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Materiales pobres para muebles de lujo: cómo las sillas para no sentarse de los hermanos Campana llegaron al museo

Con la compra de 70 piezas de los artistas brasileños, el Centro Pompidou ha realizado la mayor adquisición de obra de un diseñador vivo de su historia

Ianko López
Sillas hermanos Campana

Que los hermanos Campana diseñaran una colección de sillas de hierro llamadas Desconfortáveis (“incómodas”) puede interpretarse como una boutade irónica, pero también como un gesto artístico que en 1989 ya anticipaba sus logros posteriores, que los llevarían de la tienda de muebles al museo. En su libro El sistema de los objetos (1968), el filósofo francés Jean Baudrillard explicaba cómo las cosas se emancipan de su dimensión funcional para convertirse también en signos dentro de un sistema de valores y aspiraciones. Dicho de otro modo, una silla no solo sirve para sentarse, sino que puede expresar el estatus de quien la posee, sus intereses y deseos, e incluso su ideología. Humberto (Rio Claro, Brasil, 1953) y Fernando (Brotas, 1961-Sao Paulo, 2022) Campana siempre se ciñeron de forma consciente a este principio. Como resultado, sus muebles encarnan algunas de las contradicciones del mundo contemporáneo: a menudo están realizados con materiales pobres, pero incorporan una cierta noción de lujo; del mismo modo, son serios y lúdicos, indómitos y sofisticados. Los amantes del diseño los han codiciado desde que los hermanos cofundaron en 1984 el Estúdio Campana. Solo cinco años más tarde participaban en su primera exposición, en un almacén de en São Paulo, con aquellas Desconfortáveis, nombre que no ocultaba su vocación no utilitaria, es decir, de puro objeto artístico. Ahora, el Centro Pompidou ha adquirido un conjunto de 70 piezas del archivo del Instituto Campana (incluyendo prototipos, piezas únicas, ediciones limitadas y bocetos), en lo que constituye la mayor adquisición de obra de un diseñador vivo en la historia de la institución francesa. Una compra que es además una consagración simbólica para el trabajo de este dúo creativo que ya era una referencia dentro su ámbito profesional.

Silla Transwood, 2011.

“Hoy en día es importante difuminar las fronteras entre arte y diseño”, explica a ICON Design Humberto Campana, que se reconoce “lleno de energía” y también de responsabilidad, por esta adquisición. “Creo que la apreciación del arte debe tener un enfoque plural”. Marc Benda, socio de la galería especializada en diseño Friedman Benda (con sedes en Nueva York, Los Ángeles y París), que ha gestionado la operación, añade: “Hay en esto un mensaje simbólico: que lo que hacen los diseñadores es relevante para nuestra época y para el futuro, que su trabajo no es anecdótico e individual, sino que toda su labor es importante. Es un gran estímulo para el campo del diseño saber que, si uno puede trabajar a este nivel, obtiene un reconocimiento”.

Sin embargo, quizá sea precisamente la irreverencia derivada de unos inicios no ligados al diseño profesional lo que ha permitido a los fundadores de Estúdio Campana llegar hasta aquí. Como ellos mismos han contado en diversas ocasiones, desde sus orígenes en el Brasil rural, a unos 250 kilómetros de São Paulo, nada hacía presagiar que terminarían dedicándose al diseño de muebles. Un precedente familiar les sirvió como ejemplo para escapar de los esquemas preestablecidos. “Nuestra familia era muy conservadora”, recuerda Humberto Campana. “Pero había un primo que era todo lo contrario, un poeta audaz llamado Roberto Piva, que nos inculcó la idea de singularidad, de romper paradigmas y de ejercer nuestra libertad creativa sin concesiones, incluso corriendo el riesgo de ser marginados”.

Silla Paraíba, 2002.

El cine del pueblo, del que era propietario su padre, se convertiría en una de sus principales fuentes de inspiración. “El lenguaje cinematográfico enriqueció mi mirada imaginativa, así que mencionaría como inspiraciones a Kubrick, Bertolucci y Fellini”, prosigue Humberto Campana. “También son referentes importantes para mí [los artistas] tropicalistas, como Hélio Oiticica, Lygia Clark, Burle Marx y Flávio de Carvalho. Y la arquitecta Lina Bo Bardi, que también me enseñó a entrenar mi mirada para valorar mis propias raíces”.

