Enrique de Inglaterra consigue su primera victoria por su seguridad en el Reino Unido
El Ministerio de Interior británico ha aceptado una reevaluación de las amenazas a las que se enfrenta el hijo pequeño del rey Carlos III, después de que el Tribunal de Apelaciones desestimase todos los recursos presentados para garantizar su protección y la de su familia en su país natal


Enrique de Inglaterra no tiene derecho al mismo nivel de protección policial cuando está en suelo británico que otros miembros de la familia real. Así lo confirmó el pasado mes de mayo el Tribunal de Apelaciones del Reino Unido, que desestimó el recurso legal presentado por el duque de Sussex contra la decisión del Gobierno de rebajar su grado de seguridad y el de su familia cuando visitan su país natal. Era el hijo menor del rey Carlos III quien debía pagar para poder contar con un equipo de protección privada en sus escasas visitas a Londres. Pero parece que eso podría cambiar, y el príncipe Enrique ha conseguido una pequeña victoria. Tal y como han informado medios británicos como The Sun, el Ministerio del Interior ha “ordenado una evaluación de amenazas” por primera vez desde que se retiró de sus deberes reales y una revisión de su decisión de despojar a Enrique de Inglaterra de su derecho automático a protección armada al formar parte de la familia real británica.
El Comité Ejecutivo de Protección de Figuras públicas y de la realeza (Ravec), organismo que tomó la decisión de retirarle la seguridad, ya ha iniciado su revisión y ha recibido pruebas de la policía, del Gobierno británico y del propio príncipe. Según la información obtenida por el tabloide, se espera que se tome una decisión al respecto el próximo mes de enero. Si se establece que necesita protección las 24 horas del día durante sus visitas, será el contribuyente británico quien tendrá que costearla. Actualmente, y tras la decisión del tribunal del pasado mayo, debe informar a la Policía Metropolitana 30 días antes de llegar al país y solicitar una revisión de seguridad para cada ocasión.
Aunque la decisión del organismo público de revisar esa situación se ha conocido este lunes 8 de diciembre, medios británicos como The Telegraph llevan informando desde hace meses del cambio en la postura de las instituciones. El pasado octubre, el citado periódico reveló que Enrique de Inglaterra había escrito en privado a la ministra del Interior, Shabana Mahmood, instándola a repensar su enfoque de seguridad, ya que continúa afirmando que no es seguro llevar a su esposa, Meghan Markle, ni a sus dos hijos, Archie y Lilibert, a su país natal.
En octubre, un portavoz del Gobierno aseguró a The Times que “el sistema de seguridad protectora es riguroso y proporcionado”. “Nuestra política desde hace tiempo es no proporcionar información detallada sobre dichos acuerdos, ya que hacerlo podría comprometer su integridad y afectar a la seguridad de las personas”, afirmó.

Después de perder su apelación en mayo, el hijo pequeño de Carlos III concedió una dura entrevista a la BBC en la que dijo sentirse “devastado” y describió su derrota en la corte como “un buen truco del establishment a la antigua usanza”. Tampoco dudó en señalar directamente a la casa real, y en concreto, a su padre, tras su pérdida en los tribunales: “No quiere hablar conmigo por cuestiones de seguridad. Nunca le pedí que interviniera [en la disputa legal]; le pedí que se hiciera a un lado y dejara que los expertos hicieran su trabajo”. Al mismo tiempo que el Ministerio del Interior afirmaba sentirse “satisfecho” con la decisión del Tribunal Superior de no establecer su derecho automático a la protección policial, el príncipe denunció que “el otro bando” había ganado al “mantenerle en peligro”: “No me imagino un mundo en el que pueda traer de vuelta a mi esposa e hijos a estas alturas”.
Después de aquella entrevista, parecía que la relación entre padre e hijo había alcanzado un punto de no retorno, en el que las posturas estaban cada vez más separadas. Pero ambos, a través de sus portavoces, fueron acercando posturas hasta que se produjo el esperado reencuentro en septiembre, 19 meses después de su último encuentro, cuando el duque de Sussex tomó un avión que le llevó de Los Ángeles a Londres tras enterarse del diagnóstico de cáncer del monarca. En su visita más larga al Reino Unido desde que falleciese la reina Isabel II en 2022, consiguió gestionar una reunión de 55 minutos con su progenitor. El duque de Sussex parece que ha asumido después de cinco años de distanciamiento que, si quiere recuperar la confianza de la familia real británica, debe permanecer en silencio, evitar hablar más de lo debido a través de sus portavoces oficiales y no filtrar información a los medios británicos. Por eso, de aquella reunión privada en la que tomaron té, solo se pudo confirmar que le había entregado al monarca una fotografía de sus dos nietos.
El acercamiento de posturas también habría propiciado esta reevaluación de su seguridad. Tal y como informan medios británicos, Enrique de Inglaterra no ha recibido una evaluación de riesgo completa desde abril de 2019, cuando se le consideró un objetivo tan importante que se le colocó en la categoría más alta: nivel siete de siete. Las únicas dos personas que corrían un riesgo similar en aquel momento eran la fallecida reina Isabel II y la entonces primera ministra, Theresa May. En los últimos años, varias personas han sido encarceladas por conspirar para asesinar al príncipe Enrique, incitar a agresiones contra él y amenazas. Se sabe que hay tres británicos prófugos que han sido encarcelados y liberados.
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