El padre de Amy Winehouse demanda a dos amigas de la fallecida cantante por vender sus objetos sin su permiso
En 2021 se subastaron cientos de artículos de la estrella del soul por miles de dólares, y Mitch Winehouse reclama ahora la parte de esas ganancias que se quedaron Naomi Parry y Cationa Gourlay, excompañeras de piso de su hija. Ellas defienden que vendieron regalos que les pertenecían legítimamente


La lápida de Amy Winehouse en Edgwarebury, un cementerio judío en el norte de Londres, está llena de nombres. La comparte con su abuela materna, Cynthia Levy, quien también había sido cantante de jazz en su juventud. “Por siempre en los corazones de sus familiares”, se lee en la piedra. Delante, hay una escultura de un libro con dos páginas llenas de nombres que no pertenecen a familiares, pero sí a amigos muy cercanos que también han querido quedar grabados junto a la estrella del soul para toda la eternidad. Dos de ellos son los de Naomi Parry y Catriona Gourlay, dos amigas que compartieron piso y vida con la cantante antes de su fatídica muerte el 23 de julio de 2011, a los 27 años. Sin embargo, 14 años después, el padre de Amy, Mitch Winehouse, las ha demandado porque, según él, subastaron indebidamente posesiones de la artista que no les pertenecían.
El origen de la disputa judicial, que continúa este martes con nuevas declaraciones de Mitch Winehouse, se remonta a 2021, cuando medios de todo el mundo se hicieron eco de una subasta de más de 800 artículos de la cantante cedidos por su familia. Fue todo un éxito y recaudó alrededor de cuatro millones de dólares en total, con una gran parte del dinero destinado a la Amy Winehouse Foundation. Pero la subasta y sus ganancias son ahora objeto de investigación en el Tribunal Superior de Londres, después de que Mitch descubriera que alrededor de 150 de esos artículos habían sido vendidos por Parry y Gourlay sin permiso de la familia.
Entre estos artículos se incluía el vestido diseñado por Parry —ella y Winehouse se conocían desde los 19 años y fue su estilista personal desde 2006 hasta su muerte— que la cantante lució en el último concierto de su carrera, en Belgrado. Tenía un precio orientativo de 20.000 dólares en subasta, pero se acabó vendiendo por 243.000 —unos 208.700 euros—. También estaban las botas que Winehouse vistió para la portada de su primer álbum, Frank (2003), que se vendieron por 19.200 dólares —16.500 euros—; o un par de zapatillas de ballet manchadas de sangre que llevó puestas tras una pelea con su exmarido, Blake Fielder-Civil, que se vendieron por unos 4.000 dólares —3.400 euros—. Había una tarjeta de felicitación del productor musical Mark Ronson y la cantante Adele, que Gourlay defiende que recibió cuando Winehouse se ausentó de su propia fiesta de cumpleaños en 2008 —se vendió por 3.200 dólares, unos 2.700 euros—; o un pintalabios rosa y un delineador negro descritos en la subasta como “propiedad de Amy Winehouse y usados por ella”.

Mitch Winehouse estima que las dos amigas de su hija obtuvieron unas 730.000 libras que ahora les reclama que devuelvan para destinarlo a causas solidarias. El padre de la cantante afirma que Parry y Gourlay “ocultaron deliberadamente” los artículos en dos subastas de recuerdos de celebridades en Los Ángeles, con las que la familia pretendía recaudar dinero para construir una escuela en memoria de su hija en la isla caribeña de Santa Lucía. Mitch, que heredó la fortuna multimillonaria de su hija en 2011, expresó su enfado en un juicio civil que tuvo lugar este lunes 8 de diciembre en Londres, y negó que Amy hubiera regalado todos esos objetos a sus amigas, alegando que formaban parte de su patrimonio.
“Solo después de que terminara la subasta de 2021, el señor Winehouse descubrió que la señorita Parry y la señorita Gourlay afirmaban que poseían más de 150 lotes de subasta entre ellas y tenían la intención de quedarse con las ganancias de la venta para ellas”, defendió su abogado, Henry Legge KC, ante el tribunal. “Han insistido repetidamente en su total transparencia durante el proceso previo a la subasta, pero sus afirmaciones son totalmente incoherentes con la documentación”, añadió. Se refiere, según el Daily Mail, a unos mensajes de texto que intercambiaron el subastador Darren Julien y Parry. “El último vestido se vendió por 190.000 dólares [142.000 libras]. Creo que Mitch cree que es dueño de ese vestido”, decía él. “¡¡Increíble!! No estoy segura de cómo se sentirá cuando se dé cuenta de que no es así”, respondía ella. “Él definitivamente piensa que es suyo”, añadía Julien. “Eso demuestra que no sabe mucho sobre las cosas de Amy”, zanjaba Parry.

Las actrices Sadie Frost o Kelly Osbourne declararon como testigos a favor de las excompañeras de piso de Amy Winehouse, alegando que la cantante realmente les regaló todas esas prendas y accesorios. Gourlay conoció a Winehouse cuando eran adolescentes en 2002 y compartieron piso en Camden entre 2004 y 2005, según se informó al tribunal. Gourlay trabajaba en Rokit, una tienda de ropa vintage, y llevaba prendas a casa que compartían e intercambiaban. “Su buen gusto por la moda contribuyó a moldear la imagen de la señora Winehouse cuando se acercaba a la cima de su fama. No se esperaba que estos artículos tuvieran un gran valor en aquel entonces. Cuando intercambiaban y se prestaban objetos, especialmente al principio, no lo hacían con la debida consideración por su valor patrimonial”, apuntó el abogado de Gourlay, Ted Loveday. Según dijo al tribunal, muchos de los artículos en disputa nunca pertenecieron a Winehouse y otros fueron regalos de la cantante entre 2003 y 2011. Además, argumentó que su clienta gastó el dinero de las ventas en pagar sus deudas, renovar su apartamento y pagar facturas médicas, mientras que el padre de Winehouse es multimillonario.
La propia Gourlay, que también declaró en la sesión del juicio del lunes, apeló al componente sentimental. “Naomi y yo conocemos a Mitch desde hace mucho tiempo y mantuvimos una relación muy estrecha con él y el resto de la familia de Amy desde su fallecimiento. Naomi y yo dedicamos muchísimo tiempo y energía a trabajar con la familia de Amy para mantener vivo su legado”, expresó. Él, por su parte, declaró que su hija era “generosa hasta la exageración”. “Supongo que les habría regalado algunas cosas, pero no creo que fueran 150″, expuso. Su abogado negó que la reclamación fuera resultado de celos y avaricia. Afirmó que su cliente conocía la generosidad de su hija y la estrecha relación entre esas tres mujeres, y garantizó que retiraría la reclamación si lograban demostrar la propiedad de los artículos. También aseguró que su cliente llegaría a un acuerdo si donaban el 30% de sus ganancias a la fundación de su hija.
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