Humberto estudió Derecho, y fue Fernando quien inicialmente se decantó por la Arquitectura antes de que ambos comenzaran su andadura profesional conjunta. “Durante mucho tiempo Fernando, que era ocho años más joven, fue solo mi hermano pequeño, y yo no quería salir mucho con él, pero la vida nos unió para crear objetos”, cuenta Humberto Campana. “Unas Navidades, después de que yo abandonara mi carrera como abogado para empezar a fabricar objetos hechos a mano, le pregunté a él, que estaba estudiando, si quería ayudarme a enviar algunos pedidos. Así es como todo empezó. Éramos muy buenos amigos y queríamos lo mejor el uno para el otro”.

Silla Vermelha, 1993.

Constituidos en Estúdio Campana, idearon piezas nada convencionales con los materiales que les quedaban más a mano, como las sillas Vermelha (unos 500 metros de cuerda roja que forman una madeja en torno a una estructura metálica) y Favela (fabricada con restos irregulares de madera), quizá las más reconocibles de su catálogo, que se cuentan entre las adquisiciones del Pompidou. Humberto Campana considera que la butaca Vermelha es, de todas sus obras, la que ha alcanzado mayor relevancia cultural. Y mantiene perfectamente vívido el recuerdo de cómo la concibieron, que no por casualidad remite a la realización de una pintura abstracta: “Compramos un rollo de cuerda de algodón y, al abrir el paquete, se deshizo como si se derritiera. Nos encantó esa estética, así que Fernando construyó una estructura de acero y yo me puse a tejer a mano sin ningún método. Dejé que el gesto fuera libre. Aquello señaló un nuevo camino en el diseño de muebles para las nuevas generaciones, y hoy forma parte de las colecciones de muchos museos”. En efecto, además del Pompidou, el MoMA de Nueva York está entre las instituciones que la han incorporado a su colección.

Sin embargo, la serie más apreciada por Humberto Campana es Detonado, que utiliza retales recosidos de mimbre trenzado, y que también puede vincularse con otro referente artístico. En este caso, a la idea picassiana de incorporar a uno de sus cuadros un estampado de rejilla sobre un hule en 1912 para inaugurar el cubismo sintético: “Detonado es mi colección favorita, porque deconstruye el modernismo brasileño, que utilizaba mucho mimbre y lo reutilizaba en forma de retazos, aportando una nueva estética y propósito a un clásico”.

Banqueta Alligator, 2002.

Humberto Campana define el trabajo a cuatro manos como “simbiótico”. Y describe del siguiente modo su proceso creativo: “A veces se me ocurría a mí una idea, y a veces Fernando traía un boceto o compartía algo que veíamos por la calle. Soy de los que disfrutan del proceso de seguir el nacimiento de una pieza, desde el dibujo hasta la renderización por ordenador, para luego ver cómo toma forma en las manos de mi equipo de producción y las mías. Fernando estaba más interesado en el ámbito conceptual. Éramos muy cercanos y no teníamos filtros para expresar nuestras opiniones, lo que supuso una forma de colaboración muy honesta, pero también muy intensa”.

Las instituciones museísticas se interesaron rápidamente por su trabajo, lo que dejaba claro que no eran unos diseñadores cualesquiera. En 1998, el MoMA incorporó su obra en una muestra conjunta con el diseñador especializado en luminarias Ingo Maurer, titulada Progetto 66. Ya en 2009 obtuvieron una gran retrospectiva en el Vitra Design Museum, en Weil Am Rhein (Alemania), y en 2020 el MAM, el Museo de Arte Moderno de Rio de Janeiro, les dedicó otra gran exposición, 35 revoluciones. Asimismo, han colaborado con numerosas marcas de moda como Louis Vuitton, Camper y Melissa. Y para la firma de diseño Alessi diseñaron la lámpara Amanita, tejida en ratán y con forma de seta.

Silla Jalapão, 2022.

Desde el fallecimiento de Fernando Campana en 2022, Humberto se ha mantenido en solitario al frente de Estúdio Campana. Ante la pregunta de qué prioridades debería observar el diseño del presente y el futuro, Humberto Campana responde: “Se habla mucho de responsabilidad social y ambiental, pero creo en la responsabilidad individual. Tenemos que predicar con el ejemplo a diario. Plantar un árbol, cuidar un parterre en tu barrio, o de un pequeño parque. Cada cual puede aportar su granito de arena y difundir este sentido de la responsabilidad colectiva”.

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Sobre la firma

Ianko López
Es gestor, redactor y crítico especializado en cultura y artes visuales, y también ha trabajado en el ámbito de la consultoría. Colabora habitualmente en diversos medios de comunicación escribiendo sobre arte, diseño, arquitectura y cultura.
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