores de espalda que no le permitían ni dormir.
La cita en la Ópera de Colonia era casi a medianoche, la única hora que la administración de la sala le ofreció a Brandes. Cuando el músico de Pensilvania se presentó en el recinto para la prueba de sonido, en lugar del piano de cola Bösendorfer 290 Imperial solicitado, el personal de la Ópera le había reservado otro Bösendorfer de media cola, que se utilizaba solo para ensayos y que estaba en muy malas condiciones. Ante semejante panorama, Jarrett amagó con cancelar la velada y solo la insistencia de Brandes (y varias horas de afinación del instrumento) consiguió convencerlo. En realidad ese concierto nunca debió haberse grabado, pero ECM, su discográfica en Europa, decidió hacerlo solo para fines privados. El resultado, una vez publicado en noviembre de 1975, fue el álbum de jazz en solitario más exitoso de todos los tiempos, además de la grabación de piano más exitosa de la historia con cuatro millones copias vendidas.

Según Ido Fluk, Keith Jarrett tocó como ninguna otra noche de su vida, porque tocó contra el piano. Tuvo que conformarse con el registro medio porque los registros superior e inferior estaban defectuosos. Y el resultado fue un sonido con el que mucha gente se pudo identificar. “Lo que hace bueno al arte son los problemas”, explica el director. “Como artistas debemos hacerles frente e intentar encontrar soluciones. Probablemente, si hubiera contado con el instrumento que le prometieron, el sonido no hubiera sido el mismo y esta película ni siquiera existiría”.
En el caso de Fluk, su principal dilema fue encontrar una manera de rodar un largometraje sobre The Köln Concert sin la música de The Köln Concert. “A Keith Jarrett nunca le gustó ese concierto y no le interesaba demasiado que le recuerden por esa grabación”, apunta. “Puedo entenderlo. Pasa un poco lo mismo con Creep y Radiohead: el grupo no soporta esa canción. En cierto modo, The Köln Concert es el Creep de Keith Jarrett. Él ha ofrecido miles de recitales y puede que muchos de ellos sean musicalmente mejores. Cuando le contactamos nos dejó claro que no quería participar en esto y eso para mí fue un reto. ¿Cómo contamos la historia de Vera Brandes sin poder utilizar ese show fundamental? Aunque, el filme no es sobre la salchicha, sino acerca de cómo se hizo la salchicha”. En su caso, su proceso de escritura también ha sido improvisado. “Seguí el consejo de John Coltrane, que recomendaba que si quieres decir algo, empiezas por el medio y luego vas en ambas direcciones al mismo tiempo”.

Para el realizador, The Köln Concert no contiene temas pop. Son piezas de jazz largas, ambiciosas y exigentes, que se escuchan mejor en su totalidad y en calma. “Así que ahora todos deberíamos ir a casa y ponernos ese disco”. Aunque confiesa que él no es ni mucho menos un fanático del género. “De hecho, para mí esta historia es mucho más punk rock: una mujer que patea los culos que sean necesarios para hacer realidad ese recital. Amo a Keith Jarrett y esta cinta es una canción de amor dirigida a él y a esa grabación, pero también es una canción de punk rock adolescente para Vera Brandes por haberlo hecho posible”. Y, de remate, recuerda cómo en los años setenta en Alemania se crearon una gran cantidad de obras esenciales para la música. “Pienso en Kraftwerk, Neu! o Can. David Bowie, Iggy Pop y Lou Reed se inspiraron también aquí. Por no hablar de los Berlin Jazz Days, donde todo el mundo venía a tocar. Por eso es un honor haber estrenado la película en Berlín”.
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